Escucho el discurso de Abascal: aire limpio en el viciado de esa pocilga de golfos que se atreven a decirse representantes del pueblo. Le ha faltado, quizá, dirigirse al golfo mayor como “Doctor Sánchez”, y no “señor Sánchez”.
El mero tratamiento traería a todo el mundo el recuerdo de que estamos ante un pícaro de baja estofa, un pequeño timador. Esto lo considero importante.
Abascal podría recordar también el carácter clandestino, antidemocrático, oculto a la población de los chanchullos de Zapo con la ETA. Y por qué se sigue negando a los españoles el conocimientos de dichos chanchullos.
Pio Moa
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