sábado, 17 de abril de 2021

Una campaña de exterminio: el maltrato a niños huérfanos en la Rumanía comunista

 

Muchos murieron de hambre y por enfermedades y algunos devorados por ratas

Una campaña de exterminio: el maltrato a niños huérfanos en la Rumanía comunista

El trato criminal hacia los niños en las dictaduras comunistas es un tema que puede proporcionar contenido para escribir una larga serie de artículos.

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AVISO: este artículo contiene imágenes que pueden herir tu sensibilidad

Los niños, las víctimas más vulnerables de los crímenes del comunismo

Cuando contemplamos la cifra de más de 100 millones de muertos a manos del comunismo, no debemos pasar por alto que muchos de ellos fueron niños, sin duda las víctimas más vulnerables de ese movimiento totalitario. Un genocidio comunista que se cebó especialmente con los más pequeños fue el Holodomor perpetrado por Stalin en Ucrania, con 3,9 millones de muertos, según estimaciones de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania. Además de la muerte masiva de niños, merece atención el trato degradante e inhumano que recibieron muchos pequeños en la dictaduras comunistas.

Las miles de víctimas de los horrendos orfanatos del comunismo rumano

Un caso especialmente ilustrativo de ese maltrato es lo ocurrido en la dictadura comunista de Nicolae Ceaucescu en Rumanía. En diciembre de 2019, Shaun Walker escribió un artículo en el diario británico The Guardian sobre lo ocurrido en los orfanatos de esa dictadura. El caso está siendo investigado por la Justicia rumana, y las cifras son escalofriantes. Florin Soare, un investigador del Instituto para la Investigación de los Crímenes Comunistas y la Memoria del Exilio Rumano (IICCMER), que ha pasado años recopilando testimonios, estimó que entre 1966 y 1989 hubo entre 15.000 y 20.000 muertes innecesarias de niños en la red de hogares infantiles de la dictadura comunista. La mayoría de esas muertes se produjeron en los centros dedicados a niños discapacitados.

Niños huérfanos en el Hospital Stefan Nicolau de Bucarest en 1990, fotografiados tras la caída del comunismo (Foto: Mike Abrahams/Alamy).

“Cuando comenzamos a investigar, sabíamos que había abusos, pero nunca imaginamos la magnitud de los crímenes que se cometieron, señaló Soare. Los resultados de esa investigación fueron entregados a los fiscales rumanos en 2017. Esa investigación no sólo podría servir para hacer pagar a los culpables por lo que hicieron, sino para que Rumanía no olvide su propio pasado. “Bucarest no tiene un museo del comunismo, y el museo de historia de la ciudad finaliza sus exhibiciones en 1918, y cuando los visitantes preguntan dónde está la sección del siglo XX, los asistentes responden con un irritado movimiento de cabeza”, señalaba Walker.

El tema de los orfanatos comunistas parece haber sido sometido durante años a un velo de silencio. Walker explica el motivo: “Los orfanatos son un punto particularmente delicado, y muchos rumanos sienten que la amplia publicidad de las imágenes y la posterior campaña de adopción global masiva son una mancha en la reputación del país que es mejor olvidar”. Walker añade: “Muchos de los que estaban en los orfanatos no eran realmente huérfanos, sino aquellos cuyos padres sentían que no podían hacer frente económicamente a la crianza de un niño”.

Niños fotografiados en un orfanato rumano en 1989. Las condiciones que reunían muchos de estos sitios durante la dictadura comunista eran infrahumanas, con pequeños que sufrían de congelación y algunos literalmente devorados por ratas, mantenidos en jaulas o manchados con sus propias heces (Foto: Isabel Ellsen/Corbis).

Los niños discapacitados eran separados de sus familias e internados en esos orfanatos

El abuso más espantoso tuvo lugar en hogares para niños discapacitados, que fueron separados de sus familias e institucionalizados”, apunta Walker. “A la edad de tres años, las comisiones hospitalarias clasificarían a los niños discapacitados en tres categorías: los llamados ‘curables’, ‘parcialmente curables’ e ‘incurables’. Los niños que fueron clasificados en la tercera categoría, algunos de los cuales tenían discapacidades leves o ninguna, fueron sometidos a condiciones particularmente brutales”. En la Rumanía comunista había 26 hogares infantiles que atendían a esos niños que eran arbitrariamente clasificados como “incurables”.

Otra imagen de un orfanato rumano en 1989. Las muertes por las malas condiciones de estos sitios fueron especialmente elevadas en aquellos reservados a niños discapacitados (Foto: Isabel Ellsen/Corbis).

Algunos niños murieron en esos orfanatos literalmente devorados por ratas

Las condiciones en esos centros eran infrahumanas. En tres de los hogares analizados por los investigadores, “el 70% de las muertes registradas fueron por neumonía. Morían por causas externas que eran prevenibles y tratables”. En algunos de esos centros, los investigadores se encontraron con escenas propias de un campo de concentración, con testimonios de pequeños que sufrían de congelación y niños literalmente devorados por ratas, mantenidos en jaulas o manchados con sus propias heces. Soare es contundente al expresar su conclusión sobre lo que estaba pasando en esos orfanatos: “está claro que el objetivo final de esto fue una campaña de exterminio”.

