El Gobierno austriaco ha lanzado una ofensiva contra el “islamismo político” y ha anunciado el cierre de siete mezquitas acusadas de difundir ideas extremistas. El Ejecutivo se plantea, además, la deportación de hasta 60 imanes que reciben salarios desde Turquía, una decisión calificada por Ankara de "islamófoba" y "racista".
"Las sociedades paralelas, el islam político y el extremismo no tienen cabida en Austria", ha justificado la decisión en una rueda de prensa en Viena el canciller conservador, Sebastian Kurz, que gobierna en coalición con el ultraderechista FPÖ, cuyo líder y segundo del Ejecutivo, Heinz-Christian Strache, lleva años haciendo campaña contra el islam y los migrantes. Un discurso de tintes xenófobos que se intensificó con la llegada masiva de refugiados en 2015 y que ha aupado a los ultranacionalistas al Gobierno con promesas de cierre de fronteras y recortes en las ayudas a los peticionarios de asilo, propuestas compartidas por el partido democristiano de Kurz.
Las medidas anunciadas “son solo el principio”, ha avisado Strache, quien ha recalcado que el Ejecutivo no tolerará “'el discurso del odio bajo la apariencia de la religión’. En Austria viven cerca de 700.000 musulmanes (la población total es de 8,8 millones de habitantes).
La decisión de cerrar siete mezquitas se ha acelerado a raíz de la publicación en abril de unas imágenes en las que un grupo de niños recreaba con uniformes militares -posando incluso como cadáveres amortajados con banderas turcas- la batalla de Galípoli, en lo que entonces era el Imperio Otomano (hoy Turquía) durante la Primera Guerra Mundial. Las fotografías han alimentado un debate recurrente en Austria sobre las ideas y los valores que se divulgan en algunas mezquitas, con el terrorismo islamista que ha golpeado a otros países europeos como telón de fondo.
Con el control de los templos musulmanes y la migración entre las prioridades de su agenda, el Gobierno de Kurz aplica ahora de forma tajante una ley aprobada en 2015 que prohíbe cualquier financiación extranjera de predicadores y lugares de culto musulmanes para limitar la influencia foránea sobre la comunidad islámica austriaca. La normativa, aprobada por el anterior Gobierno de conservadores y socialdemócratas, exige también que de forma paulatina las prédicas sean en alemán y que los imanes se formen en Austria.
Sobre las mezquitas que se cerrarán en distintos lugares del país -cuatro en Viena, dos en la región de Alta Austria y una en Carintia- pesa la acusación, en un caso, de difundir ideas ultranacionalistas turcas y, en otros seis, de promover una versión ultraconservadora del islam.
En concreto, se cerrará una mezquita en Viena vinculada a ideas turcas de extrema derecha y otras seis de una pequeña asociación árabe que difundía ideas cercanas al salafismo, una corriente musulmana que defiende una lectura e interpretación literal del Corán.
La asociación minoritaria que gestiona esas seis mezquitas con prédicas próximas al salafismo -la llamada Comunidad Religiosa Árabe- será, además, disuelta, anunció el Gobierno en una comparecencia del canciller, vicecanciller y dos ministros a primera hora de la mañana. La asociación islámica mayoritaria en el país, la Comunidad de Culto Musulmán (IGGiÖ, en sus siglas en alemán), ha colaborado en las investigaciones y ha confirmado al menos una de las mezquitas a clausurar no tenía por permisos para funcionar.
El ministro del Interior, el ultranacionalista Herbert Kickl, ha asegurado que hasta 60 predicadores de la asociación austro-turca ATIB podrían ser deportados junto a sus familias -en total, alrededor de 150 personas- por violar la ley que prohíbe a los imanes recibir fondos y salarios desde el exterior. ATIB, que cuenta con unos 100.000 miembros, es conocida por su proximidad al partido islamista turco AKP del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien se encuentra en plena campaña para las elecciones del 24 de junio.
La propia ATIB ha reconocido la financiación exterior, pero argumenta que la falta de predicadores en Austria les lleva a recurrir a religiosos formados en Turquía. Su salario es sufragado por las autoridades religiosas dependientes del Gobierno turco. En Ankara, el portavoz de la presidencia, Ibrahim Kalin, ha criticado con dureza el cierre de las mezquitas y la expulsión de los religiosos.
“El cierre de siete mezquitas en Austria y la deportación de imanes es consecuencia de las políticas populistas, racistas e islamófobas de este país”, ha escrito Kalin en su cuenta de Twitter.
Las relaciones entre Turquía y Austria son tensas desde la represión lanzada por Ankara tras la intentona golpista contra Erdogan en julio de 2016. Kurz, además, ha acusado reiteradamente a Erdogan de polarizar a la población turca de Austria y ha vetado un posible mitin de su campaña electoral en territorio austriaco. Alrededor de 360.000 habitantes de la república alpina son de origen turco, y unas 117.000 conservan un pasaporte de ese país.
La oposición liberal y socialdemócrata austriaca ha aprobado en líneas generales la decisión del Ejecutivo, mientras que Los Verdes (extraparlamentarios) lamentan el momento del anuncio, ya que, a su juicio, beneficiará a Erdogan en las elecciones presidenciales que se celebran el día 24.
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