En las bodas hay la tradición, no escrita, pero aplicada que el novio debe llegar antes que la novia y entrar a la iglesia o al lugar de la ceremonia con el pie izquierdo. La espera no debe ser inferior a 20 minutos. En ese tiempo pueden ocurrir dos cosas: que el novio se ponga de los nervios, o que la novia salga corriendo al pensar en la que se le viene encima.
Tampoco hay que olvidar el viejo refrán que dice “en martes, ni te cases ni te embarques”, porque según la mitología Romana, Marte es el dios de la guerra, por lo que se cree que este día de la semana puede acarrear desgracias o catástrofes.
El posible pacto del PSOE con ERC para posibilitar la investidura de Pedro Sánchez, viene a ser como una boda tradicional: el aspirante a seguir gobernando es Pedro Sánchez, la novia ERC y el cura que oficia y bendice el enlace es Pablo Iglesias. Después están los padrinos, testigos y acompañantes.
Todo el mundo está en la iglesia, pero la novia se hace de rogar, es su gran día y está dispuesta a disfrutarlo de la mejor manera posible. Eso es lo que están haciendo los republicanos, apurar hasta el último minuto para sacarle más partido al compromiso. Lo que ocurre es que el novio, en esa espera tiene tiempo de pensarse en la que se va a meter e igual le da por ir a comprar tabaco. Ya se sabe lo que ocurre con eso de ir a comprar tabaco.
ERC debe plantearse que tal como está el patio político podría aplicarse el refrán popular que dice “Más vale una mala boda, que un buen entierro”.
ERC debe plantearse que tal como está el patio político podría aplicarse el refrán popular que dice “Más vale una mala boda, que un buen entierro”. Hay demasiados sectores en contra del posible gobierno PSOE& Unidas Podemos con el apoyo de los independentistas, no les gustan los socios elegidos. Así que cuanto más pretendan “cobrar” por su apoyo, peor lo pueden vender Pedro Sánchez y los dirigentes socialistas algunos de los cuales, en privado, están que trinan, pero callan. Porque al final le van a dar la razón a John William Cooke quien afirmaba que “los pactos políticos entre fracciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes”.
Las prisas siempre son malas consejeras, está claro, pero las esperas largas solo generan incertidumbres y malestar. Se quiere llegar a la investidura antes de las doce campanadas, dicen que es la mejor manera de empezar el cambio de digito. Otros en cambio, afirman que es para que a más de uno se les atragantes las uvas. Con tantas peticiones de los padrinos de la boda, lo único que se está percibiendo es que esto no las bodas de Caná, ni Pedro Sánchez es Jesucristo que puede multiplicar los panes y los peces.
El mercadeo es lo que los ciudadanos/nas están viendo con cara de incredulidad por el espectáculo de los políticos que piensan más en sus intereses partidistas que en los de la ciudadanía. Al final, o quizás al principio va a tener razón Gustave Le Bon, médico y sociólogo francés, autor de Psicología de las masas que argumentaba “uno de los hábitos más peligrosos de los hombres políticos mediocres es prometer lo que saben que no pueden cumplir”.
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