Las recientes propuestas laicistas del líder del PSOE demuestran que la herencia de Zapatero está más viva que nunca. Pero ni por esas se libra Sánchez, cuyos frecuentes cambios de criterio tambalean su liderazgo dentro y fuera del partido.
Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero
1. Quiere acabar con la religión en las escuelas. En un ¿inesperado? giro a la izquierda, Pedro Sánchez ha prometido esta semana que si se convierte en presidente del Gobierno revisará los acuerdos con la Santa Sede, suprimirá la asignatura de Religión, incluso en los colegios católicos, borrará la referencia a la Iglesia Católica del artículo 16.3 de la Constitución, reclamará a la Iglesia bienes de su Patrimonio Cultural y obligará que los edificios religiosos no destinados al culto paguen el IBI. “La prioridad de mi generación es reformar el Estado para convertirlo en laico”, señaló.
2. Un liderazgo débil dentro del partido. La vieja guardia zapaterista apostó desde el principio por Eduardo Madina para liderar la regeneración del partido tras el declive sufrido en las elecciones de 2011 cuando Rubalcaba obtuvo los peores resultados del PSOE desde 1978. Zapatero y Bono han hecho todo lo posible por debilitar a Sánchez, como aquella ocasión en la que se reunieron en privado con Iglesias y Errejón sin su conocimiento.
3. ¿En qué quedamos? Es líder del PSOE desde que se impuso a Eduardo Madina en las primarias de 2014. Desde entonces no se aclara. Pasó de atacar a Podemos y al populismo de Iglesias advirtiendo que no pactaría con ellos, a anunciar que llegaría a acuerdos con todos excepto con PP y Bildu.
4. “Somos socialistas, no nacionalistas”, ¿seguro? Presume de rechazar el nacionalismo acorde a la doctrina clásica socialista. Pero su última ocurrencia le deja en evidencia: propone la “singularidad” y el “hecho diferencial” de Cataluña en la Constitución española. En las pasadas elecciones catalanas el PSC obtuvo 16 escaños salvado los muebles de un partido que ha perdido mucho peso en los últimos años.
5. Funerales de Estado para las víctimas de violencia doméstica. Quiere estar tan a la vanguardia que a veces se pasa. Hace un año propuso funerales de Estado para las mujeres víctimas de la violencia de género. Nadie le tomó en serio. Luego rectificó argumentando que lo que en realidad quería decir era que la violencia de género “es una cuestión de Estado”.
6. A ‘Pedro El Guapo’ le casó por lo civil Trinidad Jiménez. Su amistad con la candidata socialista al ayuntamiento de Madrid en 2003 propició que ésta fuera elegida tres años más tarde para celebrar su boda por lo civil con María Begoña Gómez. A Sánchez se le conoce como ‘Pedro El Guapo’, tanto en los círculos políticos como en las tertulias periodísticas. Curiosamente Trinidad Jiménez también celebró la boda de Eduardo Madina.
7. No se pierde el Día del Orgullo gay. Es un asiduo a estas fiestas en el madrileño barrio de Chueca. No quiso perderse la última acudiendo al pregón en el que se conmemoraba el décimo aniversario de la legalización del matrimonio homosexual aprobado por Zapatero. Además la de este año era una edición especial por el reciente fallecimiento de Zerolo.
8. Mantiene una guerra fría con Susana Díaz. La presidenta andaluza amagó en varias ocasiones con presentarse a las primarias socialistas de las que saldría el candidato a la Moncloa. Finalmente Díaz no cruzó Despeñaperros, pero el desencuentro entre ambos es evidente. La andaluza es la única que le hace sombra en el partido.
9. Puso a una gestora al frente del PSOE madrileño para pegar un golpe de autoridad en el partido y fulminar a Tomás Gómez. Ha sido la decisión más mediática de cuantas ha tomado. Con esta maniobra, Pedro Sánchez escenificó la ruptura con la federación madrileña en la que Gómez y Antonio Miguel Carmona no contaban con la confianza de Ferraz.
10. ¿Próximo presidente apoyado por Podemos? Igual vuelve a cambiar de criterio y rechaza a Podemos, pero no parece probable. Si las fuerzas de izquierdas ganan las próximas elecciones, él sería el presidente del Frente Popular… títere de Iglesias. ¿Quién podría garantizar entonces un Gobierno moderado con un Sánchez con criterio propio?
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