El partido morado demostró ayer su doble vara de medir ante las agresiones.
“Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos haceis cosquillas, ¿no nos reímos?, Si nos envenenáis, ¿no nos morimos?” Esto lo escribió William Shakespeare en “El mercader de Venecia”.
El escritor inglés ponía esas palabras en boca de Shylok, un mercader judío. Casi tres siglos y medio después, Ernst Lubitsch usó este monólogo en “Ser o no ser” (1942), una película ambientada en la Polonia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, para denunciar a unos totalitarios -los nazis- que trataban a ciertos seres humanos como si no tuviesen dignidad. Me he acordado de esta escena ante una sucesión de hechos que enunciaré cronológicamente:
El pasado jueves, una monja sufrió una brutal agresión en Granada, a manos de un joven que le fracturó la nariz, mientras le gritaba “¡Esto por ser monja!”. A pesar de la gravedad del hecho y de ser un claro delito de odio motivado por la cristianofobia, Podemos ha sido uno de los partidos que no han dicho nada sobre lo ocurrido.
El pasado fin de semana una docena de nazis agredieron a una pareja homosexual en Madrid, a patadas y puñetazos: una agresión tan brutal como cobarde, cometida por una banda de delincuentes que superaba en número -como en Alsasua- a los agredidos. Tres de los agresores han sido detenidos. Esta vez la reacción de Podemos ha sido muy diferente a la que tuvo ante las otras dos agresiones:
De hecho, el partido morado se va a ver atrapado por su actitud sectaria. Y lo plantearé a las claras: ¿Podemos llamará “víctimas” a esos nazis y se reunirá con sus familias, o eso lo hizo con los agresores de Alsasua por simpatía hacia los proetarras? Si algún partido tachase de mera “pelea” esa brutal agresión nazi, ¿con qué cara se atreverían a decir nada los podemitas, después de haber tachado así a una agresión de 45 energúmenos contra dos guardias civiles y sus parejas?
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