No le han metido una cabeza de caballo en la cama, de momento. Le han hecho hacer el ridículo, que es peor, una vez más. Entre balbuciente y destemplado (vulgo: acojonado) le encargó a sus escribas dos comunicados radicalmente opuestos emitidos en un parpadeo de tiempo, antes y después de la visita. Justo lo que tardó el miedo en aflojarle los esfínteres. Ni un segundo más.
Cuando sus cómplices de ERC defenestraron a Torra arrojándolo al vertedero como un orinal viejo, el chapero socialista de comunistas y separatistas galleó, sacó pecho y canceló la mesa bilateral entre hispanicidas y botarates del PSOE hasta que unas elecciones, ilegítimamente convocadas por un delincuente inhabilitado, coronasen a otro traidor como presidente de la Generalitat. Creyó el chapero socialista de comunistas y separatistas que los navajazos en el albañal catalán entre sus cómplices, le regalaban tiempo para dilatar la consumación de la felonía. No es más tonto porque no tiene más años.
Eufórico, comunicó la cancelación de la mesa bilateral de hispanicidas y botarates del PSOE… hasta que llegó la visita. La visita del Rufián Luca Brasi de ERC, que no traía, de momento, una cabeza de caballo para metérsela en la cama, pero sí la amenaza cierta, caliente y perenne de sacarlo a patadas en el culo de la Moncloa si mantenía la desconvocatoria de la mesa bilateral y cancelaba la amnistía para los traidores. Es tonto, pero aprecia su vida. Sabe que las deudas con la Mafia se pagan siempre. De una u otra forma, en metálico o en sangre, pero se pagan. Es tonto, pero hasta ahí sí llega. Sabe, es lo único que sabe, que para que las huellas de sus nalgas permanezcan en el sofá de la Moncloa y la horma de su cuerpo continúe en el colchón presidencial (sin cabezas de caballo), tiene que pagar en forma y en plazo la traición que se comprometió a consumar para ser presidente del Gobierno. Y así lo hizo. El Rufián Luca Brasi de ERC dictó un nuevo comunicado en el que nos garantizan que el chapero socialista de comunistas y separatistas seguirá obedeciendo en la Moncloa como lo que es, un buen siervo, un dócil esclavo de los enemigos de España.
Escrito por Eduardo García Serrano
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