Quim Torra avala la estrategia violenta de los CDR para conseguir la independencia
El presidente catalán culmina un año de apoyo incondicional a los Comités de Defensa de la República avalando la desobediencia
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Acababa de ratificar el Parlament su apuesta por la "desobediencia", la expulsión de la Guardia Civil de Cataluña y la "amnistía" a los líderes del procés, cuando Quim Torra arrancó a aplaudir desde su escaño mientras profería gritos de "libertad".
La mayoría de los diputados independentistas imitaron al president que, con su gesto, no estaba celebrando las renovadas intenciones insurrectas de la Cámara catalana, sino exigiendo en sede parlamentaria la liberación de los siete integrantes de los Comités de Defensa de la República (CDR) que acababan de ingresar en prisión provisional por planear acciones violentas coincidiendo con la pronta publicación de la sentencia del Tribunal Supremo.
Conocía el jefe del Ejecutivo catalán que dos de los encarcelados ya habían confesado a los investigadores su intención de usar el material explosivo incautado para "hacer ruido" este otoño, pero eso no le impidió jalear a los radicales independentistas. Una acción que para los diputados constitucionalistas de PP y Ciudadanos constituyó un aval institucional de la Generalitat al uso del «terrorismo» para conquistar la secesión y responder al fallo del Supremo.
Así culminó Torra un año de apoyo incondicional a los CDR, grupúsculos cada vez más organizados que no se conforman con los actos de protesta y boicot promovidos por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y pretenden elevar la presión sobre el Estado y las propias formaciones secesionistas -especialmente ERC y el PDeCat- con acciones como las que han propiciado el encarcelamiento de siete de sus miembros.
"Toda la familia apuntada a los CDR"
El president -que se jactó de tener a "toda la familia apuntada a los CDR"- comenzó a alentar a los violentos aprovechando la conmemoración del primer aniversario del 1-O. Mientras los radicales colapsaban Cataluña con cortes viarios y ferroviarios, Torra les animó micrófono en mano con su célebre "apretad, hacéis bien en apretar".
Desde entonces, el sustituto de Carles Puigdemont ha respaldado la violencia para imponer la autodeterminación en más ocasiones, como cuando sugirió que Cataluña debería imitar la "vía eslovena" para certificar su separación del resto de España, dando por válido el resultado del referéndum ilegal de 2017.
A pesar de que el país balcánico se independizó de Yugoslavia tras una guerra de 10 días que causó 74 muertos: 44 miembros del ejército yugoslavo, 18 eslovenos y 12 extranjeros, Torra proclamó: "Ya no hay marcha atrás y estamos dispuestos a todo para vivir libres. Hagamos como ellos. Los eslovenos lo tuvieron claro. Decidieron determinarse y tirar hacia adelante en el camino de la libertad con todas las consecuencias hasta conseguirlo".
"La vía eslovena es nuestra vía", manifestó el presidente catalán durante una visita a Bruselas para presentar junto a Puigdemont el Consell per la República, el Govern paralelo que el prófugo intentó impulsar sin éxito desde el extranjero.
El lenguaje belicista es una constante en las intervenciones institucionales de Torra. Como cuando convocó a los catalanes a participar en el "combate" de la Diada de 2018 siguiendo el ejemplo de "los catalanes de 1714 que defendieron fielmente Cataluña hasta el último instante del combate del 11 de septiembre". O como cuando utilizó su mensaje de Fin de Año para llamar al "pueblo catalán" a "sublevarse".
Autor de un libro que promueve la confrontación
El pensamiento desarrollado por el president durante su todavía corto mandato queda fielmente resumido en los artículos y obras publicadas antes de su toma de posesión, cuando combinaba su faceta de historiador y colaborador de medios independentistas con la de organizador de los fastos del Tricentenario por encargo del entonces alcalde de Barcelona, el nacionalista Xavier Trias.
Para conocer su ideario, durante el debate de su investidura recomendó a Inés Arrimadas su obra Els últims 100 metres El full de ruta per guanyar la República Catalana. Obra en la que promueve la confrontación al defender que "el independentismo concentra sus fuerzas contra un único advesario: aquellos que no quieren la libertad de su nación" o que sólo "el independentista es un ciudadano útil" y no una "bestia con forma humana", como definía en otro artículo a los no separatistas.
En su obra culmen también demuestra Torra qué entiende por "acción no violenta". Parafraseando al politólogo Gene Sharp y su método para derrocar dictaduras, apuesta Torra por tres fases para conseguir la secesión: "La de protesta y persuasión"; "la de no cooperación mediante acciones de resistencia con repercusiones sociales y económicas como huelgas, boicots y políticas de rechazo de la autoridad" y la de "intervención", esto es, "la alteración normal de la sociedad y la creación de instituciones alternativas para sustituir el poder del adversario con formas paralelas de poder popular".
En 2014, tras la consulta del 9-N, dio por superada Torra la fase de no cooperación y, tras la sentencia del 1-O, apuesta por desarrollar el resto del plan. Una hoja de ruta con los CDR.
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