La fuen­te de Ci­be­les que pre­si­de con or­gu­llo la diosa fri­gia de la tie­rra, la fer­ti­li­dad y la pros­pe­ri­dad, es uno de los sím­bo­los de la ca­pi­tal de Es­pa­ña junto con la Puer­ta de Al­ca­lá, que lleva es­pe­rán­do­la al­gu­nos si­glos ya, y se ha de con­for­mar con verla al final de la cues­ta que fluye entre las dos pla­zas a las que ambas les dan sus nom­bres, Al­ca­lá y Ci­be­les.
La fuente de Cibeles escoltada por la Puerta de Alcalá
La fuente de Cibeles escoltada por la Puerta de Alcalá.Tututimbo.
Aún tiene Ma­drid otro icono, el Oso que se pier­de el es­pec­tácu­lo de la mag­ní­fi­ca diosa, en­tre­te­ni­do como está bus­can­do ma­dro­ños en la Puer­ta del Sol, al prin­ci­pio de la calle de Al­ca­lá.
Apar­te de Ate­nas que debe su nom­bre a la diosa Ate­nea, nada menos que la hija gue­rre­ra, sabia y es­tra­te­ga de Zeus, pocas ciu­da­des eu­ro­peas tie­nen como re­fe­ren­cia icó­ni­ca una diosa mi­to­ló­gi­ca. Ma­drid luce or­gu­llo­sa a Ci­be­les que pre­si­de su plaza más im­por­tan­te, de hecho se llamó plaza de Ma­drid, para pasar a lla­mar­se des­pués plaza de Cas­te­lar, hasta que las au­to­ri­da­des per­ti­nen­tes, des­pués de la gue­rra civil, se pu­sie­ron de acuer­do con la voz po­pu­lar y aca­ba­ron lla­mán­do­la “Ci­be­les” en honor de su diosa.

Quién es Cibeles y quienes la acompañan en Madrid

Ci­be­les es una de las ma­dres nu­tri­cias de la mi­to­lo­gía, esta madre de dio­ses es ve­ne­ra­da desde el Neo­lí­ti­co. Dueña de lo ocul­to de la na­tu­ra­le­za, lo mis­té­ri­co, lo pri­mi­ge­nio, la fe­cun­di­dad, la pros­pe­ri­dad, la tie­rra, el re­na­cer. Ovi­dio des­cri­bió a Ci­be­les «en su carro ti­ra­do por leo­nes atra­ve­san­do el cielo». De­ja­ba a su paso una es­te­la en la que so­na­ba la mú­si­ca de los cím­ba­los y de las flau­tas.
Relieve en placa con una representación de Cibeles, datada en el siglo III.
Relieve en placa con una representación de Cibeles, datada en el siglo III. Museo Nacional de Afganistán en Kabul.
Uno de los hijos de Ci­be­les es Nep­tuno, dios del mar, que tiene tam­bién una fuen­te en el Paseo del Prado y que an­te­ce­de en este ilus­tre Paseo al dios Apolo, dios del fuego y de las artes, que emer­ge po­de­ro­so en otra de las fuen­tes que en­no­ble­cen el an­ti­guo “Salón del Prado”.
En Roma el culto a Ci­be­les se ce­le­bra­ba con rui­do­sos ri­tua­les y pro­ce­sio­nes. Du­ran­te su fes­ti­vi­dad sus sa­cer­do­tes, los Galli (eu­nu­cos al ser­vi­cio del culto a Ci­be­les) en­te­rra­ban un pino, sím­bo­lo de la re­su­rrec­ción de Attis, un her­mo­so se­mi­diós.
