domingo, 3 de septiembre de 2017

El mosso que no hizo caso a la CIA

Manel Castellví, durante una rueda de prensa.

Un diplomático del consulado de EEUU en Barcelona le hizo llegar una carta al comisario Castellví
En ella, la Inteligencia americana advertía de un atentado en La Rambla. Pero el mosso le dio "baja credibilidad" y no se reforzó el paseo...
Diciembre de 2004. Un policía posa con semblante serio frente a una bandera nazi. Detrás tiene una mesa donde hay desplegadas escopetas de aire comprimido, bates de béisbol y varios ejemplares del Mein Kampf. Un gran escudo de los Mossos preside el improvisado photocall donde este agente engominado y bronceado tiene previsto ofrecer unas declaraciones a la prensa. Acaba de desarticular la banda de El Frente Negro conformada por niños de extrema derecha que se dedicaban a atacar mezquitas. Habla con rotundidad, sin titubeos, sabedor de que su éxito copará las páginas de los diarios. Es el jefe policial de la región de Girona y disfruta de su momento de gloria. Ahora, 13 años después, Manel Castellví (57) huye de los focos. Es el comisario de información de los Mossos d'Esquadra al que, según fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por Crónica, un diplomático del consulado norteamericano de Barcelona le hizo llegar «en mano» una carta donde la CIA advertía de la posibilidad de un atentado en La Rambla este verano. Él y su equipo de expertos desdeñaron esa advertencia que se tornó en realidad y que ha dinamitado la credibilidad de la Generalitat y la reputación de la Policía catalana.
«Está afectado», aseguran en el entorno de este agente perteneciente a la primera promoción de los Mossos en democracia. En 1994, había comenzado en Cataluña un proceso por el que la Policía autonómica sustituiría paulatinamente a la Policía Nacional y a la Guardia Civil en las funciones de orden público, seguridad ciudadana y tráfico. El despliegue comenzó en Girona, localidad natal de Castellví, que asumió el rol de portavoz del cuerpo. Se convirtió en jefe de la provincia de Girona y en 2006 en comisario jefe de la región metropolitana norte de los Mossos. Entonces su vida policial le sonreía a este gerundés de trato afable. Desarticulaba redes dedicadas al robo de camiones con electrodomésticos y recibía condecoraciones. Como aquella cruz de honor que le entregó la alcaldesa de Girona en 2010 al ritmo de la música gospel del grupo Kérigma. Los méritos de este hombre criado en el seno de una familia pro CiU no pasaron desapercibidos y en 2011, con la llegada del tripartito liderado por el PSC, ascendió a subjefe de la Comisaría General Territorial. De él empezaron a depender todas las comisarías de Cataluña.

El mensaje habla de un ataque terrorista "en verano» y en «La Rambla». Lo publicó 'El Periódico de Catalunya'.

El Govern de Artur Mas le auparía al cargo de responsable de Información en 2011. El trabajo de este departamento había quedado empañado después que se registrasen incidentes a cuenta del movimiento 15-M como el asedio al Parlament el 15 de junio, que forzó al presidente de la Generalitat a entrar en helicóptero. Castellví llegó con la misión de neutralizar a los antisistema. Creó una unidad de agentes de élite que se infiltraban entre los okupas. Estaba liderada por Miquel Bertrán que era la conexión que tenían los Mossos con el Centro de Seguridad de la Información (Cesicat) que trató de convertirse en el CNI catalán. Aquello derivó en un grupo para controlar a otros partidos. Eran tiempos en los que los socialistas habían denunciado que la Generalitat repartió teléfonos espía para vigilar a los altos cargos y a los escoltas.
Llega enero de 2016 y un agente municipal de Vilvoorde (Bélgica) alerta al número dos de Castellví, al que había conocido en unas jornadas de terrorismo, sobre los movimientos del imam de Ripoll, Abdelbaki es Satty. Éste, más tarde, se convertiría en el cerebro de la célula que atentó en Cataluña. Había buscado trabajo en aquella localidad y el policía belga le escribió alertado por su radicalización y sabedor de que estaba empadronado en Ripoll. Los mossos no tramitaron aquello por los cauces oficiales ni preguntaron al Gobierno central por el imam. No le vigilaron.

