domingo, 19 de abril de 2020

Director del Hospital de IFEMA: "Ha faltado planificación y un liderazgo alejado de ideas políticas"

Antonio Zapatero, presidente de FACME y director del Hospital de IFEMA
© Proporcionado por El Independiente Antonio Zapatero, presidente de FACME y director del Hospital de IFEMA
El doctor Antonio Zapatero habla alto y claro sobre España y el coronavirus. «Ha faltado planificación», dice. «Ha faltado una política de Salud Pública que se tomara en serio que una pandemia así podía ocurrir», añade. «Ha faltado un liderazgo claro».
Nos hemos confiado. Nos avisó China en enero e Italia en febrero y no se tomaron medidas. Sorprende que no preparásemos una estructura para lo que venía»
Director del Hospital de campaña de Ifema y presidente de la Federación de Asociaciones Científicas Médicas de España (FACME), Zapatero atiende la llamada de El Independiente desde su nuevo lugar de trabajo para echar la vista atrás y adelante. Qué ha ocurrido para que España se convierta en uno de los países con peores datos en la crisis del coronavirus y qué lecciones hay que extraer para el futuro.
El doctor, jefe del servicio de Medicina Interna del hospital de Fuenlabrada y profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad Rey Juan Carlos, también insufla algo de esperanza: «Parece que lo peor ya ha pasado».
Pregunta: En los últimos días se ha abierto el debate sobre si los niños deben poder salir de sus casa, ¿qué opina usted?
Respuesta: Antes de tomar cualquier decisión nos haría falta mucha más información de la que tenemos. Este virus tiene un comportamiento tremendamente banal en los niños, pero estos pueden ser vectores, portadores del virus. En una situación así tienes que ponderar en qué te basas para tomar una decisión y qué efectos puede tener. Yo sería cauteloso e intentaría primero saber exactamente cuántos de nosotros hemos pasado la enfermedad. Yo no tengo niños, pero admito que tenerlos en casa confinados es una gran presión. Pero, repito, aunque el virus es prácticamente benigno en niños, pueden ser vectores. No será ni mucho menos una decisión fácil.
P: ¿Cuál es la clave en el momento actual?
R: Ahora mismo es muy importante conocer el estatus inmunológico de la población, saber cuánta gente ha sido ya infectada y ha pasado la enfermedad. No es lo mismo que esta infección la haya pasado el 80 por ciento de la población o el 20, porque eso te va a permitir decidir cómo serán las medidas de desescalamiento. En función de ese dato, puedes tomar decisiones con mucha más evidencia. Pero, ojo, en China hay pacientes que han pasado la infección, que han tenido un cuadro clínico con un positivo en coronavirus, y que no han desarrollado inmunización. Es un virus un poco liante en ese sentido y cabría la posibilidad de volver a contagiarse. Pero, quitando eso, nos ayudaría mucho saber el estatus inmunológico de la población.
P: Entonces, ¿usted no se cree los datos de contagiados y de fallecidos?
R: El número de contagiados es mucho mayor. Hasta hace poco solo se hacían pruebas de PCR y su desarrollo ha sido de forma muy progresiva. En Madrid, cuando empezó la epidemia, se hacía en pocos hospitales. Pero ante la dificultad de este tipo de pruebas, se decidió que no se le harían test PCR a pacientes con un cuadro clínico compatible con el coronavirus. Los datos de las PCR te dan una imagen de una parte muy pequeña de la ciudadanía, únicamente de los enfermos que han contactado con atención primaria o con un hospital. Los test masivos te pueden dar una información mucho más completa y es el trabajo que hay que hacer ahora. Esto te dará una fotografía mucho más verídica del perfil inmunitario de la gente. 
P: Ahora viene un momento complicado, con la gente muy cansada tras semanas confinadas y con el famoso desescalado. ¿Cuál es la clave para manejar esta situación y que la gente actúe sin volverse loca?
R: Hay que tener claro que la vida normal que hacíamos hasta hace dos meses nos va a llevar muchísimo tiempo recuperarla. Esto no va a ser lo que era, tanto desde un punto de vista relacional como social. La imagen de España dentro de unas semanas cuando salgamos a al calle será ver a gente con mascarillas, como cuando ibas a Asia de viaje, habrá que mantener la distancia social de metro y medio y lavarse las manos de forma frecuente. Nos va cambiar nuestra forma de relacionarnos porque el virus va a quedarse con nosotros y, hasta que no estemos inmunizados, podrá seguir haciendo daño. Es muy importante que el nivel de inmunización sea muy alto porque puede ocurrir como con el virus del Sarampión. Es un virus que sigue estando ahí, porque hay gente que no se inmunizó y porque había vacunas poco eficaces, y de vez en cuando hay brotes esporádicos. La diferencia es que el coronavirus tiene una letalidad muy alta en pacientes mayores. Ya hemos pasado la fase crítica, pero nos queda mucho por andar y nos va a cambiar de forma clara nuestro estilo de vida hasta que haya una vacuna, si es que la hay.
P: ¿Es usted partidario de relajar las medidas de confinamiento como está haciendo el Gobierno con determinados sectores?