En enero de 1990, tras la caída del comunismo, el periodista británico Oliver Gillie viajó a Bucarest, tomando una espelunzante serie de fotos de niños huérfanos en condiciones infrahumanas. Muchos de ellos estaban encadenados a sus cunas (Foto: Oliver Gillie/The Independent).

En Cighid hubo 138 muertos en tres años: se les enterró en una fosa común

En junio de 2017, el IICCMER presentó sus resultados sobre esos tres orfanatos (Cighid, Păstrăveni y Sighet), como parte de una denuncia penal por la muerte de 771 menores. Una cifra provisional, según indicó el Instituto. Los casos más llamativos fueron los del orfanato de Cighid, con 138 muertes registradas en menos de tres años, entre el 1 de octubre de 1987 y el 26 de marzo de 1990. Sobre esos niños considerados “incurables”, los investigadores señalaban que era “una categoría en la que el Estado no estaba dispuesto a invertir y ni siquiera reconocer”. Y añadían: “Para la ideología comunista solo se tomaba en consideración al hombre sano, el ‘desperdicio’ se escondía o se evacuaba.”

Sobre el caso de Cighid, la Foundation For Hope señala: “En lugar de cuidar a los niños, el personal abusó y descuidó severamente a los niños convirtiendo el lugar en una trampa mortal. A cada niño solo se le dio 1 pieza de pan, un plato de gachas diluidas y agua al día, y los niños mayores y más fuertes a menudo robaban comida a los niños más pequeños y débiles dejándolos hambrientos. Hoy en día es un hogar para adultos discapacitados, muchos de los cuales son supervivientes de aquellos niños de la era comunista. El cementerio del orfanato está lleno de cruces blancas sobre la fosa común en la que fueron arrojados los cadáveres de los niños muertos durante la dictadura comunista, y en su perímetro se han colocado las rejas de las antiguas cunas del orfanato.

El cementerio del orfanato de Cighid, en el que se registraron 138 muertes de niños en menos de tres años, entre el 1 de octubre de 1987 y el 26 de marzo de 1990. Junto a los nombres de los niños figuran las edades a las que murieron: la mayoría de ellos sólo tenían 3 años (Foto: Foundation For Hope).

Los expertos del IICCMER encontraron “numerosos casos en los que los niños, que se encontraban en perfecto estado de salud o padecían deficiencias menores, fueron enviados erróneamente a unidades destinadas a discapacitados”. En su comunicado, el IICCMER añadía: “Los testimonios sobre las condiciones de vida en estos tres hogares hospitalarios revelan alimentación inadecuada, falta de condiciones higiénicas y sanitarias mínimas, falta de ropa, frío, humedad, falta de asistencia médica, aislamiento del mundo exterior”.

En el orfanato de Siret más de la mitad de los muertos tenía de 1 a 4 años

En junio de 2018, el IICCMER presentó otra denuncia penal sobre el Hospital Neuropsicológico Pediátrico de Siret, conocido como el “Orfanato del Terror”. Las cifras del IICCMER explican ese sobrenombre: “En Siret, entre 1956 y 2001 fueron hospitalizados 8.586 niños; 1.500 perdieron la vida”. Concretamente, entre el 1 de enero y el 22 de diciembre de 1989 se registraron 340 muertes en ese hospital, con un récord en 1981 de 81 niños muertos, mientras que en 1991, tras la caída del comunismo, sólo hubo 2 muertos, gracias, en gran medida, a la ayuda recibida desde organizaciones benéficas extranjeras. “La mayoría de las muertes ocurrieron en invierno, y sus causas fueron, en general, enfermedades pulmonares, seguidas de epilepsias y enfermedades cardíacas, renales, hepáticas o gastrointestinales”, señala el IICCMER. Más de la mitad de los niños muertos tenían edades comprendidas entre 1 y 4 años.

El secretario general del Partido Comunista de España (PCE), Santiago Carrillo, con el dictador comunista rumano Nicolae Ceaucescu. Carrillo solía pasar sus vacaciones de verano en Rumanía. Hoy los diputados del PCE se siguen negando a condenar los crímenes de las dictaduras comunistas.

La complicidad del comunismo español con el comunismo rumano

Mientras niños rumanos sufrían estas condiciones infrahumanas, Santiago Carrillo, dirigente del Partido Comunista de España (PCE), viajaba a Rumanía a pasar las vacaciones junto a su amigo CeaucescuEl dictador rumano incluso regaló a Carrillo un Cadillac blindado que había sido su coche oficial. En marzo de 2021, en el Parlamento Español, diputados de la coalición de ultraizquierda Podemos (que incluye a miembros del PCE) votaban en contra de una condena de los crímenes del comunismo: crímenes como los cometidos por la dictadura comunista rumana con esos niños tachados de “incurables”. Esa votación fue un aviso de lo necesario que es recordar las atrocidades de esa ideología totalitaria, cuyos partidarios pretenden que la historia se repita.

Foto principal: Kevin Weaver/Getty Images. Niños huérfanos en un orfanato de Bucarest, poco después de la revolución que derribó al comunismo en Rumanía en diciembre de 1989.

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