lunes, 17 de abril de 2017

Quieren manga ancha para la bandera del mismo régimen que prohibió la rojigualda

En 1931 se negó a los monárquicos la libertad que tienen hoy los republicanos

 

El gobierno podemita de la ciudad de Cádiz ha izado la bandera republicana en un mástil de una plaza pública. Tras ignorar la orden del gobierno de retirarla, ayer un juez exigió su arriado.
Los errores heráldicos y vexilológicos de la bandera de la Segunda República
¿La bandera republicana y la bandera del águila son ilegales e inconstitucionales?
¿El Reino Unido, Dinamarca y Suecia no son democracias?
En otros municipios gobernados por partidos de ultraizquierda han ocurrido cosas parecidas ante la proximidad del aniversario de la instauración de la 2ª República, que se celebró el pasado  viernes. Algunos han defendido la colocación de esas banderas en edificios y mástiles oficiales apelando a la democracia. Incluso he leído por ahí argumentos según los cuales nuestro actual régimen no es una verdadera democracia, por el mero hecho de ser una monarquía, y que la auténtica democracia era la República de 1931. Afirmar que una monarquía parlamentaria no es democrática es tan absurdo como decir que el Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Holanda, Noruega y Bélgica no son democracias. Está muy claro que lo son, desde luego. Es más: esos países muestran una mejor salud democrática que ciertos regímenes por los que tiene una enorme simpatía la ultraizquierda española, como Venezuela, Bolivia o Ecuador (por no hablar de la Cuba castrista, que es una dictadura comunista). En cuestiones de modelo de Estado, a día de hoy, confieso no tener una especial preferencia por monarquía o república, pero sin duda prefiero una monarquía como la española o la británica a una “democracia” como la venezolana que tanto les gusta a los podemitas.
La 2ª República suspendería hoy un test de derechos humanos
Al margen de eso, ya expliqué aquí en 2011 que la Segunda República, como democracia, dejaba mucho que desear. Hoy en día muchas de sus disposiciones (negación de la libertad de educación, censura de prensa, etc.) sólo merecen ser calificadas como atentados contra los derechos humanos. El sectarismo y el desprecio por la libertad que manifestó la izquierda en aquel régimen fueron, en buena medida, los causantes de su hundimiento, que no sólo se debió al golpe de Estado de julio de 1936, sino también a la acción criminal del Frente Popular, con hechos tan escandalosos como el pucherazo electoral de febrero de 1936 (hoy ya perfectamente documentado) y el asesinato de un dirigente de la oposición, José Calvo Sotelo, a manos de elementos policiales, un hecho que muchos historiadores consideran como el detonante del estallido de la Guerra Civil. Si tuviésemos que buscar algún parecido actual a la Segunda República, el régimen de Nicolás Maduro sería lo que más se le acerca. Por eso no es de extrañar que los simpatizantes de ese régimen pongan a la Segunda República como un modelo a seguir.
En 1931 la izquierda prohibió la bandera roja y gualda
Hay, además, un hecho simbólico que revela hasta qué punto eso república era más restrictiva en materia de libertades que la actual monarquía parlamentaria. El 21 de octubre de 1931, con los votos de la izquierda, se aprobó una cacicada denominada Ley de Defensa de la República. Esta ley fue creada para facilitar la represión de los monárquicos e incluso de aquellos que mostrasen cierto descontento con el régimen republicano. El “menosprecio de las Instituciones u organismos del Estado”, práctica habitual de la ultraizquierda actual, fue penado por esa ley, igual que la “difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público”. La incitación a desobedecer la ley también fue penalizada. Pero además, esa auténtica Ley Mordaza prohibía la apología del régimen monárquico “y el uso de emblemas, insignias o distintivos”. Lo que esto significó en la práctica es que la bandera rojigualda fue prohibida, y su exhibición se convirtió en motivo de persecución, ya no sólo en edificios públicos, sino también por parte de cualquiera. La paradoja es que la rojigualda había sido la bandera de la Primera República, por una cuestión de lógica: no era la bandera de la monarquía, sino la bandera de España.
Hoy los republicanos tienen la libertad que ellos negaron a los monárquicos
No hace falta tener mucha imaginación para adivinar lo que diría la ultraizquierda si nuestra monarquía prohibiese la bandera tricolor como la república prohibió la rojigualda. Hoy su uso está vetado, simplemente, en edificios públicos, donde sólo deben ondear las banderas oficiales tanto de la Nación como, allí donde proceda, las de las distintas comunidades autónomas, provincias y municipios. Por lo demás, hoy cualquier particular o asociación puede exhibir una bandera tricolor, una libertad que no tenían los monárquicos en la Segunda República. Y los nostálgicos de aquel régimen aún tienen la tremenda cara de venir a dar lecciones de democracia.

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