Sánchez es un satélite de Iglesias, que es quien parte el bacalao
Antonio Burgos
Con lo que estamos perdiendo, que veremos a ver qué nietos nuestros
pagan todo esto, ¿qué importancia tienen 200 millones de euros? Y es
lo que ha costado un satélite español para, entre otras misiones,
fotografiar especialmente el cambio climático. El satélite fue lanzado
desde la Guayana Francesa pero ocurrió una avería en el cohete que
había de ponerlo en órbita y... ¡adiós, Pampa mía, adiós nuestros 200
millones!». Seguramente era cosa del ministro astronauta. ¿Para qué
nos sirve un ministro astronauta si no nos dedicamos al lanzamiento
de satélites absurdos para perder el dinero que tanta falta nos hace en
la deuda publica o para rescatar la hostelería?
Tengo la clave de por qué apenas se ha comentado la
pérdida de este satélite español. Porque tenemos otro satélite mucho
más importante y está en La Moncloa: el satélite Sanchéz. Es un
satélite que gira sobre su propia órbita, naturalmente. Sánchez, que
inicialmente se había convertido en socio de coalición de gobierno de
Iglesias, al poco tiempo de constituirse el bloque antinacional y
anticonstitucional de la investidura se ha vuelto un satélite de
Podemos. Sánchez es un satélite de Iglesias, que es quien parte el
bacalao. Nos creímos que sus socios de coalición eran los satélites que
giraban en torno a su órbita del Gobierno, pero, a la vista está, es justo
al revés. Aquí se hace lo que quiere Podemos. A Pablo Iglesias no le
falla el cohete para lanzar sus propuestas, ideas y exigencias, que
todas acaban fotografiando el cambio climático que se ha operado en
una nación donde Sánchez, aunque dice que hay que cumplir la
Constitución artículo por artículo, lo que de verdad aplica es lo que el
vicepresidente de moña y sus ministros quieren.
Pero esperen, que hay más en esta clase de astronomía recreativa de la
política. Por si fuera poco que el presidente fuera un satélite de su
vicepresidente, con tal de mantenerse en el poder se ha convertido en
satélite teledirigido de los independentistas catalanes y de los
independentistas vascongados, según dejó bien claro Rufián en la
tribuna de oradores del Congreso. Sánchez es un satélite de los que
van a por todas, de los que nos ponen en la frontera con Venezuela y
con Cuba, de los que dicen que van a Madrid a acabar con el régimen
de libertades de la Constitución de 1978, de los que día a día, gesto a
gesto, socavan la suprema estabilidad que nos aseguran la Monarquía
Parlamentaria y la confianza que muchos españoles tenemos en Su
Majestad el Rey Don Felipe VI, por más que a cada momento estén
buscando las cosquillas de Don Juan Carlos, a quien lo único que le
falta es que saquen que conduce coches de alta gama con el carné con
todos los puntos agotados.
Planeta Separatismo, Planeta Herederos de la ETA, Planeta
antiespañol de Podemos. En esas tres órbitas, a las que se debe, se
mueve a sus anchas el satélite Sánchez. Eso, como Pedro por su casa.
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