jueves, 27 de junio de 2019

"Otegi (ETA), desde TVE, declara la guerra civil a España con apoyo de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias e independentistas."

Van muchos meses tratando de vestir de blanco a Arnaldo Otegi, desde Moncloa, pero el traje nunca se ajustaba a la necesidad del tiempo. La operación para blanquear a Bildu orquestada desde La Moncloa cristalizó anoche en la entrevista a Arnaldo Otegi en TVE. Ahora, anoche víspera del día de las Víctimas del Terrorismo, fecha del primer asesinato de ETA. Lo que supone el enésimo sometimiento de la televisión pública a las prioridades estratégicas del Gobierno. Porque, más allá del interés informativo que tenga entrevistar a un tipo de tan abyecta trayectoria, lo relevante es que este intento de presentar a los herederos de ETA como un actor político normalizado coincide con el hecho de que el PSOE se haya abierto a aceptar sus votos. El vínculo inmoral que Sánchez ha establecido con un partido sucesor de Batasuna constituye un oprobio para la historia del socialismo español, pero también subraya las inquietantes intenciones de un presidente que no encuentra límites a su voluntad de poder.
Los dos escaños de Bildu en la pasada legislatura sirvieron para hacer presidente a Pedro Sánchez, a través de la moción de censura, y la abstención de este partido será decisiva en una eventual investidura de la candidata del PSN en Navarra. De hecho, los socialistas ya se han prestado a facilitar la entrada de los proetarras en la Mesa del Parlamento navarro. Esta secuencia explica por qué dirigentes de Bildu aparecen ya con frecuencia en los espacios informativos y de opinión de la radiotelevisión pública. Sin embargo, la entrevista con Otegi rebasa el colmo de la obscenidad. Primero, porque se trata de un personaje con un pasado manchado con la execrable huella de su pertenencia a ETA.

Y segundo, porque supone conceder una presencia en prime time a un ex etarra reconvertido en dirigente político incapaz, aún hoy, de condenar el terrorismo. Otegi no es un "hombre de paz", tal como le llegó a calificar el ex presidente Rodríguez Zapatero. El coordinador general de Bildu militó en ETA, fue encarcelado en cinco ocasiones y participó en el secuestro del director de Michelín en Vitoria, Luis Abaitua, en 1979. Todavía hoy, pese a llenarse la boca con la palabra democracia, tiene pendiente la condena sin equidistancias del daño causado por ETA durante tantos años en los que sus satélites en las instituciones justificaron la violencia para lograr fines políticos. De hecho, los homenajes a presos etarras siguen sucediéndose en muchas localidades del País Vasco y de Navarra. Ni Otegi ni ninguno de sus compinches en la cúpula batasuna han dado muestras de arrepentimiento.
Los terroristas de Bildu, como recordó ayer la AVT, procede del brazo político de ETA. Resulta indigno que se le trate como un partido más, porque no lo es. Los directivos y los responsables de informativos de Televisión Española no parecen entender esta evidencia, pero lo verdaderamente alarmante es que tampoco da muestras de haberlo asumido el presidente del Gobierno. Blanquear a Bildu supone una vileza que golpea la memoria de las víctimas del terrorismo.

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