viernes, 4 de mayo de 2018

Dos acusados de Alsasua acudieron a una marcha por los presos de ETA un mes antes de la agresión

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Vídeo que muestra el rechazo a los policías en el ambiente abertzale
“Lo que hay que conseguir es que no entren a los bares”. Las palabras las ha pronunciado un perito de la Guardia Civil en el juicio de Alsasua y pertenecen a un manual operativo de la campaña de expulsión de las Fuerzas de Seguridad del País Vasco y Navarra. En la sesión de este martes, expertos del Instituto Armado han explicado la evolución del denominado Alde Hemendik (que se vayan) desde su nacimiento en los años 80 hasta las agresiones en Alsasua a dos guardias y sus parejas, e incluso episodios posteriores. El manual fue incautado en 2000 al años siguiente de que ETA ordenara a Gestoras pro Amnistía encabezar la campaña de expulsión, según al documentación incautada al jefe etarra José Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri. Según los expertos, la agresión de la localidad navarra en octubre de 2016 seguía los pasos que allí se marcaron.
Los expertos han explicado al tribunal que el Alde Hemendik era “una campaña de ETA” y que así lo recogían, incluso en su portada, los zutabes (boletines internos de la banda terrorista). “Busca hostigar y atacar a las Fuerzas de seguridad en Euskadi, a las personas o inmuebles para lograr su máximo aislamiento”.
Los agentes han relatado algunos episodios de esa campaña de expulsión, que en Alsasua se coordinó dentro del movimiento llamado Ospa Mugimendua. Todos los años, a final del verano, celebraba un día de la huida. “Por ejemplo vemos que a los perros les ponen tricornios o gorras de policías para deshumanizar a las personas, privándolas de identidad, para hacer de ellos un ente agresivo”. Otro caso relatado se dirigía a los niños: “Pusieron un castillo hinchable para niños. En la puerta había dos fotos, una de un cerdo y una de un perro, uno con la cabeza de un Policía Foral y otro un guardia civil. Está tan socializado que crean un ambiente en el que un niño ve un castillo hinchable y la imagen que recibe es de rechazo absoluto a la Guardia Civil”.
Los agentes han declarado que todo responde a una campaña organizada. Lo refleja, por ejemplo, un “manual operativo” incautado en 2000, que incluye las fases que debía seguir el movimiento: “Ambientación, socialización y rechazo, tensionamiento, aislamiento y expulsión”. Durante el interrogatorio del fiscal José Perals, uno de los testigos-peritos ha pedido leer tres líneas del documento al considerarlas especialmente significativas: “Poner una pegatina con la flecha amarilla [símbolo de la campaña de expulsión] en la puerta está bien, ¿pero de qué sirve si no conseguimos lo que queremos? Lo que hay que conseguir es que no entren en los bares”. “Esta sería la fase del inicio del aislamiento”, ha declarado el agente. También se ha reproducido en la sala un vídeo que simula la expulsión de dos policías de un bar de la localidad navarra.
Los expertos han explicado que lo sucedido en el bar Koxka ha sido el episodio “más grave”, pero no el primero. Han explicado lo sucedido en el bar Goya de la localidad, regentado por una madre y una hija que eran pareja de sendos guardias civiles. ” Denunciaron pintadas con anagramas de la campaña de expulsión y pintadas de ‘txakurras fuera’. También la quema de contenedores, uno de ellos adosado a bar. Y dentro del bar echaron petardos y hubo cristales rotos. También hubo un apedreamiento”.
Los episodios del bar Goya y el castillo hinchable son previos a la agresión de Alsasua. Ha habido otros después, han precisados los agentes. Por ejemplo, han relatado la denuncia de otro agente que quiso reservar un restaurante en la localidad. “Aquí viene gente del pueblo, no queremos problemas”, le respondieron. “Imagínese la situación de un comerciante de Alsasua. Si es afín no quiere a la Guardia Civil en su negocio y si no es afín, actúa movido por el miedo”.

Rechazo y aislamiento social

Antes de la comparecencia de estos expertos el tribunal ha tomado declaración a dos psiquiatras que examinaron a María José, una de las agredidas. Los médicos han explicado al tribunal que sus problemas psicológicos no provienen de la agresión en sí, sino del rechazo y aislamiento social al que fue sometida posteriormente en Alsasua.
– Hay una respuesta social que percibe de rechazo por miradas, por el apoyo a las personas encausadas. Eso se refleja en un sufrimiento psicológico importante, muy severo”. El daño sufrido es mayormente atribuible a lo ocurrido posterior, al aislamiento, al rechazo social.
¿Quiere decir al rechazo del pueblo, de Alsasua?
– Sí. Ella percibe una actitud de hostilidad y lo vive con intensidad. Se ve parte del colectivo del pueblo y no puede entender que esto le esté pasando a ella. Esa sensación de rechazo es muy dolorosa porque involucra a personas que tenía muy próximas, con las que antes tenía relación porque eran de la misma cuadrilla.
Los expertos han precisado, que pese a que ellos centraban las preguntas hacia la noche de la agresión, el 15 de octubre de 2016, las respuestas de ella se dirigían hacia el rechazo de su entorno que comenzó tras los incidentes. A su juicio, es una joven fuerte psicológicamente que no habría tenido problema en superar la paliza, pero que sí lo tuvo para sobrellevar el aislamiento en el que quedó sumida. “Hay un sufrimiento psicológico muy severo, un cuadro ansioso depresivo por la respuesta social posterior de los hechos, con un pronóstico complicado”.
Origen: ELMUNDO

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