El cáncer de ovario representa la tercera neoplasia ginecológica más frecuente y la cuarta causa de muerte por cáncer entre la población femenina; es decir, 5,5 mujeres afectadas por cada cien mil habitantes. Las mujeres deben acostumbrarse sobre todo si no han sido madres, a mantener un calendario de revisiones anuales con el ginecólogo para detectar cualquier anomalía y poder abordar a tiempo este cáncer que llega de forma silenciosa sin apenas síntomas iniciales. Este le pedirá una citología y le hará una ecografía para ver si existen alteraciones en el aparato reproductor o si existen cambios en las células del mismo.
El cáncer de ovario se origina de tres tipos de células: las epiteliales; las germinales y las del estroma si bien; aproximadamente en el 90 % de los casos de cáncer de ovario, son de tipo epitelial. Esta es la forma más frecuente y desafortunadamente una de las principales causas de muerte por cáncer en las mujeres jóvenes. La enfermedad que en sí tiene una sintomatología insidiosa e inespecífica, tiene una mortalidad extremadamente alta. Hay que tener en cuenta que la variedad en incidencia del subtipo histológico del cáncer epitelial de ovario se da en las siguientes proporciones: seroso (60-80 %), mucinoso (10-25 %), endometrioide (8-20 %), de células claras (5 %), tumor de Brenner (menos de un 1 %) e indiferenciado. Esto supone que cerca de cinco mujeres a diario mueren por cáncer de ovario, lo que se traduce en unas dos mil al año.
Lamentablemente el 70 % de las pacientes con cáncer de ovario son diagnosticadas cuando este se ha extendido fuera de la pelvis, algo que puede tener difícil solución.
Un dolor abdominal intenso, astenia, estreñimiento, entre otros síntomas, pueden indicar que algo no va bien, aunque ya el cáncer estaría muy avanzado. En algunas mujeres se ha visto que presentan algo de fatiga en los meses anteriores al diagnóstico, dolor pélvico al sentarse o al mantener relaciones sexuales, indigestión, gastritis, estrés, depresión, colon irritable y polaquiuria; aunque estos síntomas pueden estar relacionados inicialmente con otras enfermedades, de ahí la desidia a la hora de visitar al ginecólogo.
Concienciar a las mujeres de que las revisiones son la única posibilidad de mantener a raya el cáncer, y sobre todo en aquellas que hayan tenido la menarquía de forma temprana, sean nuliparas, tengan una menopausia tardía, edad avanzada, historia familiar o hayan tenido endometriosis es la única solución para prevenirlo.
Expertos de la American Congress of Obstetricians and Gynecologists y US Preventative Services Task Force, así como muchos otros investigadores, creen que para tener un impacto significativo en la reducción la mortalidad del cáncer de ovario, debemos poner más énfasis en el desarrollo y ensayo de métodos para la detección precoz de la enfermedad en pacientes con alto riesgo. Por ello, se ha estimado, que si el 75% de los casos de cáncer de ovario se pudiera detectar en el estadio I o II, el porcentaje de mujeres que muere por este tipo de cáncer se reduciría a la mitad.
Un método para la detección precoz, conocido como cribado o screening del cáncer de ovario, es evaluar a las mujeres en situación de riesgo para la enfermedad antes de la aparición de los síntomas. De ahí que se recomienda que las mujeres con cáncer de ovario de tipo familiar que no se han sometido a una ooforectomía profiláctica, se revisen periódicamente con una combinación de CA125 y ultrasonido transvaginal. Algunos han sugerido que se inicie a la edad de 35 años o 5 a 10 años antes que la edad más temprana del primer diagnóstico de cáncer de ovario en la familia.
A modo preventivo es conveniente evitar la obesidad, el tabaquismo y tener una alimentación sana rica en frutas y verduras alejada de hidratos de carbono y lácteos. La concienciación de un estilo de vida, las revisiones y sobre todo, pensar que nadie está libre de padecer cáncer de ovario, son la respuesta necesaria para evitar la invisibilidad que antecede a este cáncer que amenaza de forma sigilosa y silente a las mujeres y que de no cogerlo a tiempo, es realmente serio porque no tiene un final feliz.
Si no se ha revisado aún, llame para pedir cita. Todos los años, al menos, una vez acuda a su ginecólogo.
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