lunes, 23 de abril de 2018

«El Reina Sofía está pendiente de un trasplante renal en cadena»

Juan Carlos Robles Arista, coordinador de trasplantes del hospital Reina Sofía.

Juan Carlos Robles, junto a una obra sobre la donación. - A.J. GONZÁLEZ

El día de la realización de esta entrevista con el doctor Juan Carlos Robles Arista, coordinador de trasplantes del hospital Reina Sofía, es oscuro, tormentoso, pero durante la conversación el cielo se despeja y el sol sale durante más de una hora. Es como el símbolo de lo que representa el trabajo de este médico intensivista en materia de donación y trasplante. Una luz (la donación) que llega cuando más se necesita, y que después de una larga espera, se transforma en trasplante, despejando y llenando de esperanza el horizonte del enfermo que necesitaba ese gesto solidario. El doctor Robles nació en Linares en 1959 y lleva más de 20 años como coordinador de trasplantes del hospital cordobés. Este médico, que también es jefe de sección de medicina intensiva del Reina Sofía, estudió medicina en la universidad de Granada y se formó en la universidad de Pittsburgh (Estados Unidos), en trasplante pulmonar, y en el King College de Londres, en trasplante hepático. A lo largo de su etapa como responsable de trasplantes, este especialista ha contribuido a que la aceptación familiar a la donación de órganos ronde el 90% y que en algunos meses haya un 100% de aceptación a este gesto con el que se salvan vidas. Juan Carlos Robles ha sido distinguido recientemente como uno de los 25 embajadores de la sanidad española, que concede la publicación Diario Médico, y la semana pasada el equipo de trasplantes del Reina Sofía recibió uno de los galardones de la cuarta edición de los premios Corazón de Olavidia, que concede el Ayuntamiento de Carboneros (Jaén), por la destacada labor de este equipo de profesionales sanitarios. Desde 1979 hasta hoy se han llevado a cabo en el hospital cordobés más de 7.000 trasplantes.
-¿Cómo valora haber sido premiado como uno de los 25 embajadores de la sanidad española?
No me lo esperaba. La verdad es que ha sido una gran satisfacción todo lo que esto lleva consigo. Estoy muy agradecido a quienes me propusieron para este premio (el Colegio de Médicos de Córdoba), ya que en Córdoba hay personas de grandes valores que podían haber sido designadas. Este reconocimiento entiendo que es por mi condición de portavoz de aquellas personas que trabajan de forma desinteresada en el proceso de donación y trasplante en el Reina Sofía y en esta sanidad pública que tenemos que seguir defendiendo. El galardón es el reconocimiento al trabajo de muchos profesionales del hospital y de la sanidad andaluza que hacen un magnífico trabajo, aunque desgraciadamente solo podía ser una persona la premiada.

-El año pasado el hospital Reina Sofía superó por segundo año consecutivo un récord en realización de trasplantes. ¿Será complicado volver a incrementar estos datos este año?

-No. Yo creo que sí es posible. La concienciación en materia de donación y trasplante se va a seguir fomentando con el objetivo de que las personas que están en lista de espera de un órgano o tejido puedan recibir su tratamiento lo antes posible. Los órganos de aquellas personas que por desgracia fallecen, porque todos tenemos un día y una hora, son capaces de dar vida a otras personas y esto cada día está más arraigado en los profesionales sanitarios y en las familias.


-¿La donación en asistolia (a corazón parado) está detrás de ese incremento en el número de trasplantes realizados en Córdoba y en Andalucía?

-Todo influye, pero el objetivo fundamental de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y de las coordinaciones regionales y sectoriales es que se pierdan el menor número posible de órganos destinados a trasplante cuando una persona fallece. Afortunadamente ha bajado en los últimos años el número de donaciones de órganos procedentes de víctimas de accidentes de tráfico porque los siniestros viales han disminuido. Se está incrementando la edad media del donante por la mayor esperanza de vida y esto lleva consigo que muchos órganos no sean válidos para trasplante. Por eso, los coordinadores de trasplantes, que somos responsables de ayudar a los enfermos que se encuentran en lista de espera, debemos buscar otras vías de donación, que cuenten con el visto bueno internacional. Entre ellas en pacientes que se encuentran en situación irreversible, en coma profundo, sin ningún tipo de posibilidad de salir adelante y que van a fallecer más tarde o más temprano y que están pasando sus últimos momentos en una cama. Son ocasiones en las que muchas veces la familia nos ha manifestado que el paciente no querría verse en este estado. Así que sí ha habido un consentimiento previo del paciente de que quería ser donante de órganos y la familia lo autoriza se le retiran las medidas y la muerte es inminente. La donación en asistolia ya existía en otros países europeos y se incorporó en España. Permite obtener órganos destinados a la donación y no que los mismos se pierdan y queden en desuso bajo tierra cuando la persona fallece.


