Con el ingenioso sarcasmo que le caracterizaba, decía Groucho Marx que solo se sentaría a la mesa de un político si éste pagara la cuenta. Con ello, el genial actor venía a poner de manifiesto la desconfianza que el común de los mortales siente en relación con aquellos que se dedican a la política.
Si bien hay honrosas excepciones, lo cierto es que la clase política se ha ganado a pulso tal recelo ciudadano, ya que son muchas las ocasiones en las que aquello que prometen se queda en deuda. En este sentido, Pablo Iglesias constituye un caso paradigmático de hipocresía en grado sumo, dada su habitual tendencia a hacer lo contrario de aquello que proclama en sus habituales arengas revolucionarias, siempre con la maliciosa intención de enardecer a un auditorio compuesto mayoritariamente por disminuidos intelectuales.
En consecuencia, P. Iglesias ha venido a constituirse en el fiel reflejo de lo expresado por el escritor Louis Dumur, cuando señalaba que “La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos”.
Hecho 1- En su momento P. Iglesias dijo que jamás se iría del barrio obrero de Vallecas donde vivía, ya que lo que a él le gustaba era estar rodeada por los suyos, es decir, por la gente trabajadora. Sin embargo, poco tiempo después, ya disfrutando de las mieles del poder, nuestro ínclito personaje tuvo a bien comprarse una mansión en una zona residencial de Galapagar, pasando así a establecer su morada junto a la casta adinerada que tanto detesta.
Hecho 2- No ha pasado mucho tiempo desde que, con indisimulado entusiasmo, P. Iglesias manifestara el placer que sentía al ver patear la cabeza de policías y guardias civiles. A día de hoy P. Iglesias ve protegida su mansión y su familia por la Benemérita, sin que ello le ocasione ningún malestar ni cargo de conciencia.
Hecho 3- Cuando comenzaron a sucederse los escraches a altos cargos de partidos políticos de derechas por parte de grupos de activistas de extrema izquierda P. Iglesias tildó tales prácticas de “jarabe democrático”, alentando su realización. Cuando poco tiempo después él mismo padeció, aunque en grado mínimo, tales escraches, no dudó en declarar que ello constituía algo doloroso e intimidante, llegando al extremo de interponer una denuncia contra alguna de las personas que pacíficamente se manifestaban en las inmediaciones de su mansión.
Hecho 4- Cuando su salario era más bien escaso, P. Iglesias manifestó públicamente que nadie debía ganar tres veces más del salario mínimo interprofesional. Una vez en el Gobierno tanto él como su pareja sentimental, su unidad familiar gana, como mínimo, 10 veces más de dicho salario, sin que ello le parezca un agravio comparativo respecto a la inmensa mayoría de españoles.
Hecho 5- Cuando se movía en los arrabales de la política, P. Iglesias criticó el que Ana Botella fuera alcaldesa de Madrid por el mero hecho, según él, de ser la esposa de José Mª Aznar, si bien ello sucedió cuando éste había dejado ya la política. Pues bien, tras llegar a un acuerdo para formar un gobierno de coalición con el partido sanchista, en un claro ejercicio de nepotismo, P. Iglesias encumbró a una analfabeta funcional como es su pareja sentimental, Irene Montero, al puesto de ministra de Igualdad, sin por supuesto dar explicación alguna de tan peripatética actuación.
Hecho 6- En el mismísimo Congreso de los Diputados, antes de las últimas elecciones generales, P. Iglesias se comprometió a no pactar jamás con el partido de la cal viva, en clara referencia al PSOE. Tras las elecciones generales de 2019 P. Iglesias no solo ha pactado con dicho partido, sino que ha entrado a formar parte del gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez en calidad de vicepresidente 2º y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, escenificándose todo ello en lo que podría denominarse “el abrazo como expresión de la impostura”.
Hecho 7- Ante una pregunta de Vicente Vallés relativa a que circunstancias le llevarían a asumir responsabilidades políticas, P. Iglesias respondió escuetamente “apertura de juicio oral, dimisión”. Sin embargo, actualmente tanto él personalmente, como altos cargos de Podemos e incluso el propio partido como persona jurídica se encuentran inmersos en una maraña de casos judiciales abiertos por financiación irregular, blanqueo de capitales y administración desleal entre otros cargos. Pues bien, P. Iglesias en lugar de dimitir como prometió, lo único que ha hecho ha sido arremeter contra los jueces que instruyen los casos, demostrando así su escaso respeto por la justicia cuando ésta le es adversa.
