viernes, 15 de enero de 2021

Barajas, vergüenza nacional

 Menudo mes de enero. Por si no teníamos suficiente con la curva ascendente, dramática,

casi en vertical, de nuestros fallecidos por coronavirus, llegó Filomena a descolocarnos y,

una vez más, la gestión del asunto ha dejado bastante que desear. Una semana después de la

gran nevada, el aeropuerto más importante del país sigue ofreciendo una imagen inaudita,

vergonzosa, de pasillos repletos de viajeros desconcertados, al límite, que no acaban de

volar a sus respectivos destinos y ven cómo sus PCR caducan y cómo sus vuelos se

cancelan un día sí y otro también. Jamás habían vivido una situación parecida. Lo explican

también los pilotos y las compañías aéreas, desconcertadas con la deficiente gestión de

AENA. Tras un día de locos en Barajas, te da por pensar que quizá vives en el tercer

mundo, pero no lo sabías.

Luego te enteras de algo peor: resulta que este aeropuerto es uno de los mejor dotados de

maquinaria antinieve, pero AENA no ha querido sacar del ERTE a los operarios de estas

máquinas, que habrían limpiado las pistas en un santiamén. Ha preferido ahorrarse esos

euros y recurrir a la UME, a la santa UME, y al Ejército de Tierra, para que hagan ese

trabajo a la antigua usanza, con pico y pala. «Paciencia» es el lema. ¿Quién responde ante

tantos miles de viajeros indefensos?

En esta España sobrada de políticos con apreciable oratoria, andamos sin embargo escasos

de dirigentes capacitados para solucionar los problemas cotidianos de la población. De un

tiempo a esta parte, PSOE y Podemos chocan públicamente por su visión de las cosas,

marcan perfil propio y nos hacen saber que, aunque gobiernen juntos, no convergen en

asuntos como la supervivencia de la institución monárquica. ¿Perdón? Con la que está

cayendo, la Corona es el último de los problemas de esta sociedad en emergencia sanitaria y

económica. Los médicos piden un segundo confinamiento, porque los hospitales vuelven a

estar al borde del abismo. Los comerciantes y los hosteleros imploran que les dejen reabrir

su negocios para no morir de hambre. Y en ese complejo equilibrio, en ese «salvemos vidas

sin sacrificar la economía», radica la correcta gobernanza. ¿Qué hace al respecto este

Ejecutivo? Mirar los toros desde la barrera. Observar cómo el hielo se descongela en

Barajas, en punto muerto.

Sandra Golpe

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