sábado, 18 de abril de 2020

No es una coleta, es una soga.

 

No es una coleta, es una soga.

En todo lo que hace hay algo solapado, es un político. Su maldad no conoce límites, es comunista.Tal y como Lenin tejió la Revolución Bolchevique con los muertos de la I Guerra Mundial, Pablo Iglesias urde con los mimbres de la tragedia del Coronavirus la proclamación de la III República porque ha nacido del mismo semen envenenado que engendró al Frente Popular. En las urnas le otorgamos la libertad de destruirnos como pueblo y como Nación, permitiéndole tejer su telaraña de nepotismo en las estructuras del Estado y en el andamiaje social que ha construido exacerbando los miedos y rencores del pueblo, separándolo en dos bandos irreconciliables con el apoyo y la entusiasta colaboración de la derecha papanatas que creyó ver en su coleta las hebras de la soga para ahorcar al PSOE. He ahí el resultado: los socialistas en el poder y el comisario comunista llevado al estrellato político por el PP, también. Y el PP, como siempre, haciendo el ridículo pero esta vez, y por muchos años, en la oposición, donde en vez de vertebrar y liderar la revuelta nacional contra el Gobierno, del que fue expulsado a coces parlamentarias, se dedica a ponerse de hinojos ante socialistas y comunistas haciendo mohínes y pucheros porque no le tratan con el almidonado respeto que cree merecer.
Rajoy, como todos los cobardes, prefirió morder de lejos con unos colmillos que no eran suyos. Eran de Pablo Iglesias, pero las dentelladas del comunista, en vez de descarnar electoralmente al PSOE, arrancaron del poder al PP que, ciego ante el desastre que había desatado, con su verbo enclenque y sus adjetivos blandengues sigue proponiendo esa clase de moderación que sólo conduce a la derrota. A la derrota de la Monarquía y de la Nación política tras haber consumado la derrota de la Nación histórica, cuyos despojos jalonarán la proclamación de la III República.
No, no es una coleta. Lo que a Pablo Iglesias le cuelga de la nuca y le cubre la incipiente chepa es una soga. Una soga que puso a disposición del PSOE para que trepara al poder y que en la posguerra del Coronavirus, con la complicidad de socialistas y separatistas y la timorata oposición del PP, ceñirá como una gola barroca alrededor del cuello de Felipe VI, que cada día se parece más a Alfonso XIII.  

Por Eduardo García Serrano

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