Google: “Operación Menina”. 27 de noviembre. “Espía en el Congreso” desveló una noticia que llegó al resto de la prensa española el 5 de diciembre. No ha sido la única. Desde que el 7 de abril de 2013 decidí rebelarme de una vez contra el régimen y poner mi grano de arena para construir una opinión pública más independiente y libre, han pasado 32 meses. He publicado 755 noticias desde este modesto blog, que ha alcanzado 12 millones de lector@s. Todos los políticos que ahora disimulan o fingen no conocerlo juegan su papel. Y yo el mío. Nadie lo ha citado ni reconocido, seguramente nadie tras el 20-D tampoco lo eche en falta. Los medios convencionales no necesitan columnistas ni analistas así. Ni uno solo resistiría albergar un solo día tan alta dosis de independencia. El relativo éxito o influencia de esta inusual y modesta experiencia digital española fue que su fin no era comercial, sino nacido de un sentimiento espontáneo y desinteresado que conectó con millones de personas: elevar el techo de la libertad de expresión en España para denunciar la corrupción, mala gestión y elefantiasis institucional que nos desangra, empobrece y arruina. Aflorar de forma descarnada –de la misma forma y con las mismas reglas con las que ellos nos tratan– las mentirosas y caducadas inercias de la vieja política, que mantiene costosos cementerios para sus dinosaurios, como el Senado o las Diputaciones. Hoy la “Operación Menina” ocupa las portadas de toda la prensa española, crítica o no con el bipartidismo. Antes de la irrupción de “Espía en el Congreso” no era así y voy a intentar reactivar esta labor catalizadora a lo largo de esta campaña electoral refrescando la memoria de los potenciales electores. Aquí van las primeras 5 noticias. Después bajaré discretamente el telón, para los próximos 3 años le toca el turno a otros. Mi grano de arena para erosionar la actual partitocracia creo que ha sido generoso y yo, como esos viejos rockeros que lo dieron todo en el escenario, me dedicaré a trasladar mis vivencias a quien me lo pida.
Soraya Sáenz de Santamaría se ha referido a este asunto en una conversación informal en la recepción del Congreso por el aniversario de la Constitución. “Estoy muy tranquila”, porque yo no me juego nada”, ha subrayado la vicepresidenta, reclamada así en los tradicionales corrillos para que opinara de la “Operación Menina” y del debate de este lunes. Soraya ha encajado la noticia con buen talante: “Lo de menina no me importa, pero (tan bajita como para) recoger colillas, no”, ha bromeado. Igualmente explícito se mostró Albert Rivera. Respondió “no” a la pregunta de si va a apoyar a Sáenz de Santamaría, Mariano Rajoy o Pedro Sánchez: “No vamos a pedir al PP nada, ni condiciones ni pactos. No voy a votar a favor del PP ni del PSOE”. En lenguaje político esto significa “abstención”, lo que obliga a Pedro Sánchez a una acrobacia para intentar gobernar: sumar a una hipotética investidura suya los votos de Podemos y los nacionalistas y la abstención de Cs. ¿Resultado más previsible? Soraya será presidenta con la abstención de Cs y PSOE. Por su parte, Pablo Iglesias ha negado que haya sido él quien ha bautizado así la Operación Menina y ha asegurado que “el nombre circula desde hace meses por blogs y webs diversas”, dijo con evasivas ante las preguntas de los periodistas, cuando puede acreditarse fácilmente en internet que la primera noticia es del “Espía” y está fechada el 27 de noviembre, hace solo 8 días.