R: Yo entiendo que es una tragedia económica brutal, sobre todo para bares, restaurantes, cines… pero es que la tragedia sanitaria está por encima de cualquier bien económico. Hemos visto que cuando se han relajado las medidas en lugares como Singapur o Hong Kong, ha habido un aumento de casos. Mientras ese aumento sea gestionable por el sistema sanitario tampoco va a pasar nada grave. La clave está en que los hospitales tengan la capacidad de atender y no ocurra todo de forma explosiva como en el inicio de la epidemia en nuestro país. Eso fue brutal. Lo que hay que ver es hasta qué punto es gestionable el número de nuevos casos con la liberalización de aislamiento. Aunque sea una tragedia económica, y sabiendo que nos va a llevar mucho tiempo recuperarnos, la salud debe primar. Es un virus muy infeccioso, tiene capacidad de hacer daño y puede afectar a cualquier estrato de la población.
P: Pero en niños y jóvenes es más benévolo, ¿no?
R: Aquí en IFEMA hemos visto muchos casos de gente joven que han estado en una situación vital muy comprometida. El perfil de pacientes que recibíamos antes eran personas de entre 20 y 30 años en situación no muy complicada. Hemos recibido como 4.000 de ese perfil. Pero hay muchos casos que se han complicado: en los primeros días entró un chico de 28 años, sano y deportista, que ingresó y se puso francamente malo. Hubo que trasladarlo a una UCI. Sabemos que la mortalidad es menor en la gente joven, pero les supone una estancia en UCI con todo lo que eso conlleva. Aunque a los mayores los mata en un porcentaje altísimo, este virus no ha perdonado a nadie.
P: ¿Se puede decir que ya se ha superado el colapso del sistema sanitario?
R: En ese aspecto hemos mejorado de forma notable. Madrid, por ejemplo, tiene 36 hospitales públicos y dedicó todos sus recursos públicos y también privados al COVID-19. Estamos hablando de 24.000 camas dedicadas al coronavirus, cuando lo habitual es que haya entre 12.000 y 13.000 camas. Y de UCI se han multiplicado por cuatro, hasta las 2.000. En los últimos días de marzo, había 3.000 pacientes que venían a ingresar cada día solo en Madrid. Era una situación devastadora, un día tras otro. Ahora todo está mejor y parece que lo peor ya ha pasado.
P: Según los datos oficiales, somos el país con más muertos por millón de habitantes. ¿Qué se ha hecho mal y que podemos aprender de esto?
R: Si miras para atrás, ves países como Corea del Sur o Alemania que lo han gestionado muy bien. En el otro extremo estamos nosotros, Italia o Estados Unidos. De esto aprendes cosas, claro, no hemos tenido una política de Salud Pública comunitaria, con la importancia que eso tiene. Nos hemos confiado. Nos avisó China en enero e Italia en febrero y aún así no se tomaron medidas. Sorprende que no preparásemos una estructura para lo que venía: hago referencia a acumular respiradores y equipos de protección. Sabiendo que te venía algo de este calibre, se podía haber hecho algo para evitar que hubiera un porcentaje tan alto de sanitarios contagiados, muchos de ellos por no disponer de los equipos de protección adecuados. Eso es algo que no debería haber ocurrido.
P: ¿Qué ha faltado?
R: Ha faltado planificación. Ha faltado una política de Salud Pública que se tomara en serio que una pandemia así podía ocurrir. Ha faltado un liderazgo claro alejado de ideas políticas, un liderazgo evidentemente de un experto, de una persona de confianza del Gobierno pero que inspire confianza en la ciudadanía y en la gente que hay por debajo, en los médicos y técnicos. Que esa persona liderase la gestión de estos recursos, las camas, respiradores, hospitales de campaña… Se tenía que haber hecho una previsión de compras con más tiempo. Y todo esto basado en criterios técnicos. Tenía que haber habido un mando mucho más técnico que el que ha habido. Como presidente de FACME, creo que hubiese sido bueno que se apoyaran más en sociedades científicas y médicas. Tenemos una clase médica con un conocimiento científico alto. Podríamos haber aportado soluciones o aspectos para intentar que el coronavirus no fuera lo devastador que ha sido. Se tenía que haber hecho un plan: aislamiento sí o no, niños encerrados sí o no, y todo basado en la mejor evidencia científica disponible. Eso nos habría llevado a tomar mejores decisiones en muchos aspectos. Aunque obviamente es una crisis muy difícil de gestionar.
P: ¿Sería bueno que en el futuro el ministro de Sanidad tenga experiencia previa en Sanidad?
R: Con todo el respeto al ministro Illa, que le conocí en IFEMA y de trato es una persona encantadora, yo creo que lo habría llevado mejor una persona con conocimiento médico. Aunque es cierto que a toro pasado es fácil hablar. Creo que con que seas un buen gestor es suficiente. Aunque no sepas de medicina, si te rodeas de gente que sabe gestionar una crisis sanitaria -y eso se hace si eres un buen gestor-, si te apoyas en gente que sabe y haces un grupo de expertos que sabe, si pides asesoramiento… Es fácil identificar personas con criterio científico en nuestro país. Ese grupo técnico hubiera sido suficiente. No creo que el problema resida en que el ministro sea o no médico, pero el problema sí puede estar en que haya un liderazgo por gente experta y un comité de expertos alejado de ideas políticas.

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