Nunca me pareció Juan Carlos Monedero un intelectual riguroso, y a medida que se aleja de la Universidad para representar papeles de contertulio faltón e histérico, su discurso se va devaluando a la misma velocidad que el crédito político que nunca tuvo, salvo para el difunto Hugo Chávez al que adulaba con el vergonzoso servilismo que exigen los dictadores a los que están a su servicio.
Ser profesor universitario no es lo mismo que ser catedrático, y eso lo saben bien los que han ganado por oposición un puesto de docente de ese nivel, sobre todo en algunas Facultades en las que el rigor académico y el prestigio de sus enseñantes no se consiguen en las rebajas de El Corte Inglés.
Algunas de las declaraciones y citas que hacen los líderes de Podemos carecen de rigor y les sobra demagogia, aunque son coherentes con su pensamiento político que no es distinto del que sostuvieron y pusieron en práctica en los países donde gobernaron, los dictadores históricos del Comunismo Soviético, de la RDA, del China, Corea del Norte, Cuba o Venezuela, por citar referentes en los que la libertad ha sido y es un derecho conculcado.
Un día escribiré algo sobre los comunistas que conocí y traté en la transición política que lucharon por la democracia, y sobre quienes militaron en el PCE que era el único partido que durante la clandestinidad a la que estuvieron obligados por la dictadura de Franco aguantó el envite y sufrieron sus consecuencias.
En aquellos años el único refugio político que existía para los antifranquistas era el Partido Comunista, y por ello allí y en las cárceles se juntaron demócratas que solo coincidían en su rechazo al régimen político de entonces. Muchos comunistas históricos que aún viven, deben estar avergonzados de sus herederos que nunca pasaron por la cárcel, pero en cambio se han apresurado a vivir en mansiones de ricos.
Los actuales dirigentes de Podemos, que se llaman comunistas y viven con la urgencia de los sátrapas, no creen en nuestro sistema de libertades ni están cómodos con la democracia, la separación de poderes o el sometimiento al control parlamentario, (algo que también le incomoda a Pedro Sánchez, aunque su ideóloga, por ahora desconocida, no se identifica con la de Pablo Iglesias)
Todo este extenso preámbulo me reconduce al principio para volver a hablar de Juan Carlos Monedero que ha dicho que “el gran peligro que tiene la democracia es el populismo de derechas”, como si el populismo de izquierdas que representan y practican ellos fuese aséptico y sin consecuencias demoledoras para nuestras libertades.
No hace falta esperar a que cometan más acciones ilícitas de las que ya examinan los tribunales de justicia o que tengan el poder suficiente para llevar adelante su ataque a la democracia desde el populismo que ejercen, porque ya se han desnudado de palabra obra y omisión, pero conviene no guardar silencio este tipo de afirmaciones porque uno de los efectos secundarios de esta pandemia es la gilipollez de algunas mentes que se creen privilegiadas y en el fondo son la zurrapa de la mediocridad.
Diego Armario
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