UN GOBIERNO MASTODÓNTICO Y DESBORDADO
La gestión de la crisis en España no solo se ha visto lastrada por la imprevisión del Gobierno, y por la insolvencia del mando único a la hora de articular la toma de decisiones, sino por la ineficacia de un Gabinete compuesto por 22 ministerios.
Aunque Pedro Sánchez, con toda la parafernalia propagandística de La Moncloa, niegue la necesidad de reducir los ministros, la realidad es que la estructura mastodóntica de un Ejecutivo al que le sobran la mitad de carteras ha contribuido a hundir la acción gubernamental en el caos y la confusión.
Este extremo debe ser corregido de inmediato. Pablo Casado ya expresó en sede parlamentaria la exigencia de recortar un organigrama desorbitado que incluye cuatro Vicepresidencias y departamentos, como Consumo, completamente prescindibles. En plena hecatombe económica por el coronavirus, el Gobierno no puede seguir derrochando el dinero de todos los españoles.
Resulta inadmisible que un país como España, que ha presentado a Bruselas la mayor previsión de repunte del déficit público en la Eurozona, sea al mismo tiempo el que dispone del Gobierno más extenso. De hecho, el Consejo de Ministros ahormado por Sánchez es uno de los más nutridos de la democracia desde la Transición.
Ello se debe a tres factores. Primero, al cambalache de puestos con Podemos. La coalición obligó a trocear competencias y elevar a rango ministerial departamentos -como Universidades- que estaban integrados en otras carteras. Y, segundo, a la tómbola de cuotas dentro del PSOE:entre familias dentro de esta formación y entre territorios, con especial peso de aquellas federaciones que apoyaron a Sánchez para recuperar el trono en Ferraz.
Así, un dirigente sin formación académica especializada ni experiencia en la gestión sanitaria, como Salvador, Illa, del PSC, acabó siendo nombrado ministro de Sanidad. El de Sánchez e Iglesias era un Gobierno preparado para la polarización y el frentismo ideológico, y se ha topado con un enemigo real. De ahí la brecha entre PSOE y Podemos, la bronca entre ministros y la falta absoluta de coordinación en la acción institucional y en los mensajes.
El colmo de este galimatías es crear más subdirecciones generales e incrementar los cargos de libre designación, justo cuando el gasto en nóminas públicas -que este año ascenderá a 140.000 millones de euros- registrará la mayor subida de la última década.
La ciudadanía asiste con una mezcla de estupor y contenida indignación al bochorno de un Gobierno incapaz de controlar la pandemia. Hay dos factores que pueden hacer estallar el enojo social: la falta de autocrítica pública y la irresponsabilidad de perpetuar una estructura de gobierno cara, ineficiente y de probada inoperancia.
El Mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario