La imagen de estabilidad institucional y certidumbre política que el Ejecutivo está
ofreciendo en Europa es demoledora, porque nadie entiende que sean los mismos socios
de legislatura de Sánchez quienes pretendan que la UE avale su propio
desmembramiento
ABC
A estas alturas, a nadie debería sorprender que ERC promueva una
iniciativa en el Parlamento Europeo para intentar lograr el
reconocimiento de la autodeterminación como un derecho «esencial»
y que Cataluña pueda «establecer libremente su condición política».
Tampoco debe sorprender que el PNV, Bildu o el fugado Carles
Puigdemont apoyasen esta peregrina idea, que lógicamente ha sido
rechazada de plano por una inmensa mayoría de la Cámara de
Estrasburgo por un doble motivo: porque en Europa no hay ningún
«pueblo» que no sea «libre», y porque es un contrasentido reclamar
un derecho que jurídicamente no existe como tal en el ordenamiento.
Lo que sí resulta sorprendente, y sobre todo peligroso, es que
Podemos votase a favor de medidas que justifiquen la secesión de las
naciones en Europa porque es el partido de coalición con el que Pedro
Sánchez comparte Gobierno. Pablo Iglesias siempre negó ser
independentista, pero este giro reafirma que miente. La imagen de
estabilidad institucional y certidumbre política que el Ejecutivo está
ofreciendo en Europa es demoledora, porque nadie entiende que sean
los mismos socios de legislatura de Sánchez quienes pretendan que la
UE avale su propio desmembramiento.
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