lunes, 23 de noviembre de 2020

El hombre que susurraba al presidente: «Con Bildu, sí»


El hombre que susurraba al presidente:

«Con Bildu, sí»

Santos Cerdán convenció a Sánchez del viraje estratégico en Navarra. Años antes tiró

una silla en Ferraz por el veto a ese pacto. Ha sido enlace con Batasuna en Pamplona y

dicen que también habla con Otegui

Santos Cerdán León (Milagro. Navarra. 1969) ha ejercido de callado

maestro de ceremonias en la comunión política del PSOE con Bildu.

Fue este rocoso fontanero del socialismo navarro, hoy responsable de

Territorial de Ferraz, quien forzó el viraje estratégico de su

partido, de la noche a la mañana, para aceptar los votos de Bildu y

lograr que su amiga María Chivite gobernara Navarra. Él sembró la

relación con la vieja Batasuna a través de Adolfo Araiz, parlamentario

de Bildu en Pamplona, exabogado de ETA y partidario de la línea

«dura» en el pasado. Y, según apuntan en el entorno

«abertzale», mantiene contacto telefónico con el propio

Arnaldo Otegui.

Ferraz lo niega pero Sánchez quiere un canal directo con Bildu, sin que

Iglesias esté de intermediario

Ferraz lo niega tajante. «Ningún compañero de la ejecutiva habla con

Otegui». Como también se esconde pacto alguno con Bildu. «No

estamos pactando, nos están apoyando», añaden, aunque sí

admiten una «relación normalizada» entre los dos grupos. «Es una

fuerza democrática más».


«Claro que estamos hablando, hay vías con Iglesias, con el Gobierno y con el

PSOE», confirman en la coalición radical

El PSE queda al margen

Los de Otegui tienen su propio diagnóstico. «Claro que estamos

hablando, hay vías con Iglesias, con el Gobierno y con el PSOE». El

PSE, que mantiene una relación templada con Sánchez, queda al

margen de la triangulación.

Para entender la sinergia del PSOE con Bildu hay que mirar a

Navarra, donde Cerdán, leal escudero de Sánchez, se bregó como

político. «Santos llevó escolta doce años», repiten los suyos. Hoy

pilota el partido mientras José Luis Ábalos, secretario de

Organización, se centra en el Ministerio. Y es él quien maneja la

rueca con Bildu.

La suya fue una operación de alto voltaje político. Dicen que ni

Iván Redondo se atrevió a mover ficha en el tablero navarro. La «línea

roja» la fijó Zapatero y la mantuvo Rubalcaba: el PSOE no dependería

nunca de la «hipoteca» de Batasuna. También Sánchez se

comprometió a ello. Lo defendió «cinco y veinte veces», en público y

en privado. «Con Bildu no se acuerda nada», solemnizó el presidente

en junio de 2019. Chivite fue investida ese agosto. Su «agostazo».

Mientras Sánchez y otros dirigentes achicharraban su palabra negando un

acuerdo en Navarra, Cerdán ultimaba su jugada para investir a Chivite.

Había que esperar a que el resto del puzle autonómico encajara

Pero mientras el líder y otros dirigentes socialistas como Carmen

Calvo achicharraban su palabra, Cerdán ultimaba su jugada: «Con

Bildu, sí». Solo había que esperar a que encajara el resto del puzle

autonómico. Y vaya si lo logró: Bautismo en Navarra y

confirmación en Madrid. Todo va en el «pack».

La jugada de Cerdán viene de lejos. Estuvo en la negociación del PSN

para intentar que Fernando Puras fuera investido presidente

navarro en 2007, con Carlos Chivite de secretario general. Pepe

Blanco lo prohibió cuando estaba ya cerrado. Aquello provocó la

dimisión de Puras y, según los socialistas navarros, la muerte

prematura de Chivite poco después: un infarto a los 51 años. «Le mató

el disgusto», aseveran. Tampoco la federal autorizó una moción

de censura, sumando con Bildu, para echar a la presidenta Yolanda

Barcina (UPN) en 2014.

Cerdán fue siempre uno de los más beligerantes frente al veto histórico de

Ferraz a los pactos con nacionalistas en Navarra para desbancar a UPN

Rubalcaba dijo «no». Cerdán fue siempre uno de los más beligerantes

en la federación navarra contra las imposiciones de Madrid. Por ese

veto histórico del PSOE tiró una silla en el despacho de la cuarta

planta de Ferraz que ahora ocupa, le recordaba hace un año a un

compañero. Desde allí, hoy ha logrado desatar el nudo con

Bildu.

«Han empastado bien con Santos»



Leal escudero de Sánchez

Exfontanero del PSN, dio el salto a Ferraz en 2017. Sanchista de primera hornada,

estuvo en el lanzamiento de la candidatura , orquestó la secreta recogida de avales. Alojó

a Sánchez en una casa rural de su pueblo Milagro, en la Ribera navarra.

Oficialmente, en el PSOE insisten en que el único cauce abierto está

en el Congreso. Pero fuentes socialistas y nacionalistas conceden en

otorgar un papel relevante a Cerdán: «A través de Santos han

empastado bien», subrayan. Es Sánchez quien le encomendó

mantener una interlocución directa con Bildu: que no sea Iglesias el

único que enreda. Aunque siempre el PSOE ha negado todo contacto

con Batasuna. Han sido escasas las fotos de reuniones con Otegui. Y

así seguirá de momento. El líder Bildu asume que sigue siendo

tóxico.

Inquina a la derecha

Para entender el influjo de nuestro protagonista hay que volver al

Sánchez defenestrado. Cerdán es sanchista de primera hornada.

Estuvo en el lanzamiento de la candidatura a las primarias de 2017. Le

acogió en una casa rural de su pueblo, Milagro, localidad de la Ribera

navarra famosa por su cereza dulce. En una entrevista llegó a decir:

«He visto visto a militantes llorar al paso de Pedro». Él ejecutó la

secreta recogida de avales, los «57.369», casi tantos como Susana

Díaz. Fue el golpe de efecto letal para la victoria como le gusta repetir.

A Cerdán le pesa no haber sido alcalde de su localidad. Se presentó

dos veces y en las dos UPN le ganó. Sus rivales aseguran que le mueve

su inquina a la derecha. Llamó «fascista» a Iñaki Iriarte, de Navarra

Suma, por ir de comida con unos requetés. «En los pueblos de la

Ribera aún existe una lucha fraticida entre UPN y el PSOE,

aquí no existe el nacionalismo vasco», señalan en la coalición. Y en ese

esquema guerracivilista Bildu es percibido como un aliado más de la

izquierda frente a la derecha española. Así se entiende mejor por qué y

dónde nació el pacto.

ABC

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