Andalucía vuelve a estar entre las regiones más pobres de Europa, según confirmó Bruselas la pasada semana. Por debajo incluso de algunos países del Este que entraron en la UE hace solo seis años con unas tasas de convergencia menores a las andaluzas. La comunidad, tras seis años en la categoría de «regiones en desarrollo» por una carambola de cifras, regresa al grupo de las zonas menos desarrolladas, al bajar su PIB por debajo del 75% de la media europea, como ya adelantó ABC de Sevilla el pasado otoño cuando advirtió del informe de la Comisión Europea sobre la falta de convergencia andaluza con Europa.
La Unión Europea divide sus regiones en tres categorías. Como se indica en el mapa que ilustra esta información, están las zonas que tienen un PIB por encima de la media europea. Son las que no tienen derecho a ayudas de convergencia. Regiones ricas. Luego están las regiones «en desarrollo», que tienen un PIB que está entre el 75 y el 90% de la media de la UE y tienen derecho a ayudas. Por último están las regiones más pobres. Su PIB no alcanza siquiera el 75% de la media europea. Ahí ha vuelto Andalucía.
La comunidad, que ha recibido desde 1986 más de 100.000 millones de euros en fondos de la Unión Europea, no ha conseguido ni con esa lluvia de dinero salir de la división de las regiones subdesarrolladas. A razón de 3.000 millones de euros al año de media, Andalucía se ha llevado en estos 30 años de Europa dinero de cuatro fondos: del Feder, del Fondo Social Europeo, del Feader y del Fondo de Cohesión.
Según la Junta de Andalucía, el Feder (Fondo Europeo de Desarrollo Regional) busca «fortalecer la cohesión económica y social en la Unión Europea corrigiendo los desequilibrios entre sus regiones»; El Feader perseguía «la modernización y la diversificación de la economía andaluza, el apoyo a la competitividad de la agricultura y la mejora del medio ambiente y la calidad de vida de sus ciudadanos»); El Fondo Social Europeo es para «apoyar las medidas de prevención y lucha contra el desempleo, desarrollar los recursos humanos e impulsar la integración social en el mercado laboral»; y el Fondo de Cohesión, que pretende «contribuir a reforzar la cohesión económica y social de la comunidad».
Más dinero para Andalucía
A estas líneas de ayudas hay que sumarles «muchos otros fondos como los derivados de Horizonte 2020 (el instrumento PYME para ayudar a las pequeñas y medianas empresas), el EFSI del Plan Juncker que apoya a empresas andaluzas a crear empleo o el mecanismo conectar Europa (connecting Europe Facility)», puntualizan desde la Comisión Europea.
Andalucía, desde que España se incorporase a Europa -entonces Comunidad Económica Europea- ha sido una de las zonas prioritarias. Así, la comunidad perteneció a las regiones pobres durante 28 años. Desde 1986 y hasta 2014. Ese año, y coincidiendo con la llegada de un nuevo periodo de ayudas (2014-2020), la Unión Europea determinó que Andalucía había superado la barrera del 75% de PIB de la UE. ¿Cómo? Por una carambola.
Por un lado, por la burbuja inmobiliaria y los años de bonanza económica que se vivieron antes de 2008-2009, cuando estalla la macrocrisis económica. Por otro, por la incorporación de los nuevos países de la Europa del Este a la Unión Europea, que bajan la media del PIB de forma drástica.
Según confirman desde la Comisión Europea, el cálculo del PIB para clasificar a las distintas regiones se hizo con datos de 2007 a 2009. Justo antes de estallar la crisis. Con esas cifras hinchadísimas, Andalucía se acercaba al 75% de convergencia. Pero el empujón final para pasar la barrera que daba acceso al grupo de «regiones en desarrollo» fue la llegada al club de nuevos países. Países más pobres.
En 2004 se incorporan a la UE Chequia, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia. En 2007, Bulgaria y Rumanía. Así, el PIB medio de Europa baja enteros a toda velocidad, lo que hace que Andalucía, pese a no mejorar económicamente, suba en la lista de regiones, simplemente porque por debajo se le sitúan muchas.
El resultado es que Andalucía ha pasado seis años entre las regiones «en desarrollo». No porque haya mejorado su economía sino porque las circunstancias le ayudaron. Pero esa ayuda, señalan los expertos, era en realidad un regalo envenado. Al abandonar el grupo de regiones pobres sin ser más rica (en términos absolutos, sí lo era comparada con otros), perdió hasta un tercio de los fondos que hubiera recibido de permanecer en su grupo «natural».
Cuando el año pasado un informe de la Comisión Europea ya anunció que Andalucía estaba «estancada» en su crecimiento pese a los miles de millones que Europa estaba invirtiendo, la respuesta de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, fue acusar al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de escatimar en financiación para la comunidad, lo que frenaba el proceso de convergencia andaluz. «Andalucía no puede converger con España y Europa si sigue castigada financieramente», afirmó.
Díaz, como luego hizo su consejera de Hacienda, María Jesús Montero, decidió no darse por aludida ante la amenaza que hoy es una realidad: Andalucía vuelve al grupo de las regiones más pobres de Europa y, tras 30 años de ayudas gestionadas por gobienros socialistas y 100.000 millones de euros, la comunidad ve cómo países del Este de Europa la adelantan en su desarrollo económico. Así las cosas, la situación se resume en que Andalucía sigue siendo igual de pobre que en 1986 a ojos de Europa. Pero que, gracias a eso, recibirá más fondos. Cuántos, dependerá de la negociación futura en el Parlamento Europeo. Pero sobre la mesa hay 340.000 millones para España en el periodo 2021-2027.
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