Esta semana han testificado en el juicio del Golpe de Estado separatista los miembros de la Guardia Civilque estuvieron presentes en los registros en los centros oficiales de la Generalidad de finales de septiembre y en los operativos destinados a evitar la consulta ilegal el propio 1 de octubre.
Los testimonios de los agentes han sido una rotunda pieza de convicción, que refuerza las acusaciones de la fiscalía y corrobora las medidas adoptadas por el magistrado Pablo Llarena a lo largo de la instrucción. Pero por encima de todos los comparecientes ha sobresalido un cabo de la Guardia Civil, cuyo testimonio ha puesto patas arriba la estrategia de los acusados y sumido en una honda preocupación a los letrados encargados de su defensa.
Este agente, cuyo número de identificación profesional finaliza en “9k”, es un portento de memoria y de agilidad mental. Al contrario que otros compañeros suyos, a los que les costaba ofrecer datos precisos sobre actuaciones puntuales llevadas a cabo hace más de un año, este agente lo tiene todo en su cabeza: direcciones, horarios, llamadas, nombres, operaciones, número de agentes, actitud de los mossos, resultado de las actuaciones y demás detalles sin equivocarse ni una sola vez.
Mientras declaraba a preguntas de la acusación, los letrados de la defensa consultaban los documentos de prueba y comprobaban la exactitud factual de todo lo que relataba este cabo de la Benemérita. No se lo podían creer. Tampoco la Fiscalía, que muy pocas veces habrá dispuesto de un testigo con esa capacidad retentiva y esa facilidad para desgranar un relato convincente durante casi dos horas sin el menor titubeo.
La declaración de este cabo de la Benemérita fue todo un espectáculo. Su precisión en el dato y la rapidez con que respondía a las preguntas fueron demoledores. No es de extrañar que Pilar Rahola y el resto de humoristas de TV3 anden como la niña del exorcista con este agente, cuyo testimonio ha puesto negro sobre blanco la manera vergonzosa en que se comportaron los dirigentes separatistas en aquellas fechas y su responsabilidad directísima en unos hechos de la máxima gravedad.
Testimonios como el de este agente apuntalan la tesis de la Fiscalía de que el 1 de octubre de 2017, los dirigentes de la Generalidad y de las principales organizaciones separatistas cometieron un delito de rebelión (30 años de talego, para que tengan tiempo de hacer bromas sobre el pánico de la secretaria judicial cuando sus chicos la obligaron a salir por la azotea).
Pero con todo, lo mejor era las caras de los letrados de los puchimones sentados en el banquillo, que parecían preguntarse: “Pero ¿de dónde collons ha salido este tío?”
Pues de la Guardia Civil, nens ¿De dónde si no?
Pablo Molina ( Libertad Digital )
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