El caudillaje de Iglesias en Podemos es ya un asunto menor, pero no por ello irrelevante. Se trata de tenerlo todo bien atado para que nada distraiga de la tarea principal. Iglesias ha demostrado su poder en el binomio que forma con Sánchez. Se mueve con la voracidad de una termita. El vicepresidente del Gobierno ha renovado mandato al frente de su partido haciendo un trámite del proceso interno.
Tanto Iglesias como Irene Montero, su número dos, se reparten el poder como si se tratara de un asunto personal, colocando en el núcleo duro a los asesores más cercanos en el Gobierno, para que no haya dudas ni errores. La argamasa del poder tapa mejor las grietas.
Sin temor ni cautela, mira a lo lejos y eleva como portavoz de Podemos a Isa Serra, condenada por agredir e insultar a la Policía. Si el Supremo confirma la condena del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Serra tendrá que dejar su acta de diputada en la Asamblea de Madrid, pero mantendrá un puesto relevante en la megafonía de Podemos para que se note que no hay poder del Estado que pueda doblegar a los representantes de la gente. Nada es frugal para Iglesias.
Iglesias pone el foco en la tarea principal. Hace seis años predicaba un asalto al poder cuyo camino ha allanado la inestabilidad política iniciada en 2015: «Nos llamaron de todo». La renuncia del sanchismo al centro -ya no se habla del PSOE- le ha abierto una puerta que solo es de entrada.
El objetivo es permanecer y combatir a aquellos que como explica el propio Iglesias «no van a sumar y por lo tanto no van a volver a gobernar». Iglesias tira de la cuerda para que Vox no afloje, y en esa tensión de los extremos nada vuelva a quedar entre medias.
Cuanto más Vox, menos PP, y por lo tanto más tiempo para que su Gobierno desmonte a los poderes del Estado que tienen vida propia, como suele ocurrir en las democracias liberales que tan poco le gustan.
Iglesias se ha solapado con Sánchez. El presidente del Gobierno posa y sonríe mientras Iglesias choca, agita, rasga y rompe. Iglesias es por formación un especialista en colonizar el poder. Su tarea no es de meses, sino de años.
Iglesias se salta la Transición -consenso y reconciliación- y provoca la pelea con Vox, les hincha la vena al primer rasguño. Solo la Unión Europea es ya un obstáculo insalvable en su camino. El poder no se traspasa, se ata.
Juan Pablo Colmenarejo ( ABC )
viñeta de Linda Galmor
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