Podemos es mentira. Lo sabemos desde su nacimiento, hace ya más de cuatro años. Desde el punto de vista de la comunicación y la propaganda, asentados en los principios del populismo bolivariano, practican con peligrosa asiduidad una máxima propia de los regímenes totalitarios. La idea original de ese modus operandi se le atribuye al nazi Joseph Goebbels: “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad”. Con esa intención han tratado de criminalizar al portavoz del Partido Popular en el Congreso, Rafael Hernando. Los dirigentes de Podemos demuestran así que, además de ser la mentira de la política, también lo son de la Red. Una formación que aspira a gobernar España debe poseer más altura política y no dar por buenas noticias que son falsas. Menos aún por el mero ansia de matar civilmente a un político del PP.
Las declaraciones que han intentado cargarle a Hernando son tan graves que hacen esta práctica intolerable. Los dirigentes morados, que tanto cacarean sobre “pureza informativa” y “objetividad”, deberían hacer una reflexión después de asignarle a Hernando la siguiente sentencia: “Pedro Sánchez exhibe sin pudor su harén particular en el Consejo de Ministros, que ahora habrá que llamar Conseja de Ministras o Aquelarre de Sabihondas”. Esto define la categoría intelectual, política y ética de un grupo de políticos que se permiten estas licencias y después acusan de posverdad a los pocos medios de comunicación que se atreven a publicar sus tejemanejes con el dictador Nicolás Maduro, el casoplón de sus líderes o las trampas de su última consulta. Ha sido el caso de la diputada en la Asamblea de Madrid Clara Serra. Una insidia lamentable a la que también se ha unido la socialista Elena Valenciano, quien incluso ha llegado a insultar a Hernando: “Se puede ser más despectivo y corto???”.
Despectivo y corto, desde luego, es el desempeño de las personas que otorgan categoría de verdad a cualquier bulo que circula por Internet. Las personas que carecen de credibilidad dan credibilidad a todo lo que carece de credibilidad. No obstante, en el fondo tampoco puede extrañar tanto este comportamiento por parte de Podemos. El partido que dirige Pablo Iglesias votó en contra de reforzar la lucha contra los bulos y las fake news el pasado mes de marzo. Una decisión cuanto menos curiosa en los adalides de la causas perdidas, aleccionadores de cómo deberían ser los medios de comunicación en España —según su sectario punto de vista— y segregadores entre “medios buenos y medios malos”. Ellos que también se borraron en abril del órgano del Congreso destinado a combatir la desinformación. Visto lo visto, no es de extrañar. Al final, el populismo no es nada sin mentiras con las que manipular la realidad.
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