Arrinconar el castellano en Cataluña evita explicar por qué lo hablan 500 millones de personas,
Esa decisión ministerial quiere que nuestra historia se limite a una brevísima relación en lo que se refiere a todo lo acontecido antes de que hubiera una constitución; es decir antes del año 1812.
Esa barbaridad -me quedo corto al calificarla así-, significa relegar a poco menos que al rincón del olvido a la Hispania romana, la de Séneca o de Trajano. Pasar por encima de Al-Ándalus y de la Córdoba califal, desconocer quienes fueron Abderrahmán III o Alhaken II y Maimónides o Averroes. Pasar de puntillas por el reinado de los Reyes Católicos, lo que es tanto como arrinconar a Colón y poco menos que ignorar quiénes fueron Carlos I o Felipe II. Supone desconocer que Juan Sebastián Elcano fue el primero que dio la vuelta al mundo, quiénes eran Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Cabeza de Vaca o Hernando de Soto. Supone carecer de una explicación de porqué hoy más de quinientos millones de personas hablan nuestra misma lengua o porqué las universidades más antiguas de América fueron fundadas por los españoles y que fue con el oro y la plata traídos de allí como se financió le hegemonía de España durante siglo y medio.
Poco sabrán los alumnos de El Greco, Martínez Montañés y Gregorio Fernández. Ignorarán porqué en Córdoba hay una mezquita y que, en tiempo de Fernando III, que tampoco tendrán idea de quién es, pasó a ser catedral cristiana. No tendrán idea de por qué, a pocos kilómetros, se levantó una ciudad palatina llamada Medina Azahara porque no les habrán explicado que en Córdoba hubo un califato y esa era la residencia de los califas. Ni sabrán que en el siglo X Córdoba era la ciudad más importante de occidente. No entenderán porqué en Granada está la Alhambra, ni conocerán a quienes están enterrados en los túmulos de la Capilla Real. No tendrán explicación, cuando vean el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, de porqué está dedicado a ese santo, ni sabrán que el día de su onomástica, en 1558, se libró la batalla de San Quintín, donde los tercios de infantería española vencieron a los franceses a las puertas de París. Tampoco sabrán qué eran los tercios y se preguntarán ante un cuadro de Velázquez, qué hacían rindiendo Breda en el siglo XVII.
La Historia está de luto porque monumentos, artistas o héroes, algunos considerados hoy políticamente incorrectos, van a quedar en un borroso recuerdo en la memoria de su propio país.
José Calvo Poyato
http://www.josecalvopoyato.com/
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