Cuando la izquierda se equivocó de color: así debió ser la bandera de la Segunda República
En la historia de las distintas banderas que ha tenido España, sin duda alguna la más desafortunada fue la usada por la Segunda República entre 1931 y 1939.
Convirtieron la bandera nacional rojigualda en una bandera castellanista
En 2016 ya expliqué aquí los errores vexilológicos y heráldicos cometidos con la bandera de la Segunda República. Sin duda el más cantoso de todos se refiere a la tercera franja de esa bandera, que se venía utilizando por sectores izquierdistas desde finales del siglo XIX. La justificación para cambiarle el color a esa franja de la bandera nacional (que no bandera monárquica) era una evocación del pendón de Castilla, utilizado por los comuneros en su revuelta de 1520. El republicanismo quiso ver en aquella revuelta un signo de repudio a la monarquía, cuando en realidad se dirigía contra el régimen señorial.
La izquierda confundió el carmesí del pendón real de Castilla con el morado
Así pues, no deja de ser curioso que un movimiento federalista sustituyese una bandera nacional por una castellanista como la citada tricolor. Pero además, al hacerlo, la izquierda se equivocó de color. El pendón de Castilla era carmesí, no morado ni violeta. El carmesí es una variante del color rojo. Pero además se da la circunstancia de que ese color carmesí está ligado a Castilla como reino. Como tal figura en el fondo del estandarte real de Felipe VI:
El rojo carmesí en las actuales banderas autonómicas y municipales
Hoy en día hay tres comunidades autónomas que tienen banderas de color carmesí. La tonalidad más oscura aparece en la bandera de la Región de Murcia, que define el fondo de su bandera como “rojo carmesí o Cartagena”:
Castilla-La Mancha también define su bandera como “rojo carmesí”, mostrándola habitualmente de la siguiente forma:
Finalmente, la Ley2/1983 que aprobó la bandera de la Comunidad de Madrid también la define como “roja carmesí”, añadiendo que “indica con ello que es un pueblo castellano y que castellana ha sido su historia”. De las tres banderas autonómicas con este color es la que utiliza un color más indistinguible del rojo:
Otra enseña que también se representa en color rojo carmesí es la bandera del Ayuntamiento de Madrid:
¿Cómo debió ser la bandera de la Segunda República si la tercera franja fuese carmesí?
Teniendo en cuenta los ejemplos que acabamos de ver, basta con ver la bandera de la Segunda República para comprobar que su tercera franja no es carmesí, sino morada o violeta:
Si ese régimen hubiese puesto esa tercera franja de color rojo carmesí, la bandera tendría que haber sido así:
La fealdad de la bandera tricolor republicana
Si la izquierda hubiese representado el carmesí como es debido, la diferencia entre la primera y la tercera franjas sería casi inapreciable. Una bandera así habría quebrantado una de las normas de toda buena bandera: la simplicidad. ¿Para qué poner dos tonos de rojo tan similares en una misma bandera? Con todo, la bandera habría sido más bella que la tricolor de la Segunda República, que es una de las banderas más feas que se han diseñado. La izquierda cogió una bandera muy bella y armoniosa como la rojigualda y la convirtió en un bodrio con sólo cambiar una franja. Unos hachas.
Un color impopular y asociado a la realeza y a la clase dominante
La razón de la fealdad de la bandera de la Segunda República se debe, sin duda, al morado y a la pésima combinación que hace con el rojo y el amarillo. Dicho sea de paso, es un color tan poco popular a la hora de diseñar banderas que actualmente ninguna de las banderas nacionales del mundo tiene ese color en su fondo. Pero esto no sólo se debe a cuestiones estéticas. Hace tres años, la BBC señalaba que sólo dos banderas incluyen el morado y en muy pequeñas porciones: las de Dominica y Nicaragua, y en ambos casos en el escudo. Atentos a la explicación que daba la televisión británica a la escasez de ese color en las banderas nacionales: “Durante siglos el morado fue asociado a la realeza y a la clase dominante porque su prohibitivo precio lo convirtió en un símbolo de estatus”.
En su interesantísimo libro “Psicología del color” (Droemer Verlag, 2000), un excelente estudio sobre las connotaciones de los colores por parte de la sociedad, la psicóloga Eva Heller señaló que el violeta sólo fue citado como el color más apreciado por un 3% de los encuestados, mientras que fue mencionado por el 10% como el menos apreciado. Además, y aunque ha sido utilizado mucho por el movimiento feminista, la encuesta señaló que es un color que causa más rechazo entre las mujeres (un 12%) que entre los hombres (9%).
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