No hay mayor paradoja que la de la propia vida: nacemos para morir. Por tanto, resulta complejo entender las contradicciones, incoherencias y rarezas que nuestra propia existencia genera. Ya no digamos la dificultad que entraña la exégesis de algunos políticos.
Vivimos tiempos confusos. Nunca había gobernado un partido con tan sólo 84 escaños, mermado por una pérdida permanente de apoyos ciudadanos. De 110 a 90, y de ahí a los 84 actuales. Sin embargo, frente a esa ilógica realidad, estamos ante el gobierno más débil por respaldo parlamentario y ante el que demuestra maneras más autoritarias.
Decididos a arrasar con todo, han desterrado la idea de diálogo y consenso del acervo ideológico y de su vocabulario.
Se cargan el sector automovilístico sin consultar con nadie -cientos de miles de puestos de trabajo en juego-, imponen su reforma educativa, gobiernan por decreto, declaran secreto de Estado el uso privado de aviones públicos, ridiculizan a la Justicia y, ante el pasmo de millones de españoles, adelantan el indulto a unos golpistas todavía no juzgados.
Si llegan a tener mayoría absoluta, sería para temblar.
El Astrolabio ( ABC )
viñeta de Linda Galmor
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