El frente-popular independentista, formado por Sánchez, Iglesias y los políticos presos y todos sus corifeos de la rebelión, nos amenazan. El bochornoso espectáculo de esta semana en el Congreso de los Diputados, con una presidenta nueva del Congreso, Meritxell Batet, que ha tenido no solamente complicidad, sino simpatía con todos los que pervierten o intentan barrenar lo que es la democracia española, es un aviso de lo que se nos viene encima durante toda esta legislatura. El Partido Popular y Ciudadanos tendrán que resistir la embestida de este Frente Popular independentista, pero las ideas, lo que se aventa por ahora, no es bueno.
¿Qué tiene que suceder? Pues que el centro-derecha, todos lo que no queremos de ninguna forma este frente popular independentista se imponga en las elecciones del domingo, toda esta gente tiene que votar en masa no solamente a quién quiere, sino a quien debe. ¿Y a quién debe? A quien más daño haga al Frente Popular Independentista, trufado, además, de absolutas irregularidades. La última, la que ha descubierto este periódico con Pepu Hernández, ese entrenador-seleccionador, que en su momento tuvo éxito, metido en la política gracia a la impresión y la solvencia que le daba ser de un Partido Socialista del que él nunca estuvo presente.
Vuelvo a repetir: nos estamos jugando España. Nos estamos jugando el centro-derecha y nos estamos jugando cuatro años de legislatura en que puede cambiar todo nuestro país. Fíjense, y lo advierto de antemano, una de las primeras –si no la primera– intervención de la propuesta legislativa de Sánchez va a ser esa ley de eutanasia y suicidio asistido que tienen redactada. Otra es la complicidad con los presos: el indulto. De aquí a diciembre, esta vez sí, puede que a España no la conozca ni la madre que la parió. El centro-derecha unido tiene que ganar, es la única posibilidad de que España siga siendo lo que siempre ha sido.
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