Si Pedro Almodóvar en vez de hacer películas sobre su madre, sus traumas y fobias, sus aficiones y sus fantasmas, escribiese guiones para algunos personajes de nuestra clase política seguiría ganando el Oscar, el César y el Goya porque es único para reflejar la vida interior y las miserias de los personajes que elige.
¿Se imaginan unas películas tituladas “Todo sobre mi Sánchez”, “Hable con la vice”, “Iceta al borde de un ataque de nervios”, “¿Qué ha hecho Iglesias para merecer esto?”, “La mala educación de Torra”, “ Albert, el amante pasajero”, “Los abrazos rotos de Pablo Casado” o “Las innombrables y otras chicas del montón”?
La clase política española de estos tiempos da de sí todo lo que puede y no más, pero en lo que no falla es en su habilidad para protegerse y convertir su oficio de servicio público en un chiringuito de autoprotección y de beneficios exclusivos.
En tratándose de estar por encima de la ley no hay quien les gane a los políticos hasta que un juez, con sentido del valor del derecho, le para los pies a algunos y los enchirona como a cualquier otro mangante.
El bajo nivel académico de muchos de los políticos o de experiencia en el mundo laboral privado, tiene que ver con el control de fidelidad al líder que realizar a la hora de formar las listas de los partidos. La casta cada día es más casta porque necesitan ser casta para sobrevivir y consolidar su posición de privilegiados.
Por eso les sugiero que reflexionen sobre los conceptos de democracia, oligarquía o chiringuito para que intenten descubrir cuál de los tres, refleja mejor la realidad de nuestro país.
No se trata de un acertijo, sino de algo muy serio porque tiene que ver con la libertad y la justicia en unos tiempos en los que los ciudadanos de los países democráticos asistimos – al menos en España – a la perversión del sentido de nuestro sufragio porque dejamos que los representantes que elegimos en las urnas perviertan la función para la que han sido nominados.
El sistema político actual ha convertido nuestro voto en un cheque en blanco que les damos a quienes nos representan para que hagan lo que le dé la gana, siempre que sea en beneficio de ellos mismos. Durante cuatro años los políticos son Dios y mientras dura ese periodo no tenemos nada que hacer para impedir que dilapiden la confianza que como pardillos e incautos les hemos concedido.
¿Se imaginan a un ciudadano que no se llamase Carlos Puigdemont recibiendo dinero público para que viva huido de la justicia fuera de España, o a otro llamado Jordi Pujol sin ser importunado después de sus desfalcos económicos reconocidos por el mismo?
¿Por qué se sigue sin saber nada de la caja B del PP?
¿Por qué Pedro Sánchez se niega impunemente a dar información sobre sus gastos con dinero público y los de su señora en actos privados y ha convertido en secreto oficial sus excesos y los de su tesis?
De las irregularidades de los partidos más novatos tenemos menos noticia pero… todo se andará y no serán iguales ante la ley hasta que aparezca un juez que se ate los machos.
Diego Armario
viñeta de Linda Galmor
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