El guapo se­mi­diós era el aman­te de Ci­be­les. Hay como en toda la mi­to­lo­gía, va­rias ver­sio­nes sobre el bello Attis. Al pa­re­cer se enamo­ró de una ninfa y ol­vi­dó su pro­me­sa de fi­de­li­dad a Ci­be­les, y ésta en­fu­re­ci­da y ce­lo­sa, cortó el árbol al que es­ta­ba li­ga­da la vida de la ninfa y en­lo­que­ció a Attis que en su de­li­rio se cas­tró.
En otra ver­sión Attis se cas­tró junto a un pino, por eso se le iden­ti­fi­ca­ba con éste árbol, y murió bajo su copa. Ci­be­les en­te­rró sus miem­bros vi­ri­les junto al pino y la tie­rra re­ga­da con la san­gre de Attis, se ta­pi­zó de vio­le­tas.
Sea como fuere, esta his­to­ria de amor y celos llevó a Attis, con­ver­ti­do ya en eu­nu­co, a ser­vir para siem­pre a la diosa, y era él quien con­du­cía su ca­rro­za ti­ra­da por dos leo­nes. Re­pre­sen­ta­do en la fuen­te ma­dri­le­ña por un mas­ca­rón de cuya boca brota el sur­ti­dor de agua que fluye hacia los leo­nes.
Fuente de Cibeles, bajo la diosa Attis como surtidor sobre los leones.
Fuente de Cibeles, bajo la diosa Attis como surtidor sobre los leones. Daniel Dionne.
Esos dos leo­nes, son en reali­dad otras dos víc­ti­mas de la exi­gen­te Ci­be­les, que no per­do­na un pe­ca­do. La be­llí­si­ma Ata­lan­ta (des­ti­na­da a la vir­gi­ni­dad) e Hi­pó­me­nes, un her­mo­so y arro­gan­te nieto de Apolo, que ayu­da­do por Afro­di­ta, ven­ció todos los obs­tácu­los y enamo­ró a Ata­lan­ta que per­dió su vir­gi­ni­dad nada menos que en un tem­plo donde se ve­ne­ra­ba a Ci­be­les. ¡Cria­tu­ras!
El cas­ti­go de Ci­be­les lo po­de­mos ver en la fuen­te ma­dri­le­ña, los con­vir­tió en leo­nes, los con­de­nó a tirar de su carro para toda la eter­ni­dad, y ade­más a no poder ni mi­rar­se a la cara por los si­glos de los si­glos. ¡En fin, cosas de la mi­to­lo­gía!
Atalanta e Hipómenes en la fuente de Cibeles.
Atalanta e Hipómenes en la fuente de Cibeles. Manuel M. Vicente.
Os­ten­ta Ci­be­les una co­ro­na al­me­na­da que pa­re­ce un cas­ti­llo, lo que in­ter­pre­tó Ven­tu­ra Ro­drí­guez (su dis­cu­ti­do autor), junto con los leo­nes, atri­bu­tos ambos de las armas de Es­pa­ña en el es­cu­do de Cas­ti­lla y León, como una re­pre­sen­ta­ción del Es­ta­do es­pa­ñol.
La diosa Cibeles con su corona almenada
La diosa Cibeles con su corona almenada. Tomás Fano.
La mi­to­lo­gía ex­pli­ca esta co­ro­na como sím­bo­lo de uno de los po­de­res de esta diosa: es pro­tec­to­ra de ciu­da­des y lleva en su mano iz­quier­da una llave que abre el cofre de la pros­pe­ri­dad de la ciu­dad.