-¿Es un problema que la edad media del donante esté creciendo cada año?

-Tenemos que adaptarnos a la edad media de la sociedad. Los donantes jóvenes han disminuido porque, como ya he dicho, por suerte sufren menos accidentes de tráfico. La calidad de vida ha mejorado. Una persona que hoy tiene 70 años puede tener una edad biológica de 50.

-En el Reina Sofía se realizan trasplantes de todo tipo, menos el de intestino, al estar centralizado este concreto en Madrid. Y, por ahora, el Reina Sofía no ha formado parte de ningún trasplante renal en cadena. ¿Esta situación puede cambiar pronto?

-En el Reina Sofía estamos pendientes de un trasplante renal en cadena, para introducirnos en un proceso de cadena a nivel nacional y estamos acreditados para ello por el Ministerio de Sanidad. El año pasado estuvimos en una cadena, pero no salió adelante y ahora mismo tenemos un caso activo, pendiente de que la ONT haga todos los estudios específicos para ver si es susceptible de una cadena. La cadena se inicia con una donación renal anónima al receptor de una pareja. A su vez, el donante de esta primera pareja dona su riñón al receptor de una segunda y así sucesivamente hasta agotar todas las posibilidades de intercambio. El donante de la última pareja, por su parte, da su riñón a un receptor de la lista de espera de fallecido, al que tampoco conoce, y que ha sido seleccionado bajo riguroso criterio clínico.

-¿Cómo ha evolucionado la supervivencia media a los trasplantes en el Reina Sofía en 39 años de actividad trasplantadora?

-La supervivencia al trasplante es superior al 95% tras el primer año de recibir un injerto de riñón; de entre el 90% y 95% en el hígado, mientras que en corazón y pulmón, por encima del 85%. Hace años los porcentajes eran inferiores, sobre todo en pulmón y corazón.

-¿Y la tasa de aceptación de la donación de órganos cómo ha ido creciendo?

-Cada vez estamos más concienciados. En España se está haciendo un trabajo magnífico de concienciación. Los españoles tenemos claro que tenemos una magnífica sanidad, contamos con una organización nacional de trasplantes que controla todo el proceso de trasplante de una forma transparente y una ley de donación y trasplante de 1979, que ampara el altruismo de todo el proceso. La sociedad es muy consciente de los beneficios de la donación de órganos por parte de personas que fallecen. Muchas personas conocen a otras que, por ejemplo, están en diálisis y si alguna de ellas recibe un trasplante es porque una persona generosa le ha donado un órgano para que pueda dejar de acudir a dializarse. Y de eso es partícipe la sociedad, así como de otros tipos de trasplantes que reciben pacientes que están en lista de espera y son reflejo de la generosidad de la donación. Yo tengo claro que cuando muera mis órganos van a salvar la vida de otras personas.

-¿Se ha reducido el número de fármacos que deben tomar los trasplantados para evitar el rechazo?

-Sí, cada vez son menos, pero el efecto es el mismo. Todos los trasplantados tienen que tomar inmunosupresores en mayor o menor grado, pero conforme pasan los años tienen que tomar menos dosis y menos medicamentos.

El doctor Robles vive pegado a varios teléfonos, pues su labor es muy complicada y requiere de una rápida coordinación. Los pacientes que se trasplantan en el hospital Reina Sofía pasan por la unidad de cuidados intensivos, donde trabaja este facultativo. Por eso, no solo como coordinador de trasplantes, sino también como médico intensivista, ha conocido a centenares de pacientes en estas últimas décadas.

-¿Le es posible recordar las caras y nombres de tantísimos trasplantados a los que ha atendido a lo largo de su trayectoria?

-Sí, recuerdo a muchos de ellos, aunque son tantos... Hemos pasado días largos y difíciles con muchos pacientes, que finalmente han salido adelante en el posoperatorio. Una de las cosas más bonitas que hacen algunos pacientes trasplantados es que cuando vienen a revisión al especialista se pasan por la unidad de cuidados intensivos a saludarnos, a darnos nuevamente las gracias y nos muestran su cariño y amabilidad. Hace poco un taxista, que es un gremio muy comprometido con la campaña de promoción de la donación de órganos que realizamos en el Reina Sofía, me agradeció que hubiera ayudado a salvar la vida de un familiar y esas palabras son el mejor regalo que puedes recibir. Incluso cuando los pacientes fallecen también hay quien te agradece que hayas hecho todo lo posible por su familiar y cuando, además, están a favor de la donación y te comunican que quieren ayudar a otras personas cediendo los órganos de su ser querido, esa es la llama generosa que nos mantiene para seguir en la coordinación de trasplantes.

