jueves, 5 de febrero de 2009

Cajasur promociona a un ex 'arturo' como director general por su afinidad con la jerarquía eclesiástica

Benedicto XVI saluda al presidente y al vicepresidente de Cajasur, Santiago Gómez Sierra (c) y Salvador Blanco (Efe)।
Cajasur tiene nuevo primer ejecutivo. Antonio Barral será a partir de este jueves el quinto director general de la caja cordobesa desde 2005. El consejo de administración que se celebra hoy aprobará el nombramiento del actual responsable del Área de Soporte en sustitución del despedido Carlos Senent, el ex directivo de BBVA que fue fichado para el cargo el pasado mes de septiembre de 2008. Sólo cuatro meses después, nuevo cambio sin explicación aparente.
Los motivos de la salida de Senent, de baja laboral desde la semana pasada, no han sido aclarados. Según las fuentes consultadas por este diario, que han demostrado su sobrada solvencia en anteriores informaciones, el director general saliente de Cajasur no había podido implantar su esquema de trabajo ni había conseguido restar competencias ejecutivas a algunos de los vicepresidentes de Cajasur, caso de Salvador Blanco y Juan Ojeda, además de otros directivos históricos. Sobraban altos mandos.

Con sólo tres meses en el cargo, Senent no estaba dispuesto a seguir las instrucciones sugeridas por el presidente, Santiago Gómez Sierra, para completar el equipo con el que debía afrontar el nuevo y complicado ejercicio de 2009. La ortodoxia del ex ejecutivo de BBVA no encajó con la filosofía laboral de Cajasur. La conclusión fue sencilla: sólo una persona con años dentro puede ser capaz de comulgar con las directrices del Obispado de Córdoba, donde habrá cambios ante la inminente marcha de Juan José Asenjo.

Promoción interna

Para el enésimo relevo, Cajasur no ha querido experimentos. Ha optado por un hombre de la casa, bien relacionado además familiarmente con la jerarquía eclesiástica. Barral llegó en el año 2000, después de haber trabajado como auditor de Arthur Andersen en la propia caja, como antes hicieron otros directivos, procedentes de la antigua auditora, como José Antonio Arcenegui, o del Banco de España. En este caso, su fichaje fue decisión del entonces director general, Ildefonso Pastrana, que ocupó el mando de la caja bajo gobierno de Miguel Castillejo durante un breve periodo de tiempo comprendido entre 2000 y 2002.

A pesar de llevar ocho años en la entidad, Barral es “todo un desconocido para la mayoría de los empleados”, aseguran fuentes internas. Reservado y sin carisma ejecutivo, este economista de formación y diplomado en alta dirección de empresas ejerció primero competencias sobre planificación estratégica, para asumir luego tareas de control y supervisión como interventor de la Corporación de Participadas bajo el mando de Francisco de Asís Rodríguez, que salió de la caja en marzo de 2007.

Ahora, su llegada coincide con otro periodo convulso. La reunión del comité ejecutivo celebrada ayer miércoles estuvo precedida de una gran tensión. Después de que El Confidencial adelantara el despido del director general de Cajasur por discrepancias con su plan de ajuste, la entidad distribuyó ayer una nota interna en la que informaba sobre la creación de un "comité de gestión que asume las funciones del director general, de baja laboral en estos momentos desde el pasado miércoles".

Estaba ‘enfermo’… pero también despedido

La circular distribuida añadía que "aunque la indisposición del director no reviste gravedad, se ha recuperado esta figura directiva creada con motivo de la enfermedad del anterior director general para garantizar el normal funcionamiento de la entidad y la continuidad de la toma de decisiones". Un equipo integrado por el propio presidente (Gómez Sierra), el vicepresidente ejecutivo (Salvador Blanco) y los principales directivos, además del silencio cómplice de todo el consejo de administración.

Todo saltó por los aires en la convulsa reunión del consejo de administración celebrada el miércoles 28 de enero. Fue entonces cuando el gabinete de crisis se puso manos a la obra. Un día después, el presidente de la caja viajó de urgencia a Madrid para despachar con las altas instancias del Banco de España e informarles del relevo de su director general। Una decisión de difícil justificación que debía convencer al organismo supervisor. Desde la Plaza de Cibeles, al menos por omisión, se ha dado el visto bueno.
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