El error que aterra en el PSOE: "Pedro tropieza dos veces en la misma piedra"
Nadie puede prever cómo va a afectar al presidente el que su ministro de Consumo le haya ganado el pulso. Por eso el terror y el caos se ha instalado en la "Ala Oeste".
“Había que sacar del charco a Pedro Sánchez”. Así define el entorno del presidente del Gobierno la zapatiesta armada por Alberto Garzón. Son ya más de diez días consecutivos de choque entre los socios de coalición. Muy crudo.
Y, peor aún, nadie puede prever cómo va a afectar al propio Sánchez el que su ministro de Consumo le haya ganado el pulso. Desde luego, la gigantesca polémica ha arruinado todos los mensajes que los socialistas han ido lanzando, como si fueran señuelos, para desviar la atención.
Ni la tormenta en el vaso de agua que se ha intentado montar después de la declaración del alcalde Madrid, José Luis Martínez Almeida, sobre Novak Djockovic, ha cortado la hemorragia. La crisis de la carne, compleja, ha sido además gestionada de forma horrible. ¡Ay, pobre Gobierno! Hace “cosas chulísimas” y no sabe venderlas...
Es increíble que, gastando La Moncloa el dineral que gasta en asesores de imagen, a cuenta de todos los españoles, haya derrapado de tal forma, dando a las elecciones de Castilla y León una dimensión nacional incluso antes de abrirse oficialmente la campaña.
El final de la convalidación de la reforma laboral está por escribir. Frankenstein se desguaza. Y el presidente, en lugar de tener estrella, parece estrellarse con mayor frecuencia. Atentos al telescopio.
En Ferraz, un miembro del aparato electoral del partido se frota los ojos. “¡Qué disparate, Pedro tropieza dos veces en la misma piedra!”, afirma tajante. Se está repitiendo el guión del 4-M en Madrid. Situar el Consejo de Ministros en el centro de la campaña es un despropósito. De aquí al día 13 del próximo mes, el socialismo castellano y leonés solo va a jugar a salvar los muebles. Va a remolque.
Ni siquiera Alfonso Fernández Mañueco contaba con un regalo tan ostentoso de la coalición gubernamental. Por cierto, me cuentan que Sánchez no ha hablado en ningún momento con Garzón desde que aparecieron sus declaraciones en el periódico británico The Guardian atacando a la ganadería española y al sector cárnico.
Sánchez se vuelca fuera para recuperar su imagen: en el funeral del presidente del Parlamento Europeo antes de recibir en La Moncloa al nuevo canciller de Alemania.
No me resulta extraño, es la forma con la que actúa habitualmente el presidente. Castiga con su indiferencia a los morados y se sienta a esperar que se abra paso el criterio del PSOE. Pero esta vez en el complejo presidencial no se destila ni por asomo satisfacción: son conscientes de que el también coordinador de IU ha ganado esta batalla.
“Pedro es mal enemigo. Yo, desde luego, no le cabrearía mucho”, avisa el mismo fontanero del cuartel general socialista. Hay que tirar para adelante, no queda otra. El problema es que las “averías” cada día son más usuales y nadie puede saber cuándo van a tener que afrontar otra inundación de urgencia.
Se está repitiendo el guión del 4-M en Madrid. Situar el Consejo de Ministros en el centro de la campaña es un despropósito.
El final de la convalidación de la reforma laboral está por escribir. Frankenstein se desguaza. Y el presidente, en lugar de tener estrella, parece estrellarse con mayor frecuencia. Atentos al telescopio.
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