El hombre que susurraba al presidente:
«Con Bildu, sí»
Santos Cerdán convenció a Sánchez del viraje estratégico en Navarra. Años antes tiró
una silla en Ferraz por el veto a ese pacto. Ha sido enlace con Batasuna en Pamplona y
dicen que también habla con Otegui
Santos Cerdán León (Milagro. Navarra. 1969) ha ejercido de callado
maestro de ceremonias en la comunión política del PSOE con Bildu.
Fue este rocoso fontanero del socialismo navarro, hoy responsable de
Territorial de Ferraz, quien forzó el viraje estratégico de su
partido, de la noche a la mañana, para aceptar los votos de Bildu y
lograr que su amiga María Chivite gobernara Navarra. Él sembró la
relación con la vieja Batasuna a través de Adolfo Araiz, parlamentario
de Bildu en Pamplona, exabogado de ETA y partidario de la línea
«dura» en el pasado. Y, según apuntan en el entorno
«abertzale», mantiene contacto telefónico con el propio
Arnaldo Otegui.
Ferraz lo niega pero Sánchez quiere un canal directo con Bildu, sin que
Iglesias esté de intermediario
Ferraz lo niega tajante. «Ningún compañero de la ejecutiva habla con
Otegui». Como también se esconde pacto alguno con Bildu. «No
estamos pactando, nos están apoyando», añaden, aunque sí
admiten una «relación normalizada» entre los dos grupos. «Es una
fuerza democrática más».
«Claro que estamos hablando, hay vías con Iglesias, con el Gobierno y con el
PSOE», confirman en la coalición radical
El PSE queda al margen
Los de Otegui tienen su propio diagnóstico. «Claro que estamos
hablando, hay vías con Iglesias, con el Gobierno y con el PSOE». El
PSE, que mantiene una relación templada con Sánchez, queda al
margen de la triangulación.
Para entender la sinergia del PSOE con Bildu hay que mirar a
Navarra, donde Cerdán, leal escudero de Sánchez, se bregó como
político. «Santos llevó escolta doce años», repiten los suyos. Hoy
pilota el partido mientras José Luis Ábalos, secretario de
Organización, se centra en el Ministerio. Y es él quien maneja la
rueca con Bildu.
La suya fue una operación de alto voltaje político. Dicen que ni
Iván Redondo se atrevió a mover ficha en el tablero navarro. La «línea
roja» la fijó Zapatero y la mantuvo Rubalcaba: el PSOE no dependería
nunca de la «hipoteca» de Batasuna. También Sánchez se
comprometió a ello. Lo defendió «cinco y veinte veces», en público y
en privado. «Con Bildu no se acuerda nada», solemnizó el presidente
en junio de 2019. Chivite fue investida ese agosto. Su «agostazo».
Mientras Sánchez y otros dirigentes achicharraban su palabra negando un
acuerdo en Navarra, Cerdán ultimaba su jugada para investir a Chivite.
Había que esperar a que el resto del puzle autonómico encajara
Pero mientras el líder y otros dirigentes socialistas como Carmen
Calvo achicharraban su palabra, Cerdán ultimaba su jugada: «Con
Bildu, sí». Solo había que esperar a que encajara el resto del puzle
autonómico. Y vaya si lo logró: Bautismo en Navarra y
confirmación en Madrid. Todo va en el «pack».
La jugada de Cerdán viene de lejos. Estuvo en la negociación del PSN
para intentar que Fernando Puras fuera investido presidente
navarro en 2007, con Carlos Chivite de secretario general. Pepe
Blanco lo prohibió cuando estaba ya cerrado. Aquello provocó la
dimisión de Puras y, según los socialistas navarros, la muerte
prematura de Chivite poco después: un infarto a los 51 años. «Le mató
el disgusto», aseveran. Tampoco la federal autorizó una moción
de censura, sumando con Bildu, para echar a la presidenta Yolanda
Barcina (UPN) en 2014.
Cerdán fue siempre uno de los más beligerantes frente al veto histórico de
Ferraz a los pactos con nacionalistas en Navarra para desbancar a UPN
Rubalcaba dijo «no». Cerdán fue siempre uno de los más beligerantes
en la federación navarra contra las imposiciones de Madrid. Por ese
veto histórico del PSOE tiró una silla en el despacho de la cuarta
planta de Ferraz que ahora ocupa, le recordaba hace un año a un
compañero. Desde allí, hoy ha logrado desatar el nudo con
Bildu.
«Han empastado bien con Santos»
Leal escudero de Sánchez
Exfontanero del PSN, dio el salto a Ferraz en 2017. Sanchista de primera hornada,
estuvo en el lanzamiento de la candidatura , orquestó la secreta recogida de avales. Alojó
a Sánchez en una casa rural de su pueblo Milagro, en la Ribera navarra.
Oficialmente, en el PSOE insisten en que el único cauce abierto está
en el Congreso. Pero fuentes socialistas y nacionalistas conceden en
otorgar un papel relevante a Cerdán: «A través de Santos han
empastado bien», subrayan. Es Sánchez quien le encomendó
mantener una interlocución directa con Bildu: que no sea Iglesias el
único que enreda. Aunque siempre el PSOE ha negado todo contacto
con Batasuna. Han sido escasas las fotos de reuniones con Otegui. Y
así seguirá de momento. El líder Bildu asume que sigue siendo
tóxico.
Inquina a la derecha
Para entender el influjo de nuestro protagonista hay que volver al
Sánchez defenestrado. Cerdán es sanchista de primera hornada.
Estuvo en el lanzamiento de la candidatura a las primarias de 2017. Le
acogió en una casa rural de su pueblo, Milagro, localidad de la Ribera
navarra famosa por su cereza dulce. En una entrevista llegó a decir:
«He visto visto a militantes llorar al paso de Pedro». Él ejecutó la
secreta recogida de avales, los «57.369», casi tantos como Susana
Díaz. Fue el golpe de efecto letal para la victoria como le gusta repetir.
A Cerdán le pesa no haber sido alcalde de su localidad. Se presentó
dos veces y en las dos UPN le ganó. Sus rivales aseguran que le mueve
su inquina a la derecha. Llamó «fascista» a Iñaki Iriarte, de Navarra
Suma, por ir de comida con unos requetés. «En los pueblos de la
Ribera aún existe una lucha fraticida entre UPN y el PSOE,
aquí no existe el nacionalismo vasco», señalan en la coalición. Y en ese
esquema guerracivilista Bildu es percibido como un aliado más de la
izquierda frente a la derecha española. Así se entiende mejor por qué y
dónde nació el pacto.
ABC
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