Lo dijo Pedro Sánchez hace dos años, y no le faltaba razón: “los españoles no se merecen” a un presidente que cede ante el chantaje de Pablo Iglesias y los independentistas, a cambio de mantenerse unos meses en el poder.
La entrevista que Pedro Sanchez concedió en junio de 2016 a la periodista de la Cadena Ser Pepa Bueno resulta profética: pone en evidencia a un personaje carente de escrúpulos, que dice en cada momento lo que cree que esperan oír los españoles… y luego hace exactamente lo contrario.
Mientras viajaban en coche a un mitin de la campaña electoral de 2016, Sánchez declaró a la periodista: “Se han escrito tantas cosas… se decía a principios de año que yo iba a vender mi alma para ser presidente del Gobierno y que iba a aceptar el chantaje de Iglesias, cargándonos la independencia de los jueces y fiscales, que íbamos a hacer descansar la gobernabilidad en las fuerzas independentistas….”
“Podría haber sido hoy presidente del Gobierno a un precio que ni yo creía en él, ni tampoco creo que se merecieran los españoles”, concluyó. Haciendo de la necesidad virtud, Pedro Sánchez presumió así de no haber cedido ante el chantaje de Pablo Iglesias, quien a cambio de gobernar juntos le exigía el control del CNI, TVE, la Vicepresidencia y los ministerios de Defensa, Interior y Justicia: es decir, el control de la Policía, la Guardia Civil, el Ejército, los servicios secretos, los jueces y fiscales y los medios de comunicación públicos.
Apenas ha pasado un año y Pedro Sánchez, tal como predijo, ha vendido su alma al diablo: a cambio de mantenerse en el poder y prolongar la agonía de este Gobierno, ha sometido a los españoles a la humillación de enviar a Pablo Iglesias a la cárcel de Lledoners, para negociar los presupuestos del Estado con uno de los cabecillas del golpe independentista.
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