domingo, 1 de abril de 2018

Tres motivos por los que la Semana Santa provoca rabietas en la izquierda islamófila

Estos días cierta izquierda anda desquiciada. Es como si la Semana Santa les causase a algunos el mismo efecto que el agua bendita a la niña de la película “El exorcista”. ¿Por qué se ponen así?
Un simple paseo por las redes sociales basta para encontrarse todo tipo de muestras de odio -desde insultos a blasfemias- dedicadas a esta celebración. Curiosamente, muchos de los que pierden los papeles al ver las procesiones son los que luego vienen clamando contra la “islamofobia”. Algunos incluso presumen de tolerantes felicitando el Ramadán, pero les cuesta más escribir una felicitación de Pascua que arrancarse una muela sin anestesia. Este ataque de ira y odio se explica por tres motivos:
1. Nuestra sociedad sigue siendo culturalmente cristiana
La izquierda lleva muchos años haciendo enormes esfuerzos para que desaparezca el Cristianismo, para prohibirlo en la enseñanza, para estigmatizar a los cristianos, e incluso para invadir nuestros templos, pidiendo la expropiación de Catedrales y apoyando asaltos y ataques a nuestros templos. En muchos países tenemos una izquierda profundamente cristianófoba, que no respeta la libertad religiosa. Esa izquierda está ideológicamente carcomida por el odio a la religión mayoritaria de los españoles, porque doctrinalmente sigue siendo una izquierda marxista y totalitaria, que cree que la religión es el opio del pueblo y que debe ser erradicada, aunque eso suponga violar los derechos de millones de personas. Ensimismada en su absurdo populismo, la izquierda cree que su cristianofobia es un sentimiento de gran arraigo popular, y celebraciones como la Semana Santa hacen que se tope de bruces con la realidad. Y si hay algo que saca de quicio a esa izquierda totalitaria es que la realidad le lleve la contraria.
2. La gran popularidad de nuestras Fuerzas Armadas
En el caso de España, muchas procesiones cuentan con participación de las Fuerzas Armadas, una presencia militar que tiene una larga tradición en nuestro país. Lejos de generar rechazo, las procesiones en las que participan militares suelen atraer a mucho público, y los soldados, marinos y guardias civiles son ovacionados y aplaudidos por la multitud, algo que no es de extrañar, si tenemos en cuenta que en las encuestas del CIS la Guardia Civil y el Ejército figuran entre las instituciones más valoradas por los españoles. Pero da la casualidad de que son también dos de las instituciones más desnostadas por la izquierda y por sus aliados separatistas. ¿Por qué? Porque a fin de cuentas, son instituciones que defienden valores tradicionales como el patriotismo, la disciplina, la jerarquía, el espíritu de sacrificio y el afán de superación personal. Son, además, firmes defensoras del Estado de Derecho, sin despegarse de sus tradiciones, de forma que se han convertido en un hilo de continuidad entre lo mejor de nuestro pasado y nuestro presente.
3. Occidente está lejos de sucumbir a los dictados de la izquierda
Ciertamente, la sociedad occidental ha caído en una peligrosa pendiente resbaladiza a causa de diversos proyectos de ingeniería social inspirados por el marxismo cultural, como la ideología de género, la corrección política o el multiculturalismo. Sin embargo, está habiendo una creciente respuesta social a esas imposiciones, por varios motivos: los abusos y la censura de la corrección política, las absurdas imposiciones de la ideología de género y su guerra de sexos, y finalmente la islamización de Europa y los efectos de la inmigración masiva, unos fenómenos que la izquierda está usando como palanca para disolver las raíces culturales de Occidente.
La izquierda encaja muy mal la pervivencia y la gran popularidad que aún mantienen tradiciones impermeables a esos proyectos de ingeniería social. En el caso de España,esas tradiciones constituyen un signo de identidad nacional que podría acabar convirtiéndose en un símbolo de resistencia cultural. Recordemos lo ocurrido en varios países de la Europa oriental bajo el yugo comunista: el ateísmo obligatorio impuesto por el Estado acabó convirtiendo al Cristianismo en un símbolo de identidad nacional y de resistencia cultural en países como Polonia, Lituania, Hungría… La izquierda no ha olvidado esa experiencia y la forma en que esa resistencia cultural, apoyada por líderes internacionales como Ronald Reagan y Juan Pablo II, acabó con el hundimiento del comunismo soviético. Lo mejor que puede hacer la izquierda para agrandar esa respuesta social es una huida hacia adelante, incrementando su hostilidad, sus ataques y sus ofensas a los cristianos como lo ha estado haciendo esta Semana Santa. Cada vez que el odio hace perder los papeles al rojerío, su fracaso está un poco más cerca.

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