EL JUICIO DEL SIGLO
En la calle estallarán manifestaciones, pero en el salón de Plenos del Supremo habrá un escalofriante silencio ante los señores de los ropones con puñetas y huevos fritos en las togas -ésos que hacen decir a los gitanos por lo bajini, cuando los sientan en el banquillo: “Colgao te veas”-.
No hay potros en las mazmorras ni estará el crucifijo tallado por un preso republicano en la cárcel de Alcalá de Henares en los años 40 -lo han enviado a restaurar-, pero ese recinto donde se jugó el caso Marey y donde declaró como testigo Felipe González, causa un respeto imponente, como El Piyayo.
Los aventureros del putsch –Oriol Junqueras y 10 más- van a ser juzgados por el Tribunal Supremo acusados de rebelión. “Manuel Marchena es un juez excelente, uno de los mejores juristas de la ciencia Penal en España», me dice Javier Gómez de Liaño. Pero los nacionalistas intentarán internacionalizar el juicio a los “presos políticos”, presentándolos como aquellos indios arrodillados y encadenados ante los jueces coloniales. Los ex presidentes de la Generalitat –Montilla, Puigdemont, Pujol y Mas– pretenden que los acusados sean excarcelados durante el juicio, a pesar de la irresistible tentación al ahueque de los independentistas.
El racista Quim Torra exige que haya observadores internacionales y relatores de la ONU. Ha llegado hasta el Capitolio con la pastizara de los españoles para explicar a los congresistas el deterioro de la calidad democrática de España. Intentarán divulgar su masoquismo lacrimoso para tapar que pretenden destruir el Estado; colocan carteles amarillos en el Parlamento Europeo; reclaman que vayan como testigos el Rey Felipe VI, el ex presidente Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría y, además, que Puigdemont lance una arenga por vídeo desde Flandes, donde se ha puesto el sol.
Mientras, los políticos separatistas fanáticos, desde las instituciones del Estado exigen pactar de Estado a Estado, forzar un referéndum de autodeterminación, proclamar la república a pesar de que no representan a la mayoría de catalanes.
“En una sala de siete jueces -me explican- se tenderá a lograr un veredicto sin fisuras, quizás bajarán del delito de rebelión hasta el de sedición para alcanzar unanimidad”. Otras fuentes indican que el veredicto será coincidente para evitar la escandalera provocada por las noticias falsas de los separatistas; puede que se baje de rebelión a conspiración para la rebelión. Pregunto si los fiscales pueden ser aleccionados por el Gobierno y me contestan que no; al contrario, pueden defender el delito de rebelión. Para que no sigan contando milongas, el juicio va a ser retransmitido en directo al mundo entero.
Raúl del Pozo ( El Mundo )
No hay comentarios:
Publicar un comentario