Divisiones en Podemos
Podemos, cuyo máximo órgano de dirección, el consejo ciudadano, se reúne este sábado, vive una importante pugna entre sus dos líderes principales, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, que desde hace unas semanas vienen utilizando las redes sociales, diversos actos públicos y los medios de comunicación para confrontar sus diferencias y, más veladamente, para sumar fuerzas de cara a su discusión orgánica interna.
Las diferencias, muy notables, son tanto estratégicas, es decir, en torno a las grandes líneas maestras que debe seguir la formación morada, como organizativas, esto es, relativas a la manera en la que el partido debe estructurarse para lograr dichos fines. Aunque los perfiles de los contendientes son los clásicos dentro de una organización —donde siempre se establecen diferencias entre los más radicales, en este caso abanderados por Iglesias, y pragmáticos o posibilistas, liderados por Errejón— se equivocan los que simplificando en exceso ven en esta pugna posibilidades rápidas de evolución de Podemos hacia una fuerza socialdemócrata moderada capaz de integrarse en las instituciones como un partido político más.
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Aunque Pablo Iglesias mantenga el tono confrontativo que le ha hecho tan visible (y tan rechazado por la ciudadanía en las encuestas, solo ligeramente por encima de Rajoy), no es fácil pasar por alto las declaraciones de Íñigo Errejón ayer mismo afirmando que los “partidos tradicionales”, es decir PP y PSOE, que sumaron nada menos que 13,3 millones de votos en las elecciones de junio pasado, defienden “a los de arriba”, mientras que Podemos, con solo cinco millones de votos, sería el único representante de “los de abajo”. Curiosa concepción de la democracia en quienes aspiran a representar al pueblo al mismo tiempo que ignoran que en una democracia todos los votos y todos los votantes valen igual.
Sí que tiene Errejón razón, por el contrario, cuando señala el error histórico que cometió Podemos en la legislatura pasada, cuando votó con el PP en contra de ese Gobierno transversal por cuya ausencia ahora muchos de sus simpatizantes se lamentan. Hoy por hoy, el maximalismo de Iglesias llena las redes sociales pero convierte a Podemos en irrelevante políticamente y genera rechazo precisamente entre aquellos que dice querer sumar a su proyecto.
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