domingo, 8 de marzo de 2009

El Reina Sofía alcanza ya los 50 trasplantes de corazón infantil

El hospital cordobés fue el primer centro de España en realizar esta intervención en 1992, y a partir de ese año se ha avanzado mucho en la técnica y se opera incluso a bebés de pocos días de vida

Hace 17 años, el Reina Sofía alcanzó un hito en el terreno de los trasplantes que a lo largo de todo este tiempo lo ha repetido en medio centenar de ocasiones। Y es que desde que el hospital de Córdoba realizara el primer injerto de corazón a un niño, un total de 50 menores han vuelto a nacer gracias a la donación. De ellos, 22 no habían cumplido su primer año cuando tuvieron que pasar por el quirófano para que el nuevo órgano comenzara a latir. Este logro adquiere este año una especial relevancia, pues el Reina Sofía celebra el 30 aniversario de su primer trasplante. El complejo sanitario cordobés fue el primer hospital de España en realizar un trasplante de corazón infantil en 1992 y después se han sumado otros centros en La Coruña, Madrid y, más recientemente, en Barcelona. El responsable del programa de trasplante cardíaco del Reina Sofía, el doctor José María Arizón, recuerda con nombre y apellidos cada niño que ha tenido que pasar por este duro trance. Para él, todas las historias son especiales, pero guarda un lugar privilegiado en su memoria la historia agridulce de Eva María, una niña de Guadalajara que estaba al borde de la muerte cuando surgió en Viena el órgano deseado. Así, un equipó se desplazó hasta la capital austriaca en busca de la llave de la esperanza y hoy esta chica rebosa vitalidad, aunque tuvo que volver a ser intervenida durante su adolescencia. O la historia de la granadina Laura Caballero, que con tan solo ocho días de vida su miocardiopatía la obligó a pasar por el quirófano. También tuvo que volver a recibir un nuevo órgano el pasado mes de junio, aunque actualmente se encuentra bien, según los doctores. El cardiólogo Arizón reconoce que los problemas del trasplante cardiaco infantil son principalmente tres. Por un lado, la falta de donantes por la reducción de la mortalidad infantil. En segundo término, la complejidad técnica que reviste el procedimiento, pues el tórax de un bebé es muy pequeño y los corazones viables para un trasplante son aquellos de donantes de peso y de talla similar al de receptor. El cardiólogo también remarca la faceta psicológica. "La muerte de niño supone un impacto emocional muy grande para su familia, por ello la tasa de rechazo es más alta en la población infantil que en los adultos", argumenta. En la actualidad, el equipo de trasplante de corazón infantil -que es un referente en Andalucía- tiene su atención volcada en un bebé que es encuentra en código cero, es decir, que tiene preferencia absoluta debido a la gravedad de su enfermedad. Tanto es así que permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos desde hace bastante tiempo y su salud empeora por días, aunque los médicos mantienen la esperanza de que el órgano llegue a tiempo. "Nos ofrecieron un corazón de Londres, pero finalmente no se pudo ir porque no se concretó la donación", concluye con cierto poso de tristeza en sus palabras.
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