Pesos pesados históricos y destacados militantes quieren depender menos del aparato federal y sopesan impulsar un partido socialista andaluz federado, como los socialistas catalanes
Susana Díaz, este jueves, con Mario Jiménez en el Parlamento andaluz -
Susana Díaz, este jueves, con Mario Jiménez en el Parlamento andaluz -
Sectores del Partido Socialista de Andalucía están planteando lanzar un órdago a la dirección federal en plena carrera electoral para el 28-A, después de que Pedro Sánchez haya intervenido en las listas andaluzas para imponer a los suyos en los puestos de salida en contra de los acuerdos de la militancia. Fuentes directas del partido han confirmado a ABC que un grupo de grandes pesos pesados del socialismo en Andalucía impulsa la realización de una consulta interna que podría desembocar en la escisión del aparato nacional. El objetivo fundamental de la operación interna sería lograr una menor dependencia del aparato federal a medio plazo.
Figuras históricas del partido han mantenido reuniones en la última semana para impulsar esta iniciativa, que pretende otorgar como última solución al PSOE andaluz, el mismo estatus que actualmente tiene el PSC en Cataluña. Es decir, se crearía un nuevo partido autónomo, asociado al PSOE nacional, pero con órgano gestor y financiación independiente. Sería un partido «hermano», explican a ABC las fuentes consultadas, pero «sin interferencias desde Ferraz». A última hora de ayer, la líder del PSOE en Andalucía, Susana Díaz, desmintió esta información y negó la posibilidad de escisión.
Sin embargo, ABC ha podido saber que el movimiento está bastante consolidado y está impulsado por antiguos cargos de alta responsabilidad del partido en Andalucía, fundamentalmente exconsejeros, algún expresidente de la Junta y ministros de la era felipista. Se trata de una pléyade de referentes socialistas, todos contrarios al sanchismo, que entienden que la intromisión de Ferraz en las decisiones regionales ha rebasado todos los límites y que, siendo Andalucía el principal vivero de votos del PSOE en España, es legítimo que los líderes del partido en esa comunidad tengan capacidad de decisión autónoma a la hora de gestionar las listas, el programa y la financiación en la misma medida que los socialistas catalanes. «¿Por qué los catalanes tienen privilegios en todo, incluso en el PSOE, y los andaluces, que somos un tercio de España, tenemos que conformarnos?», se pregunta una de las fuentes de máxima solvencia consultadas por este periódico.
La tensión entre las dos direcciones, la regional y la federal, ha alcanzado estos días su mayor intensidad y, según subrayan los promotores de esta iniciativa, se están produciendo «ajustes de cuentas personales que dañan la imagen del partido y, sobre todo, lo desvían de su objetivo principal, que es el debate político y la realización de propuestas que mejoren la vida de la gente». Una de las fuentes internas consultadas es aún más directa en este sentido: «El único programa del PSOE ahora mismo es “quítate tú que me pongo yo”». El enfrentamiento por la confección de las listas en las provincias andaluzas ha sido la chispa que ha provocado el cisma definitivo. Pedro Sánchez ha laminado todas las propuestas aprobadas por las agrupaciones andaluzas, afines a Susana Díaz, para colocar en los primeros puestos a sus adalides en el Sur.
El conflicto
Uno de los casos más ilustrativos es el de Sevilla, donde el aparato andaluz proponía al susanista Antonio Pradas como número dos, tras la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y Sánchez ha tomado la decisión unívoca de imponer a uno de sus hombres de confianza en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, enemigo acérrimo de Susana Díaz desde hace años. Muchos históricos del partido, entre los que también hay alcaldes de grandes capitales, entienden que esto es «una afrenta» y se han puesto en marcha para «activar un plan» que en realidad lleva meses sobre la mesa.
Los primeras voces ya se han alzado a nivel interno. ABC ha podido confirmarlo con fuentes directas que están promoviendo la separación de Ferraz de manera decidida. La idea es realizar primero una votación interna en Andalucía para que las bases se pronuncien acerca de la propuesta, que supondría la separación del socialismo andaluz y el nacional.
En caso de que la militancia aprobara esta división, comenzaría un proceso interno que tendría que seguir los pasos marcados en los estatutos y que culminaría en un congreso en el que, finalmente, se decretaría la división y autonomía de los socialistas andaluces. Para ello, se seguiría el modelo de fundación del PSC en Cataluña en 1978 tras el Congreso de la Unidad Socialista en el que se fundieron los grupos catalanistas PSC-C, PSC-R y la Federación Catalana del PSOE, en el que quedó compactado todo el socialismo catalán a través de una relación federal con Madrid.
Esta comparación es clave para entender la filosofía de este órdago planteado desde Sevilla. Los promotores de la escisión recalcan que la idea está directamente relacionada con los acontecimientos de las últimas semanas, porque consideran que Pedro Sánchez ha cometido un abuso de poder manipulando las listas desde Ferraz sin respetar la democracia interna y las decisiones de las bases, pero también insisten en que el socialismo andaluz lleva tiempo planteándose esta reclamación porque sostiene al partido desde el Sur sin que Madrid se lo reconozca, mientras que los socialistas catalanes acumulan privilegios. Algunos históricos hacen hincapié en la idea del agravio porque entienden que el trato de favor que tiene el PSC es muy perjudicial para el resto de regiones, pero mucho más para Andalucía, donde la hegemonía socialista ha sido indiscutible durante casi 40 años.
El agravio catalán
En el análisis interno que hacen los promotores del cisma se valora el caso catalán como uno de los motivos principales de la decadencia del partido a nivel nacional. No en vano, la batalla entre Susana Díaz y Pedro Sánchez en las primarias del partido se centró fundamentalmente en este asunto y desde Andalucía se defendió que el primer gesto había que tenerlo en el propio partido acabando con las diferencias regionales. Sin embargo, esta idea no se concretó. Estaba en el ambiente, pero nadie se atrevió a ponerla encima de la mesa de manera clara. Ahora, en cambio, las relaciones están rotas y todo se ha precipitado para escenificar la mayor crisis del PSOE en décadas.
Lo que está claro es que de todas las crisis que ha tenido el Partido Socialista desde la Transición, ninguna ha sido tan profunda como la que plantea ahora el aparato andaluz, que abre un escenario nuevo para un partido que aspira a ganar las próximas elecciones generales en mitad de una guerra interna insólita. El desafío ya está planteado. El gran granero de votos de la socialdemocracia española se ha cansado de las injerencias de Madrid y estudia la mejor fórmula para presentarle los papeles de divorcio. Si el órdago se ejecuta, Sánchez podría pasar a la historia como el artífice de la desintegración del histórico PSOE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario