sábado, 20 de diciembre de 2008

"El Pernales" de La Moncloa roba a los pobres para dárselo a los ricos


La versión española de Robin Hood interpretada por ZP le saca la pasta a los pobres para taparle las pérdidas a millonarios como Botín.

¿Sierra Morena, siglo XIX? Todo lo contrario. En pleno siglo XXI, y a media docena de estaciones de Metro de la Puerta del Sol, ha vuelto el bandolerismo, ahora a beneficio de Botín y cía.



EL NUEVO BANDOLERO


La versión española de Robin Hood interpretada por ZP le saca la pasta a los pobres para taparle las pérdidas a millonarios como Botín.









El aguinaldo fiscal a los poseedores del 1% de las acciones de un banco que ha perpetrado este patético gobierno resulta indignante. Se les concede tributar en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas al tipo reducido del 18% en vez de al 43%.

El mítico bandolero español "El Pernales" justificaba sus fechorías robando a los ricos para dárselo a los pobres. Zapatero, por el contrario, roba a los pobres para dárselo a los ricos.

Esta medida, más los beneficios que los muy ricos obtienen gracias a las SICAV, hace que la asfixiante presión fiscal recaiga en exclusiva sobre las clases medias, a las que literalmente se trata de arruinar y llevar a la servidumbre, en una sociedad desvertebrada de muy ricos y muy pobres.

Tan tremendo abuso confirma el acierto del diagnóstico de la Plataforma de las Clases Medias y el debate que ha abierto sobre la imperiosa justicia de ir a la insurrección fiscal.

Es imprescindible que Zapatero abandone de inmediato el poder y convoque elecciones anticipadas, antes de que acabe con España como sociedad abierta.

Este trato de favor a los privilegiados se une a las incautaciones abusivas y arbitrarias de los fondos de los contribuyentes para dárselo a los banqueros. Es un hurto legal, ante el que es preciso responder en toda regla, pues representa llevar a la extinción a las clases medias, a la ruina y a la servidumbre. No sólo este Gobierno depredador nos empobrece a nosotros, también a nuestros hijos.

Con mi dinero, ¡no




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