Rita Maestre, la pijoguapa expodemita y ahora en las huestes de Errejón, ha encajado mal su abandono del poder municipal. Aún peor que Manuela Carmena, que ya se ha ido en pos de sus magdalenas caseras. Como en los celos de Azofaifa en La Venganza de Don Mendo: «Magdalena, dices, al abrir los ojos,/Magdalena, dices, al rendirte al sueño,/y hasta hace unas horas, cuando en la hostería/ te desayunabas, pediste al hostero/ en vez de ensaimada, una magdalena/ y eso fue una daga que horadó mi pecho».
Rita Maestre, como la mayoría de comentaristas y periodistas, sigue con la tabarra de la «ultraderecha» cuando se refiere a Vox. Nazis, fascistas y ultraderecha. Vox es un partido constitucionalista, de derechas –¿por qué no?–, y respetuoso con la Ley. A ella, en cambio, no le gusta que le digan de ultraizquierda, estalinista, guevarista, chavista y habanera. Y lo es.
Dice que tiene que gobernar el partido más votado, cuando ella ha sido vicealcaldesa de Madrid gracias a los pactos de Podemos y los socialistas, a pesar de que el partido más votado en las anteriores elecciones fue el PP de Esperanza Aguirre.
¿A qué se debe el berrinche de Rita Maestre? Intuyo –juicio de valor-, que algo tiene que ver con la familia. Me han comentado en la cola de multas del Ayuntamiento, que Rita había enchufado en el gozo municipal a sus padres, del mismo modo que Manuela Carmena tenía trabajando o como quiera llamarse a ese trabajo a la mitad de su familia. Natural y lógico el desencanto.
No cobraban calderilla los padres de Rita, y perder el chollo siempre conlleva disgustos y decepciones. Pero desde la comprensión máxima a las turbaciones de Rita Maestre, me atrevo a recomendarle que no mezcle las churras con las merinas ni sorba y sople simultáneamente.
Puedo asegurar a Rita que en Vox militan muchos españoles honestos, decentes y estrictamente democráticos. Su pasado no dice lo mismo de ella, y Madrid ha sobrevivido a sus caprichos y los de Carmena, sin que nadie les pase la engorrosa factura.
Un padre en el paro es más doloroso que un parado desconocido. Y una madre, ídem de ídem. Pero en lugar de fruncir el bello ceño que Dios le ha dado – ¡Arderéis como en el treinta y seis!-, Rita Maestre haría bien en mostrarse agradecida a todos los madrileños por haber permitido, sin rechistar, que haya colocado a sus familiares en el Consistorio de la Villa y Corte, con un sueldo generoso y sin la obligación de fichar al llegar al trabajo o a la hora de la salida.
Nada más hermoso anímicamente que la gratitud. La buena educación es agradecida, y Rita Maestre sabe muy bien que no se ha comportado con la misma exquisitez que su acento serranesco. No por las hermanas Serra, sino por la calle de Serrano, válgame Dios.
El PP y Ciudadanos no se han visto favorecidos por un partido de ultraderecha. Sí, por un partido político que se mantiene en los postulados del antiguo Partido Popular, que era más sincero que el actual. En un sistema democrático libre – es decir, en un Estado de Derecho y no en una tiranía «democrática» comunista-, la derecha y la izquierda, con el centro también ocupado, merecen el mismo trato y similar respeto.
Y si fue democrático que Podemos y el PSOE se unieran para impedir gobernar a Esperanza Aguirre, igualmente lo es que el PP, Ciudadanos y Vox sumen sus fuerzas para impedir que la calamidad de Manuela Carmena, la calamidad de Iñigo Errejón y la calamidad de Rita Maestre sigan gobernando en la capital de España. Han tenido cuatro años para gobernar y convencer, y no lo han conseguido. El personal no es tonto.
Comprendo la irritación de Rita Maestre, pero deploro su inclinación al topicazo de la ultraderecha. Vox no ha hecho nada para merecer esa descalificación permanente. Las críticas a Podemos han sido consecuencia de sus hechos y palabras, no de intuiciones. Permitan los hechos y las palabras de los demás, sin previas descalificaciones. Por lo demás, admito y entiendo su estado de ánimo y su preocupación familiar. Lo cortés no quita lo valiente.
Alfonso Ussía ( La Razón )
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