Hecho 8- A lo largo de toda su vida P. Iglesias ha presumido orgullosamente de que su padre había militado en la organización terrorista FRAP, cuya actividad delictiva se extendió desde 1973 hasta 1992. Por lo tanto, la práctica totalidad de lo que ellos mismos denominaron “violencia revolucionaria” fue llevada a cabo por este grupo de indeseables durante la democracia. Sin embargo, cuando Cayetana Álvarez de Toledo le llamó hijo de un terrorista en el Congreso de los Diputados, P. Iglesias puso el grito en el cielo, acusándola de atentar contra el honor de su padre, en un claro ejercicio de disociación cognitiva.
Hecho 9- El 19 de marzo de 2019, ya en plena pandemia, el Gobierno socialcomunista nombró a P. Iglesias responsable máximo de la gestión de la Covid-19 en las residencias de mayores. Acto seguido P. Iglesias se comprometió a dedicar todos sus esfuerzos a tal tarea. Pues bien, hasta el día de hoy P. Iglesias se ha limitado a mantener una reunión el día después de su nombramiento, tal y como se ha encargado de aclarar el Portal de Transparencia del Gobierno, y no ha visitado un solo centro de mayores, a pesar de que hasta este momento han muerto por el coronavirus más de 25.000 ancianos. Ante este hecho sobran comentarios, ya que cualquier adjetivo descalificativo queda empequeñecido por la magnitud de tamaña atrocidad.
Hecho 10- Ante la subida de un 10% de la factura de la luz en enero de 2017, cuando Mariano Rajoy era presidente del Gobierno, P. Iglesias declaró en un tuit que “Disparar la factura de la luz un día como hoy solo demuestra la codicia de las eléctricas.
Si el Gobierno lo consiente será cómplice”. Pues bien, en este enero de 2021, cuando el país acaba de salir del temporal Filomena y está inmerso en una ola de frío polar, la factura de la luz ha subido un 27%. Ante este hecho, y dado que está en el Gobierno, a P. Iglesias no le cabía otra cosa que dimitir para no ser cómplice del desaguisado. Sin embargo, nuestro personaje se ha puesto de lado y ha despachado la cuestión subiendo en twitter el video de un concierto de Barricada, imaginamos que para caldear el ambiente.
Hecho 11- Con motivo de la investidura de M. Rajoy como presidente del Gobierno en octubre de 2016, P. Iglesias, junto a otros dirigentes de extrema izquierda, alentó la movilización de sus simpatizantes ante el Congreso de los Diputados bajo el lema “Rodea el Congreso”, tildando el hecho como un saludable ejercicio por parte de los manifestantes de sus derechos civiles.
Asimismo, tras el gran ascenso de Vox en las elecciones andaluzas de 2018, P. Iglesias decretó “by the face” el estado de “Alerta Antifascista”, de tal forma que tanto Podemos como PSOE instaron a sus acólitos a que se manifestaran ante el Parlamento andaluz e impidieran la entrada de los diputados electos de Vox, concluyendo todo ello con violentos disturbios.
Sin embargo, cuando Donald Trump convocó a las puertas del Capitolio a todos aquellos estadounidenses que pensaran que en las elecciones presidenciales se había cometido un fraude en toda regla, P. Iglesias no tardó en salir a la palestra para pedir que se acusara formalmente al todavía presidente de los EEUU de un intento de golpe de Estado, sin dejar por ello de solicitar el indulto para los golpistas catalanes condenados por el Tribunal Supremo.
Es decir, que para P. Iglesias lo que en EEUU es un golpe de Estado, en España es una práctica democrática. Curiosa manera ésta de entender los hechos, ya que su calificación no depende de en qué consisten, sino de quien los realiza y del lugar donde se producen.
Conclusión- Podríamos seguir narrando, sin caer en la argumentación ad nauseam, las contradicciones entre las palabras y las acciones que ilustran la biografía del personaje, pero creo que los hechos expuestos dan suficiente cuenta de la inconmensurable indecencia de P. Iglesias.
Decía Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe” que “La política no tiene que ver con la moral” por lo que todo aquel que se quiera dedicar a ella debe saber que “El fin justifica los medios”. Por razones éticas evidentes no podemos estar de acuerdo con tales aseveraciones, ya que entendemos que nada bueno puede construirse con la maldad como materia prima.
A tenor de su manifiesta deshonestidad no parece ser éste el planteamiento sostenido por P. Iglesias, por lo que solo cabe considerarlo como un avanzado discípulo del escritor y político florentino.
Rafael García Alonso ( El Correo de España )
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