REÍRSE CON…
Desde muy pequeño, me irritó el compañero que se dedicaba a reírse de alguno de la clase. Bien por gordito, por no saberse la tabla del siete o por jugar mal al fútbol. Siempre había un motivo. Andando los años, entendí que, detrás de esa actitud, se escondía una compleja y débil personalidad.
Por eso, tengo una enorme prevención hacia los que acostumbran a hacer chistes sobre los demás. Por supuesto que no renuncio al humor; todo lo contrario. Es una de las mejores expresiones de la inteligencia humana. La izquierda, como en tantas otras cuestiones, en esto de las bromas suele aplicar una doble vara de medir.
Una gracieta desafortunada nunca justifica otra, como una injusticia no ampara vengarla con otra. En estos tiempos de dictadura de lo políticamente correcto, tratemos de mofarnos menos del rellenito del colegio y demostremos talento, más allá de la injuria o la blasfemia o de menospreciar los símbolos que significan algo para la mayoría.
Ya suena la hora de que personas como Carmen Calvo dejen de insultar nuestro intelecto y aprendan de una vez por todas a reírse con nosotros, y no de nosotros.
El Astrolabi ( ABC )
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