Los dos decretos aprobados por el Gobierno el pasado fin de semana tienen un inconfundible aroma a Pablo Iglesias.
El primero de ellos (aprobado el 27 de marzo RD 9/2020) establece, entre otras cosas, la prohibición de despidos por causas objetivas, como, por ejemplo la caída de la actividad. El líder de Podemos se apresuró a apuntarse el tanto en Twitter: «Hoy hemos aprobado nuevas medidas para proteger a la gente trabajadora de la crisis del coronavirus». Todo ello acompañado por un hashtag suficientemente explícito: #Prohibidodespedir.
El segundo (aprobado con nocturnidad, alevosía y mucha improvisación el 29 de marzo, RD 10/2020) es el que establece la suspensión de trabajo presencial en toda actividad no esencial (el parón de la economía), estableciendo para ello un permiso retribuido de ocho días con cargo a las empresas.
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no desaprovechó la ocasión para arrimar el ascua a su sardina: «En esta crisis sanitaria el interés general debe prevalecer sobre el particular».
La facción podemita del Gobierno va, poco a poco, imponiendo sus tesis ante la parálisis de Pedro Sánchez que, después del paquete de medidas económicas, ha ido perdiendo terreno día a día.
Los decretos del fin de semana pueden considerarse un triunfo de las tesis de Pablo Iglesias. Los empresarios son los malos de esta película de terror
Cree Iglesias que prohibir los despidos es la solución a la clase trabajadora. Cuando baje la marea veremos la basura que ha dejado sobre la playa. Podremos comprobar cuántas pequeñas empresas han tenido que cerrar, cuántos miles de empleos se van a perder. Pero, eso sí, qué bien queda eso de prohibir el despido. Podrían prohibir la muerte, sería más efectivo.
El interés general, lo crea o no la ministra de Trabajo, es que las empresas puedan aguantar esta crisis. Porque si no es así, no habrá Estado que soporte los costes que va a acarrear esta mezcla explosiva de imprevisión e impericia.
La poca credibilidad que ya tenía el Gobierno se ha esfumado este fin de semana. El esfuerzo que hace el conjunto de la sociedad para salir cuanto antes de esta pesadilla se ve pisoteado por los que no desaprovechan la ocasión para imponer sus tesis al precio que sea.
Ayer, el Gobierno reveló que el número de sanitarios contagiados por el virus alcanza los 12.300. Es decir, ¡un 14,5% del total!, cuya cifra supera ya los 85.000.
Es esa vergonzosa cifra (cuyo volumen tiene que ver con la imprevisión y la mala gestión del Gobierno), junto al colapso de las Unidades de Cuidados Intensivos en algunas comunidades, como Madrid o Cataluña, lo que ha llevado a decretar el parón económico. No es una medida preventiva, sino una necesidad ante el colapso del sistema sanitario.
El Gobierno no sólo ha perdido su escaso crédito este fin de semana, sino que ha perdido el apoyo de amplios sectores con cuya colaboración, hasta ahora, contaba. La CEOE, por boca de su presidente, Antonio Garamendi, calificó ayer de «muy peligroso» el parón decretado sin consulta previa a los empresarios. El Gobierno vasco ha advertido de que el decreto del domingo «puede llevarse por delante el sistema de bienestar social«. El PNV ha dejado caer que podría dejar de apoyar al Gobierno.
El presidente, tras la aprobación del estado de alarma y del paquete de medidas económicas, ha perdido la iniciativa y el liderazgo
Y Pablo Casado ha dicho ¡basta ya! El líder de la oposición ha anunciado que no apoyará la convalidación de los dos reales decretos en el Congreso si no se producen cambios sustanciales. Como, por ejemplo, que el permiso obligatorio sea costeado por el Estado y no por los empresarios.
La unidad se resquebraja y Sánchez va a tener que echar mano de sus aliados independentistas, que se cobrarán su apoyo, si es que se lo dan, a precio de oro, o de chantaje.
El presidente, tras el pequeño paréntesis de la aprobación del estado de alarma y del paquete de medidas económicas, ha perdido la iniciativa y el liderazgo, que es lo que la mayoría de la sociedad reclama al jefe del Gobierno en una situación de angustia y desesperanza como la que estamos viviendo
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