Historia de la fuente de Cibeles de Madrid

La fuen­te de la Ci­be­les de Ma­drid nació gra­cias al “mejor al­cal­de de Ma­drid”, el rey Car­los III, que tuvo la feliz idea de hacer de esta zona de la ciu­dad un em­ble­má­ti­co re­fle­jo de la cul­tu­ra y el arte, y ele­var la ca­pi­tal del reino al nivel de otras ciu­da­des eu­ro­peas.
Fuente de Cibeles. Madrid
Fuente de Cibeles. Madrid.Ernesto Sierra.
Puso para ello la ur­ba­ni­za­ción del “Salón Del Prado”, en­ton­ces una zona rural llena de so­la­res y pra­dos, en manos de José de Her­mo­si­lla, hom­bre cul­tí­si­mo y buen co­no­ce­dor de la ve­ci­na Ita­lia (que al pa­re­cer fue el au­tén­ti­co ce­re­bro de­trás del di­se­ño de la fuen­te de Ci­be­les). Her­mo­si­lla se en­car­gó de di­se­ñar el Salón del Prado le­van­tan­do al­gu­nos de los más em­ble­má­ti­cos edi­fi­cios que lo de­li­mi­tan, y ha­cien­do un paseo de gran­des ar­bo­le­das entre las que emer­gen estas tres fuen­tes ter­mi­na­das por Ven­tu­ra Ro­drí­guez. La diosa y el carro son obra del es­cul­tor Fran­cis­co Gu­tié­rrez, a los su­fri­dos leo­nes los creó Ro­ber­to Mi­chel y el ador­nis­ta Mi­guel Xi­mé­nez se en­car­gó de la or­na­men­ta­ción de­co­ra­ti­va.
Grabado de David Roberts de 1835.
Grabado de David Roberts de 1835.
Sobre la his­to­ria de la crea­ción de la fuen­te de Ci­be­les y el tiem­po de Car­los III, os re­co­men­da­mos la in­tere­san­te y en­tre­te­ni­da no­ve­la negra “La na­va­ja in­gle­sa” cuyo autor es José de Cora. A tra­vés de los se­cre­tos de la es­ta­tua de La Ci­be­les, re­fle­ja con humor e iro­nía el tiem­po de Car­los III.
Vista de la Puerta de Alcalá desde el antiguo emplazamiento de la fuente de Cibeles
Vista de la Puerta de Alcalá desde el antiguo emplazamiento de la fuente de Cibeles.Ginés Andrés de Aguirre. Museo Del Prado.
El pri­mer em­pla­za­mien­to de la es­plén­di­da fuen­te de la Ci­be­les, situó a la diosa de Ma­drid fren­te al Pa­la­cio de Bue­na­vis­ta, en el prin­ci­pio del Paseo de Re­co­le­tos. Era en­ton­ces una fuen­te de uso pú­bli­co y en su taza abre­va­ban los ani­ma­les, mien­tras los ma­dri­le­ños uti­li­za­ban el agua de dos an­ti­guos sur­ti­do­res que fue­ron re­em­pla­za­dos por un grifo y un oso, que hoy están en el Museo de la his­to­ria de Ma­drid y en su lugar, co­lo­ca­dos en la parte tra­se­ra del carro, dos amor­ci­llos su­je­tan un án­fo­ra con el nuevo sur­ti­dor.
Fuente de Cibeles en su antiguo emplazamiento.
Fuente de Cibeles en su antiguo emplazamiento.Ilustración de Gustave Doré.
Amorcillos de la fuente de la Cibeles
Amorcillos de la fuente de la Cibeles. M.Peinado.
Tras­la­da­da al cen­tro de la plaza per­dió el uso de fuen­te pú­bli­ca, pero con el tiem­po se ha con­ver­ti­do en cus­to­dia di­vi­na del te­so­ro del oro es­pa­ñol. Si Ci­be­les es­cu­cha­ra las alar­mas de la Cá­ma­ra de Oro del Banco de Es­pa­ña, ésta se inun­da­ría en se­gun­dos con el agua que la diosa en­via­ría desde la fuen­te.
Bus­can­do la for­tu­na y la pro­tec­ción de Ci­be­les, la fuen­te ma­dri­le­ña es tam­bién lugar de ce­le­bra­cio­nes fut­bo­le­ras. Desde 1991 cuan­do los se­gui­do­res del Atlé­ti­co de Ma­drid se fue­ron a ce­le­brar su triun­fo con­tra el Real Ma­drid en la Copa del Rey, abra­zán­do­se a su hijo Nep­tuno, aban­do­na­ron a Ci­be­les a quien com­par­tían con el Real Ma­drid, con­ver­ti­da desde en­ton­ces en el em­ble­ma de los triun­fos del equi­po “me­ren­gue”.

La fuente de Cibeles de Madrid, al otro lado del Atlántico

Esta diosa om­ni­pre­sen­te en casi todos los puer­tos del Me­di­te­rrá­neo en la Antigüedad, que lleva pro­te­gien­do a la ciu­dad de Ma­drid dos­cien­tos trein­ta y cinco años sen­ta­da ma­jes­tuo­sa en su mag­ní­fi­co carro, ha re­sis­ti­do gue­rras, ata­ques des­al­ma­dos de algún enemi­go del arte y la mi­to­lo­gía, ce­le­bra­cio­nes de en­fer­ve­ci­dos se­gui­do­res del de­por­te rey, y al­gu­na que otra po­lé­mi­ca.
Ven­ce­do­ra de todos, cruzó el Atlán­ti­co en una ré­pli­ca exac­ta de la fuen­te ma­dri­le­ña para pre­si­dir una plaza en Me­xi­co DF. Fue una do­na­ción de un grupo de es­pa­ño­les que viven en Mé­xi­co DF, como sím­bo­lo de her­ma­na­mien­to entre ambos paí­ses.
Réplica de la fuente de la Cibeles madrileña en México.
Réplica de la fuente de la Cibeles madrileña en México.Katze Canciola.
En Mé­xi­co el nom­bre ofi­cial de la plaza que pre­si­de es Plaza de la Villa de Ma­drid, aun­que tanto me­xi­ca­nos como es­pa­ño­les re­si­den­tes allí, co­no­cen la glo­rie­ta como plaza de Ci­be­les. Fue inau­gu­ra­da el 5 de sep­tiem­bre de 1980 por el en­ton­ces pre­si­den­te me­xi­cano, José López Por­ti­llo, por “El viejo pro­fe­sor” En­ri­que Tierno Gal­ván, en­ton­ces al­cal­de de Ma­drid y el Jefe del De­par­ta­men­to del Dis­tri­to Fe­de­ral, Car­los Hank Gon­zá­lez.