En la década que acaba de concluir fueron asesinados en el mundo 888 periodistas y otros profesionales de la comunicación, en promedio uno cada cuatro días, lamenta en un informe al cierre de 2020 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El año 2020 cayeron asesinados 59 de esos profesionales, entre ellos cuatro mujeres, y el mayor número, con veintidós casos cada una, correspondió a las regiones de América Latina y el Caribe y Asia y el Pacífico, seguidas por los Estados árabes, con nueve, y África subsahariana, con seis, informa IPS.
La Unesco registró y condenó el asesinato de 57 periodistas en 2019 y de 99 en 2018, quienes «pagaron un alto precio por informar al público», al tiempo que deploró que se sostenga una elevada impunidad, que alcanza a 88 por ciento de los casos en 2019 y 87 por ciento en 2020.
La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, dijo que en 2020, en el marco de la pandemia covid-19, «hemos sido testigos, quizá de manera inédita, de la importancia del periodismo para nuestras democracias y para la protección de los derechos humanos».
Según el informe, las condiciones de los profesionales de los medios de comunicación siguen siendo preocupantes en todas partes, pues los asesinatos continúan y los ataques no letales y el acoso siguen aumentando.
El año 2020 puso de relieve los peligros a los que se enfrentan los periodistas cuando informan sobre protestas, como las demostraciones de Black Lives Matter (Las vidas negras importan) contra el racismo, principalmente en América del Norte y otras manifestaciones en el mundo cubiertas por los profesionales de la información.
La Unesco identificó 125 protestas en 65 países en las que los periodistas fueron atacados o detenidos entre el 1 de enero de 2015 y el 30 de junio de 2020. De esos sucesos, veintiuno ocurrieron durante el primer semestre de 2020, pero el número de incidentes siguió aumentando durante la segunda mitad del año.
De su lado, la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) señaló en su informe de fin de año que entre el 1 de enero y el 15 de diciembre de 2020 murieron cincuenta periodistas en el ámbito de su actividad profesional, a pesar de que las coberturas informativas se han reducido por la pandemia.
Además, crece la cifra de periodistas a los que matan en países considerados «en paz», como son los casos de México (ocho asesinatos), India (cuatro), Pakistán (cuatro), Filipinas (tres) y Honduras (tres).
Si en 2016 RSF registró que 58 por ciento de los periodistas abatidos mientras trabajaban perecieron en zonas de conflicto, esa proporción bajó a 32 por ciento en 2020, mientras que dos tercios murieron en países considerados en paz.
Más aún, del total de periodistas asesinados en 2020, según RSF, 84 por ciento fueron señalados y eliminados de forma deliberada, frente al 63 por ciento en 2019, y algunos de esos crímenes han sido especialmente atroces.
En México, un periodista del diario El Mundo, Julio Valdivia Rodríguez, fue encontrado decapitado en el oriental estado de Veracruz, y su colega Víctor Fernando Álvarez Chávez, director del medio digital de información local Punto por Punto Noticias, fue cortado en pedazos en la sureña ciudad de Acapulco.
En India, al periodista Rakesh Singh «Nirbhik», del diario Rashtriya Swaroop, lo quemaron vivo después de rociarlo con gel hidroalcohólico altamente inflamable, mientras que el periodista Isravel Moses, corresponsal de un canal de televisión en el sureño estado de Tamil Nadu, fue asesinado a machetazos.
En Irán, Rouhollah Zam, administrador del canal Amadnews de Telegram, condenado a muerte tras un juicio que RSF denunció como injusto, fue ejecutado en la horca. «Hacía 30 años que no se sometía a un periodista al arcaico y bárbaro castigo de la pena capital», indica el reporte.
Siete periodistas fueron asesinados mientras cubrían protestas. En Irak, hombres armados no identificados dispararon a la cabeza a los periodistas durante las manifestaciones, y así fueron asesinados tres reporteros.
En Nigeria, dos periodistas fueron víctimas del clima de violencia en el que se desarrollan las protestas, y en Colombia un reportero de un medio comunitario fue asesinado a tiros mientras cubría una manifestación de comunidades indígenas que protestaban contra la privatización de tierras en su región.
Además, la seguridad de las mujeres periodistas sigue siendo motivo de gran preocupación.
En una encuesta de la Unesco en octubre de 2020, 73 por ciento de las periodistas que respondieron al sondeo manifestaron haber sufrido violencia en línea en el marco de su trabajo, y 20 por ciento dijo que el acoso en línea se convirtió en abuso o ataques físicos.
La Unesco también registró que la crisis desencadenada por la pandemia ha amenazado la viabilidad y supervivencia de los medios de comunicación profesionales, en particular debido a la pérdida masiva de ingresos publicitarios, lo que ha creado un entorno laboral aún más precario para los trabajadores.
Además, en muchos países la legislación de emergencia y las medidas adoptadas para frenar la propagación del virus han servido de coartada para restringir la libertad de expresión y de prensa. También se ha procesado a muchos periodistas por denunciar los errores en la gestión de la crisis sanitaria por parte de las autoridades.
La pandemia «ha sido también la ‘tormenta perfecta’ para la libertad de prensa a nivel mundial. A pocos días del inicio del nuevo año, quiero hacer un llamado mundial para que todas las partes implicadas defiendan la información como un bien público. Proteger el periodismo es proteger la verdad», subrayó Azoulay.
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