Mayo de 2017. El Govern sigue empeñado en demostrar la existencia de una policía patriótica que persiguió a políticos nacionalistas. Es la llamada Operación Cataluña y ese mes el Parlament pone en marcha una comisión de investigación. Es la prioridad de la Generalitat que dedica a numerosos mossos a este cometido en vez de enfocarles a la lucha antiterrorista. El 25 de mayo y, según contó El Periódico de Catalunya, los servicios de inteligencia de EEUU «contactaron» con los Mossos para trasladarles un asunto «confidencial»: «Información no corroborada de veracidad desconocida de finales de mayo del 2017 indicaba que el Estado Islámico de Irak y ash-Sham (ISIS) estaba planeando llevar a cabo ataques terroristas no especificados durante el verano contra emplazamientos turísticos muy concurridos en Barcelona, España, específicamente en la calle La Rambla». La inteligencia norteamericana usó a un funcionario de su consulado de Barcelona para entregarle este escrito a Castellví. Hicieron llegar la misma nota a la Policía Nacional y Guardia Civil, al Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) y al CNI. Una semana después del aviso, el jefe de la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional de Barcelona llamó a Castellví para comprobar de que estaba al tanto. Su respuesta fue afirmativa. El Periódico publicó, nada más producirse el atentado, la existencia de esta advertencia pero el mayor Trapero, y el president Puigdemont lo negaron. No fue hasta este jueves cuando Trapero reconoció que existió el mensaje y que le dieron «baja credibilidad». Dijo que el CITCO les había asegurado que esa advertencia no tenía relación con Las Ramblas, algo que niegan desde el centro estatal que está trabajando de forma «ejemplar» y al que la Audiencia Nacional ha encargado la investigación del ataque de Barcelona relegando a los Mossos.
En junio, se celebró una subcomisión donde participaron la Policía Nacional, la Guardia Civil y los Mossos. Éstos admitieron haber recibido la alerta y aseguraron que la estaban investigando. Castellví y su equipo finalmente le restaron importancia. No pidieron el refuerzo de la seguridad del corazón de Barcelona como sí hicieron en marzo en la estación de Sants cuando recibieron de la CIA un aviso similar. Castellví, en la mesa de valoración de la amenaza del 8 de junio tras el atentado de Londres, aseguró que no había riesgo de ataque «inminente» en Barcelona, según fuentes de la lucha antiterrorista. Éstas se muestran críticas con la policía catalana. «Recibimos muchos avisos de la CIA y del Mossad que no acaban en nada, pero aunque no les demos credibilidad siempre reforzamos la seguridad donde nos dicen que van a atentar, algo que no hicieron los Mossos. Cuando recibes un aviso de la CIA te lo tienes que tomar en serio y ellos se lo tomaron como si hubiese sido un borracho en un bar», dicen estas fuentes, que señalan que las últimas navidades recibieron una advertencia sobre un posible atentado en un centro comercial de Madrid y desplegaron a las fuerzas de seguridad.
El departamento de Castellví tampoco atinó en el análisis de la explosión de Alcanar. Tras producirse la deflagración, mandó a uno de sus hombres, que no vio nada raro en que hubiese 120 bombonas de butano o acetona, sustancia que ya habían usado los yihadistas para preparar explosivos. Castellví, hasta bien entrada la noche, no supo que aquel incidente estaba relacionado con el ataque de Las Ramblas. Llegó a la conclusión cuando le informaron de que la documentación de uno de los heridos en Alcanar había aparecido en la furgoneta del terror. Hasta ese instante, pensó que esa casa era un laboratorio de droga. Castellví recibirá la medalla de oro del Parlament por su «brillante» actuación.

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