Cuando hace 30 meses inicié este blog de información y análisis político me encontré un panorama desolador. Informar sobre las fastuosas tropelías del rey Juan Carlos era considerado todavía tabú y ni siquiera las groseras ocultaciones que había puesto al descubierto la cacería de Bostwana habían disipado los miedos. Hoy es casi una anécdota pero recuerdo la entrevista con el abogado Max Turiel, letrado de Soraya Heilmann Cano, una joven española-alemana que estaba de vacaciones en Ibiza y fue narcotizada y violada por un jeque. Sus guardaespaldas la llevaron a su barco. Se había fijado en ella, quería carne fresca. Al parecer, había tenido una enorme bronca con su esposa. Cuando todo se supo, recurrió a su amigo Juan Carlos para tapar la investigación policial y el proceso judicial. Y, previa llamada de éste, el entonces presidente Zapatero atendió a sus requerimientos. España como reino feudal donde impera hasta el derecho de pernada. Increíble pero cierto. El silencio del feminismo oficial y subvencionado fue absoluto.
Comencé a investigar en la prensa internacional sobre la Casa Real española y me encontré con que Juan Carlos estaba enormemente desprestigiado por su descarada corrupción económica y su disipada vida personal. Solo gozaba de cierta influencia entre las monarquías árabes. Las europeas lo consideraban un apestado. Fue el propio abogado Max Turiel quien me puso en la pista de un personaje que entonces apenas había ocupado unas líneas en la prensa oficial española: Corinna. El 9 de abril de 2013 publiqué una noticia a mi juicio reveladora: 6 partidos acordaban con el director del CNI enterrar el “caso Corinna” en el Congreso. Decidieron que no era noticia, que no debía ser investigado jamás, a pesar de que la moderna y aristocrática barragana vivía con fondos públicos en una casa aledaña a la Zarzuela para gozar más de cerca de los ratos de esparcimiento del monarca. Fue vergonzoso ver al líder de IU, Cayo Lara, expresar su “confianza en la sinceridad” del director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Felix Sanz Roldán, en su comparecencia en la Comisión de Secretos Oficiales. Aitor Esteban (PNV), Duran i Lleida (CiU) y Rosa Díez (UPyD) también ampararon con su silencio las excusas del director del CNI. El ministro Jorge Fernández Díaz (PP) y el líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE) negaron al unísono categóricamente lo que dos dirigentes sindicales de la policía (SUP), José Manuel Forner y José María Benito, declararon: que la princesa Corinna gozaba de escolta de la Guardia Civil adscrita al Ministerio de Defensa y vivía como una reina en La Angorrilla (El Pardo).
Los dirigentes políticos españoles suelen camuflar sus viajes privados y de ocio con un paraguas institucional que les sufraga los gastos con dinero público. En esto la ministra Ana Mato era la más descarada. Fue la farra vivida en Argentina por casi medio millar de dirigentes españoles “invitados” a costa del contribuyente, con aquel cómico discurso en inglés de Ana Botella pidiendo otras Olimpiadas y un “selecto” grupo del PP regresando en el avión de Florentino, lo que me hizo estallar… España estaba hundida económicamente y ellos se hacían los sordos. En septiembre de 2013 publiqué aquella gota que colmó el vaso. Seguimos igual pero al menos ya no pueden salir a la calle porque los ciudadanos se han rebelado y los abuchean. El tenista Rafa Nadal jugaba 5 días después la final del US Open en Nueva York y Ana Mato se colgó de la reina Sofía para hacer lo propio. Una casual fotografía de Leonardo di Caprio me puso sobre la pista e investigué la suntuosidad del viaje, con la crisis golpeando en España con más fuerza, lo que indignó a Nadal, que mostró su desprecio a la ministra esquivándole el saludo. Todo lo negaba la ministra (en aquellos tiempos los periodistas se creían a pies juntillas los comunicados oficiales y los publicaban íntegramente), por lo que tuve que enlazar el ocultado momento que recogía incluso un vídeo. Recuerdo como la prensa oficial defendía el “derecho” y la “legalidad” del viaje y como tuve que mostrar hasta las acreditaciones del mismo. Dos diputados socialistas de Baleares preguntaron al Gobierno, que les contestó con evasivas, pervirtiendo con ello uno de los hábitos parlamentarios más comunes y, de fondo, uno de los escasos controles democráticos de un régimen sin separación de poderes.
