sábado, 4 de abril de 2020

Las “oenegés” alertan contra el Presidente Viktor Orban pero no por las muertes masivas de ancianos españoles.



La Unión Europea acaba de declarar la guerra a Viktor Orban por defender a su Patria. Lo hace porque el mandatario magiar ha proclamado un Estado de alarma, convalidado por el Parlamento, que le otorga poderes absolutos de manera indefinida mientras dure la crisis sanitaria.
¿Les suena de algo la situación de excepcionalidad política decretada por Hungría? Sí. Es la misma que decretó Pedro Sánchez en España hace dos semanas, siendo prorrogada después por las Cortes españolas. Procedimiento que contempla la Constitución española como también lo hace la húngara que ha otorgado poderes excepcionales al presidente Orban.
Pero, ¿por qué la Unión Europea se irrita con Viktor Orban y no con Pedro Sánchez si ambos se han investido con poderes absolutos para gobernar con el mismo procedimiento constitucional y legal?
Es muy sencillo. Pedro Sánchez usa el Estado de alarma decretado para anunciar que abrirá las fronteras a la inmigración africana e islámica a la que otorgará sanidad universal gratuita, además de conceder ayudas económicas y sanitarias a nuestros vecinos del Sur como Marruecos (mientras este país anuncia su hostilidad hacia España cerrando el paso fronterizo a los españoles, declarados los “apestados” de Europa). Pedro Sánchez no ha hecho cierre total de fronteras; siguen entrando pateras africanas. Pedro Sánchez defiende no una economía protectora del bien social, sino una planificación liberticida de raigambre comunista que roba las herencias de los ancianos que mueren, que succiona a las Pymes con impuestos de Renta e IVA o que mata a los hogares con el recibo de la luz. Pedro Sánchez está fomentando un europeísmo vacuo y plañidero del poder de las naciones del Norte sobre las del Sur donde España, que ya perdió su Soberanía industrial y económica y fue sometida a Tribunales extranjeros antinacionales, se achanta ante Alemania. Pedro Sánchez gastará 100 mil millones de euros en cambio climático, centenares de millones en chiringuitos feministas y otros tantos en inmigración subsidiada con pagas de 600 euros mensuales a los “menas”. Pedro Sánchez, como buen progre, con tanta porquería gubernativa y despilfarradora en favor de las ideologías disolventes y untadas es bendecido por las élites de Bruselas.
Viktor Orban en cambio es nacional-patriota, y el feminismo como la ideología de género están proscritas de los fondos públicos. Ha decretado un cierre absoluto de fronteras que ya practicó con la crisis de los “refugiados” de 2015 cuando alertó de la falacia buenista que vestía como falsos refugiados a los inmigrantes traídos a Europa bajo tutela de mafias en comandita con las ONGs a sueldo de George Soros. Del mismo modo ha “militarizado” toda su Nación poniendo las empresas al servicio de la economía nacional para fabricar productos sanitarios esenciales y de primera necesidad. Castigará con penas carcelarias a los que rompan la cuarentena poniendo en riesgo la vida y la salud así como a los medios de comunicación que se rían de la epidemia o extiendan informaciones intoxicadoras sobre la labor del gobierno. En Hungría ya no hay ciudadanos; hay soldados al servicio de una guerra, y así lo ha proclamado el Presidente. Orban ha logrado, para aprobar el decreto de fortalecimiento del poder ejecutivo que le otorga poderes excepcionales, la mayoría holgada en el Parlamento. Un procedimiento absolutamente legal.
“Amnistía Internacional” o el “Comité Helsinki” han denunciado severamente a Orban. “El poder ilimitado no es un remedio”, han dicho. Es necesario “el control parlamentario”, han remachado. La Alta Comisionada de la ONU para los “derechos humanos”, la sempiterna enchufada Michelle Bachelet (ex presidenta socialista chilena) ha alertado de “los poderes ilimitados de Orban” contra los derechos humanos. La Comisión Europea se une al coro de críticas contra Orban y su portavoz de Justicia le recuerda que Hungría debe respetar las leyes europeas sobre derechos humanos.
La pregunta es: ¿por qué, contra España siendo que Pedro Sánchez ha convertido España en una dictadura bolivariana que ya amenaza a la propiedad privada por boca de Pablo Iglesias, no hay críticas? ¿Por qué instituciones y organismos que se proclaman “neutrales” y defensores de “derechos humanos” atacan a Naciones conservadoras y patrióticas como Hungría y dejan hacer y deshacer al único gobierno europeo –el español- donde hay comunistas peligrosos controlando el CNI, relacionados con narcodictaduras asesinas y que proclaman la abolición de la propiedad privada?
Se les ve el plumero a nuestros progres. Ponen la ideología sectaria, marxista y anticristiana por encima de la vida y la salud. Oenegés, Unión Europea y ONU se revelan hoy más que nunca en su función de asentamiento de la hegemonía internacional del ideario globalista o marxista cultural que pasa por inyectar en la vena de los Estados a los gobernantes feministas, proinmigracionistas, anti-familia y anti-Estado/Nación como Pedro Sánchez derribando a los patriotas como Viktor Orban.
A nuestros organismos internacionales de “derechos humanos” las muertes masivas de ancianos en residencias de mayores españolas les dan igual. Para esto no hay las alertas que sí lanzan contra Viktor Orban por querer defender su Patria. Pero Hungría a día de hoy tiene 585 contagiados y 21 fallecidos, y España va por los 10 mil muertos y los 100 mil contagiados.
Más importante que la vida y la salud de las personas es la cruzada internacional marxista y buenista contra los gobernantes patriotas y conservadores como Orban que son, por cierto, los que menos muertos están cosechando en una pandemia global de consecuencias impredecibles.
José Miguel Pérez

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