jueves, 5 de diciembre de 2019

Lo datos que no nos cuentan los ecologistas




China es el mayor emisor de dióxido de carbono: un 30% del total mundial

Lo datos que no nos cuentan los ecologistas: deberían dar la murga a China y no a España

la Cumbre del Clima de la ONU, que se celebra en Madrid  por invitación del socialista Pedro Sánchez y que tendrá un coste para los españoles de 86 millones de euros.
Pedro Sánchez considera ‘fanático’ a un premio Nobel de Física
De momento, lo que ya hemos podido averiguar es que los españoles vamos a tener que pagar mucho más que eso para que Sánchez pueda presumir de ecologismo ante otros líderes mundiales. Para empezar, ha exigido un mayor compromiso con la descarbonización, lo que podría significar el cierre de las centrales térmicas que aún quedan en España, el despido de sus empleados y el paro para los transportistas que dependen de ellas (en Puentes de García Rodríguez, en La Coruña, donde Endesa ha anunciado el cierre de una central térmica, ya ha habido protestas, porque el pueblo, si desaparece la central, se va directamente al garete). Sánchez también ha insultado a los que cuestionan la tesis del cambio climático provocado por el hombre, llamándoles «fanáticos». Entre esos «fanáticos», como él los llama, podría citar al premio Nobel de Física Ivar Giaver, que considera el alarmismo climático como una «nueva religión», y a cientos de científicos más que discrepan de las tesis de la ONU al respecto.
España ha pasado a importar energía de Francia (nuclear) y Marruecos (carbón)
Hay muchas cosas que los ecologistas no dirán en esta cumbre, porque provocarían mucho rechazo, empezando por las consecuencias que está teniendo el ecocatastrofismo para España. Para empezar, el cierre progresivo de centrales términas y nucleares en nuestro país ha significado que desde 2016 hemos pasado de exportar energía eléctrica a importarla, en parte porque las energías renovables tienen un inconveniente: dependen de las condiciones meteorológicas. Un parque eólico necesita viento para funcionar y una central fotovoltaica necesita luz solar. Por otra parte, que nuestro país cierre centrales térmicas y nucleares no significa que se deje de contaminar para obtener esa energía. España importa una cantidad considerable de energía de Francia, que a diferencia de nosotros tiene una amplica red de centrales nucleares. Así mismo, a finales del año pasado, España empezó a importar energía a Marruecos procedente de una nueva central térmica recién inaugurada, invirtiendo así el saldo energético entre ambos países (Marruecos solía importar energía de España, ahora es al revés). Las centrales marroquíes juegan con ventaja ya que no pagan derechos de emisiones de CO2 como las europeas.
El coste de la agenda ecologista en la factura de la luz
A lo anterior hay que añadir que los costes de producción de las llamadas renovables son mayores y están encareciendo más y más la factura de la luz en nuestros hogares, además de tener un coste astronómico para todos los contribuyentes. Para que nos hagamos una idea, la apuesta de Zapatero con las energías renovables nos ha costado ya unos 85.000 millones de euros a todos los españoles y podría llegar a alcanzar los 200.000 millones. Algunos se están forrando con este negocio a costa de una creciente presión fiscal sobre los contribuyentes. Esto no hay economía que lo aguante. Para que nos hagamos una idea, uno de los países que más presume de ecologismo en Europa, Alemania, es también el país que más electricidad produce con carbón, y no le queda más remedio porque su empeño en cerrar centrales nucleares y su apuesta por las energías renovables ha conllevado un considerable aumento de los precios de la electricidad en el país. Tener satisfechos a los ecologistas está encareciendo las vidas de las familias europeas. ¿Y para qué? ¿Los efectos son tan relevantes como para conllevar tantos sacrificios?
China es el país que más contamina del mundo con mucha diferencia
Para que nos hagamos una idea de lo insignificante que es el papel de Europa en esa lucha sin cuartel que el ecologismo ha declarado contra el llamado cambio climático antropogénico, basta con señalar que China es actualmente el país que más dióxido de carbono arroja a la atmósfera, un 30% del total: emite más que Estados Unidos, India, Rusia y Japón juntos, y más del doble que la suma de los 28 países de la Unión Europea. Mientras aquí la izquierda, comunistas incluidos, se dedican a culpar al capitalismo de los problemas del clima, la dictadura comunista china tiene el río más contaminado del mundo (el Linfen) y es el que más plástico vierte a los océanos: 3,53 millones de los 8,8 millones de toneladas de plástico que se vierten a los mares cada año proceden del gigante asiático. Mientras aquí en España los ecologistas consiguen que se vayan al paro los trabajadores de las centrales térmicas y de todas sus empresas dependientes, China acumula el 50,5% del consumo mundial de carbón y es responsable del 46,4% de la producción mundial de ese mineral. Así que si los ecologistas fuesen coherentes, estarían montando sus cumbres climáticas en China y organizando manifestaciones de protesta ante las embajadas de esa dictadura. ¿Por qué no lo hacen? ¿Tal vez porque incordiar a un gobierno comunista no entra dentro de la hoja de ruta antiliberal y anticapitalista de la izquierda ecologista?
Foto: Kevin Frayer. Un hombre empujando un triciclo cerca de una central eléctrica a carbón en la provincia de Shanxi, China.

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