En enero de 2014 comenzaron a publicarse varias biografías oficiales de Mariano Rajoy. Ya empezaba a trabajarse la reelección. Conociendo como conocía al personaje desde los inicios de su entrada en el Congreso como diputado más joven (Mariano tenía 31 años) al que el “aparato” de Génova 13 y la prensa conservadora ninguneaban incluso siendo vicesecretario general, su lectura me escandalizó. Él nunca había escondido ninguno de sus “secretos” biográficos, disfrutaba de su soltería gracias a ese anonimato y aunque hoy pueda parecer increíble, caía bien a los periodistas más jóvenes por sus aires transparentes y renovadores. Por eso me enervó que, pasados los años, ocultara bajo su actual disfraz de despiadado capataz hasta sus “accidentes” de tráfico, en concreto uno que le cambiaría la cara y la vida. En enero de 2014 publiqué los detalles de la operación quirúrgica que el Dr. Luis Zaera de la Vega había realizado tras caerse por un precipicio de la carretera de Palas de Rei (Lugo), que tanto le marcaría y que ahora tan celosamente ocultaban sus biógrafos de cabecera. Ahí entendí como el poder ha transformado a este hombre en un corazón de hielo que juega a la política con una máscara facial: la suya propia. Un caso de estudio digno del mismísimo Sigmund Freud. Rajoy es la falsedad en estado puro: su propia vida es una mentira, su sexualidad, su rostro, su matrimonio, sus hijos –por inseminación artificial ambos–. Diría incluso que hasta su ideología, que podría ser esta o la contraria. Por eso rehuye los “cara a cara” que no estén amañados y prefiere el plasma: por su enorme fragilidad biográfica. “Hypocrités” llamaban los griegos a sus actores con máscara en el teatro. Mariano es el Calípides de la tragicomedia española. Y el Edipo rey, de Sófocles, su inevitable destino.
Tuvo que ser Bertín Osborne el único que resucitara ese transcendental traspiés del que nadie se hacía eco en su almibarada y exitosa entrevista, donde ocultó que antes había estampado el coche contra una farola: “Presidente, con 24 años tuviste un accidente que casi pierdes la vida”. “Sí, fue un accidente… Lo tuve en Palas de Rey, en la provincia de Lugo. Realmente la culpa fue mía porque me caí por un barranco y me caí porque… Por dormir dos horas. Y luego meterme un viaje largo”. “¿Te quedaste dormido?”. “Me quedé dormido. Y tuve suerte, porque claro, podía haber muerto, pero bueno. Hubo un momento en que me asusté porque no veía y dije: “Ostras, a ver…”. Y era sangre que tenía en los ojos. Me hice así (se la quitó de los ojos) y ya vi. Y fui… Me llevaron… Salí a la carretera y allí me paró un coche y, claro, ver la cara del que me paró, aún la tengo grabada. Me llevó a la residencia de la Seguridad Social en Lugo y allí me atendieron y, bueno, recuerdo que fueron mis padres, que vivían en Pontevedra, pero fue una bofetada estratosférica”. “¿Es verdad que te dejaste la barba por eso?”. “Bueno, me dejé la barba después de eso. Luego me la afeité y ya no me gustaba mi cara y volví a dejármela, ¿eh?”. Ahora dice que aquel cambio de rostro no le inmuta lo más mínimo: “¿Cómo es vivir en La Moncloa?”. Bien. Realmente… Bien. Materialmente vives muy bien, tiene una cierta tendencia al aislamiento. Dices: “Ahora voy a salir de aquí, tengo que salir con dos coches, con toda la parafernalia, con el follón”. Al final te genera una cierta tendencia al aislamiento, pero muy bien. Por lo demás, muy bien”. “¿Se llega a sentir como una casa?”. “Sí, sí. Al final por allí entra uno, entra otro, sube gente y tal, pero bueno, yo lo siento como una casa”. “Y en La Moncloa, presidente, ¿quién cocina?”. “Hay cocinero”.
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