-¿Le ha impactado más a lo largo de su carrera algún trasplante en concreto?

-Muchos. Recuerdo un trasplantado de pulmón que estuvo nueve meses en la UCI y salió adelante. Otro paciente que se trasplantó de pulmón, que tuvo fallo pulmonar, pero también lo superó. Muchas anécdotas, como la de otro chico trasplantado recientemente que agradeció poder montarse en bicicleta con sus amigos después de recibir en injerto. También recuerdo un trasplante hepatopulmonar que se hizo un día de Reyes, hace más de diez años.


-Más de 7.000 trasplantes realizados en 39 años en Córdoba, algunos de ellos pioneros incluso nivel internacional, pero algunos no pudieron sobrevivir.
-Sí, aunque la supervivencia media actual a los trasplantes es bastante elevada quiero también aquí tener un recuerdo para todas aquellas personas que fallecieron en lista de espera, en la cirugía o tras recibir un trasplante. Siempre intentamos hacer lo posible para que todas las personas puedan recibir su tratamiento en forma de trasplante.
-¿Y en el momento de esta entrevista se está haciendo o preparando algún trasplante?
-No. Hicimos uno ayer y, aunque algunos días no hay ninguno, otras jornadas se efectúan varios. Y lo más importante es que ningún trasplante se suspende por falta de infraestructura o de profesionales. Siempre hay espacio, posibilidad de que ese órgano donado pueda ser trasplantado. Hace unos días se produjo en el Reina Sofía una donación y para esos órganos no había ningún receptor compatible ni en Córdoba ni en Andalucía y esos órganos se trasplantaron fuera de la región, gracias a la coordinación que existe a nivel nacional.
-En el hospital Reina Sofía se emplea desde hace años el corazón artificial, como puente hasta que llega el trasplante. ¿Para cuándo podrá usarse el pulmón artificial?
-Lo que tenemos en marcha desde hace un tiempo en el Reina Sofía es un estudio y un equipo especializado que contribuye a la preservación de pulmones de los donantes para que sean aptos para trasplante, con un trabajo de los doctores Paula Moreno y Ángel Salvatierra.
-¿Cuántos pacientes hay actualmente en lista de espera?
-Podemos tener más de 200 pacientes de todos los órganos, la mayoría en espera de un injerto renal. La lista de espera más o menos se mantiene, aunque también ha crecido la actividad trasplantadora.
-En la actualidad existen pacientes trasplantados que corren maratones, que participan en olimpiadas específicas para este colectivo. ¿Esto hace décadas podía parecer algo imposible?
-Hay muchos pacientes trasplantados que van bien, que pueden volver a su trabajo y a una vida normalizada. Otros estudian y practican deporte e incluso ganan medallas en olimpiadas.
-¿La donación de riñón y de hígado procedente de personas vivas debería ser mayor?
-Sí, debería incrementarse. La donación de vivo renal y la de hígado permite realizar trasplantes con mayor calidad que la procedente de un donante fallecido. Por eso, hay que elevar la concienciación en este ámbito.
-¿El Reina Sofía ha contribuido a formar a especialistas de muchos países en materia de trasplantes?
-Todos los años vienen profesionales de varios países a España y hacen una formación de dos meses. En nuestro hospital y otros del país hemos podido formar ya a más de 300 especialistas.
-En el hospital Gregorio Marañón de Madrid se ha realizado recientemente el primer trasplante de España por el que una niña recibió un corazón incompatible con su sangre. ¿Para cuándo podrá realizarse esta intervención en Córdoba?
-Aquí ya estamos en marcha para hacer también un trasplante de corazón incompatible. Tenemos candidatos para poder realizarlo y pronto lo vamos a hacer.
-¿Si pudiera dar marcha atrás en el tiempo volvería a ser coordinador de trasplantes, pese a las noches sin dormir y a la dedicación que representa?
-Sí, por supuesto que volvería a serlo. Sé que les he quitado muchas horas a mi familia y a mis tres hijos. Mi mujer ha sido padre y madre. Pero me gusta ser coordinador de trasplantes, porque ves la medicina más allá, porque la persona muere pero sus órganos salvan la vida de otras personas. Mi trabajo diario es el de médico intensivista y convives con pacientes en código cero, esperando día tras día un órgano y al final llega un trasplante y salen adelante. En la UCI lo ves todo desde dentro y desde fuera.
Diario Córdoba

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