Es descorazonadora la falta de respeto con la que el todavía ministro del Interior en funciones está tratando a la Guardia Civil.
Prometió que sus agentes de Tráfico seguirían en Navarra y, a la primera de cambio, Sánchez les ha sacrificado para obtener el plácet del PNV a su investidura. El Instituto Armado está en la diana permanente de los independentistas.
Y con el traspaso de la transferencia de tráfico a la Comunidad Foral comienza su minimización, igual que ya ocurre en el País Vasco y Cataluña. Marlaska ya ha desairado a la Guardia Civil por episodios tan chuscos como el de abroncar a sus mandos por la detención de nueve CDR.
Si el titular de Interior no es capaz de defender a las fuerzas de Seguridad, muy grande le queda la cartera.
El Mundo
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